La bronca política que no cesa en Cataluña
La Generalitat afronta el pico de la pandemia con críticas a Sánchez al tiempo que rectifica algunas actuaciones
El pico de la crisis del coronavirus se acerca y la Generalitat sigue sin abandonar la bronca política que ha mantenido desde el inicio de la epidemia con el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque en los últimos días ha rebajado el tono ante los datos que llegan desde los hospitales. El discurso independentista ha rebrotado en marzo para reivindicar que la Administración catalana lo haría mejor y arremeter contra el Ministerio de Sanidad a cuenta de la Covid-19.
La necesidad del confinamiento total de Cataluña ha sido el mensaje repetido por el presidente de la Generalitat, Quim Torra, desde el 13 de marzo, dos días antes de que Pedro Sánchez decretara el estado de alarma. La negativa del Gobierno al cierre de fronteras, puertos y aeropuertos en esta comunidad ha sido empleada desde entonces por el president para intentar marcar perfil y arremeter contra Sánchez, bien fuera en una entrevista en la BBC o, por carta, ante las autoridades europeas.
Esas quejas quedaron en nada y el confinamiento total que reclamaba la Generalitat para cerrar puertos, aeropuertos y fronteras no se ha producido, porque eso impediría la cadena de suministros. Sin embargo, Torra no ha tardado este sábado en colgarse la medalla tras el anuncio del permiso retribuido realizado por Sánchez y le ha agradecido que “haya escuchado finalmente las demandas de Cataluña”. “Si ahora se decreta un confinamiento total es porque hasta ahora no existía”, ha dicho.
Para fundamentar su petición de confinamiento total, la Generalitat esgrime la opinión de “los expertos”, un colectivo liderado por el infectólogo e investigador del Hospital Germans Trias i Pujol de Barcelona Oriol Mitjà, que ha ido más allá de las opiniones científicas, ha censurado desde el primer día al Ministerio de Sanidad y ha exigido dimisiones.
El encumbramiento de Mitjà por el Govern evoca al que hizo con el major de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, cuando en agosto de 2017 la policía catalana abatió a los autores de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Trapero no tuvo la exposición mediática que Mitjà, ni apoyó en público a formaciones independentistas como este, pero fue utilizado para amasar el discurso de “nosotros lo sabemos hacer mejor que Madrid”, una frase que repiten los ideólogos del Govern en tertulias y artículos.
“La Generalitat dedica más tiempo a señalar las deficiencias del Gobierno que a adoptar medidas y parece que su estrategia consiste en prevenirse por si los efectos del coronavirus son demoledores”, asegura Miquel Iceta, primer secretario del PSC. Torra esgrimió el día 24 un estudio que pronostica para dentro de un mes entre 7.600 y 13.000 fallecidos. Las cifras se antojan abultadas, pues desde el día 6 hasta este domingo Cataluña ha contabilizado 1.226 muertes, 61 de ellos en Igualada y tres municipios vecinos, donde habitan 70.000 personas y registra el índice de letalidad más alto de España.
La zona fue confinada por el Govern el día 13 y el Ministerio de Sanidad autorizó una prórroga a petición de la Generalitat, pero no su endurecimiento, como se pidió después. La resolución que lo preveía y otras más han quedado en papel mojado, pero el Govern la airea a diario como la alternativa a lo se podría hacer y no se le permite. Jaume Padrós, presidente del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, opina que “Europa ha mirado por encima del hombro a China y ahora resulta que hemos de aprender de ellos” y, en el caso concreto de Cataluña, entiende que ha existido “una falta de previsión”.
La diferencia entre la sanidad catalana y la española, dice, es que 70 de un total de 77 hospitales no son titularidad de la Generalitat, sino consorcios o de gestión privada. Ese no es el debate, dice, sino disponer de más recursos y cambios en los modelos de organización de los centros. “Se ha infantilizado a la población diciendo que tenemos un sistema sanitario de excelencia y da para lo que da, porque aún no se ha llegado a la inversión de 2010”, cuando el tripartito fue desalojado de la Generalitat y empezaron los recortes. Con todo, Padrós defiende medidas políticas más drásticas porque “Madrid ha expandido el virus a otras provincias con las segundas residencias, igual que los barceloneses a la Cataluña interior”.
La evolución de la crisis ha hecho recular al Govern en algunos planteamientos y el pasado jueves paralizó su obra pública, 13 días después de que lo hiciera el Ayuntamiento de Barcelona. La Generalitat también ha pasado de rechazar cualquier ayuda de la Unidad Militar de Emergencia (UME) a decir que no se les "caen los anillos por pedir ayuda al Ejército”, en palabras del consejero de Interior, Miquel Buch.
Javier Pacheco, secretario general de CC OO de Cataluña, opina que por debajo de la bronca política existe colaboración institucional y recuerda que la Generalitat tiene competencias, pese al estado de alarma, para combatir los efectos del coronavirus: desde ayudas al pago de alquileres a una partida superior a los siete millones de euros aprobados para los autónomos o una renta mínima garantizada o mayor endeudamiento presupuestario.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, suscribe ese discurso y ha emplazado a Torra a estrechar la colaboración institucional y olvidar actuaciones como la del día 15, cuando fue el único presidente autonómico que no suscribió un comunicado de apoyo al Gobierno tras la primera videoconferencia con Sánchez. Mientras, la última encuesta encargada por la Generalitat valora mejor al Gobierno español que al catalán.
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