Un juez paraliza la tala del ficus de Sevilla pero llega tarde para salvar el árbol de 110 años
El Ayuntamiento aprobó echarlo abajo pese a que la justicia estudiaba su actuación. El árbol centenario ha perdido todas sus ramas y, su altura original, de 24 metros, ha sido reducida a la mitad
Al ficus centenario del barrio sevillano de Triana le han faltado 24 horas para evitar su mutilación. Un juez ha paralizado de urgencia su tala este jueves, un día después de que el Ayuntamiento (PSOE) permitiera a la Iglesia segar sus ramas de un metro de diámetro con la excusa de que podía dañar un templo adyacente y era un peligro para los peatones. De un plumazo, el Consistorio ha acabado con 110 años de historia, y el árbol, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), aún vive, pero su altura de 24 metros ha sido reducida a la mitad y ahora su espectacular tronco tiene forma de muñón.
El Ayuntamiento sevillano sabía que el juez tenía solo dos días para tomar una decisión —de medida cautelarísima— sobre la tala tras un recurso de los ecologistas, pero no quiso esperar con el pretexto de que la tala estaba impulsada por la Iglesia y no por los servicios municipales. “Con un día lo hubiéramos parado, pero ha habido alevosía desde el Ayuntamiento, que aceleró los trabajos. ¿Cuál es el criterio para decidir no esperar dos días cuando no hay ningún riesgo para la ciudadanía? Es un desprecio absoluto al patrimonio medioambiental”, critica la abogada Lola García, que ha presentado el recurso de los conservacionistas. “El Ayuntamiento sabía que en dos días tenía una resolución del juez y se solucionaba, pero ha preferido hacer desaparecer el ficus. Se ha vulnerado el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva porque han eliminado el derecho a que el juez adopte la medida”, precisa la letrada, del despacho Derecho&animales.
La tala —no culminada— se inició el pasado martes y el miércoles acudieron 29 policías locales en 10 coches patrulla para alejar a los 200 vecinos que se manifestaban y desalojar del tronco a los tres activistas que habían subido la noche antes para impedir su desaparición. Los operarios segaron las ramas descomunales durante toda la jornada e interrumpieron sus trabajos pasada la medianoche, a pesar de que el permiso municipal fijaba las 22.00 como hora tope, critican los vecinos y ecologistas.
En su auto, el magistrado José Pérez Gómez, titular del Juzgado contencioso-administrativo 9 de Sevilla, acuerda “la suspensión de la licencia de tala del ficus emitida por el Ayuntamiento de Sevilla, mientras se resuelve esta pieza separada, debiendo adoptar la Administración las medidas necesarias para evitar daños a personas o bienes”. El juez, que da al Consistorio tres días para que alegue ante su decisión, aclara que en este caso concurre “urgencia”: “Deben suspenderse con carácter inmediato los trabajos de tala”, reza el auto. Pero el Ayuntamiento y la Iglesia dejaron la decisión del juez en papel mojado.
El portavoz del Consistorio, Juan Manuel Flores, ha dicho que la Administración ha dado “cumplimiento inmediato” al auto. Sin embargo, la realidad ha sido otra. A mediodía los operarios de la empresa Gonorpa estaban recogiendo las gruesas ramas en un camión para llevárselas, cuando se ha producido esta conversación entre el técnico municipal de Parques y Jardines del Ayuntamiento que supervisaba el operativo y Ricardo Librero, paisajista y miembro de la asociación de jardineros andaluces Amja que ha denunciado al Consistorio:
—Debéis parar esa recogida de ramas porque estáis incurriendo en desobediencia ante el juez. El proceso de tala conlleva la recogida de ramas y además puede incidir en el proceso penal que vamos a iniciar. Esto impide que un técnico valore cómo está el árbol y el Ayuntamiento puede decir que todo estaba podrido.
—¿Cómo va a decir eso? ¡Si es el informe que nos ha pedido el juez!
—Por ti sí, pero no pongo la mano en el fuego por el Ayuntamiento que te paga.
—Lo primero que habría que hacer es proteger todos los cortes de la insolación, además de la pérdida de savia.
Mientras, los vecinos gritaban “asesinos” y “sinvergüenzas” a los agentes que custodiaban a los operarios, y la motosierra resonaba atronadora de fondo.
⚠️⚠️⚠️
— Nacho Molina ۞ (@jimolinaarroyo) August 17, 2022
A punto de ocurrir un accidente!!!
Habíamos avisado al mando de policia local del riesgo de trabajar sin luz en esas condiciones.
“Yo no veo el peligro” ha dicho.
Menos mal.#SevillaHoy #FicusVivo pic.twitter.com/O2aTOvgtDY
La asociación de jardineros denunciará por vía penal a los responsables municipales que han permitido la tala por un delito contra un Bien de Interés Cultural (BIC), otro de atentado contra la avifauna y un tercero de desobediencia a la autoridad judicial. “La parte dispositiva del auto aclara que paraliza la tala y no se pueden llevar las ramas, es un disparate”, comentaba Ismael Sánchez, dirigente de Izquierda Unida. A partir de ahora será el juez el que decida y examine el expediente de la tala que el Ayuntamiento le debe entregar. Poco antes de conocerse la paralización del juez, el párroco de la iglesia de San Jacinto, Javier Rodríguez, informó de que la tala estaba prevista prolongarse hasta el próximo lunes.
Librero estima que el ficus está vivo, aunque seriamente dañado. “Es como si lo hubieran dejado inválido, un intento de tala sin culminar, han segado las ramas principales de donde salía la copa. El estado original no lo recuperará nunca y tomaremos medidas judiciales porque todo esto ha sido gravísimo”, lamenta. Lola Rumí, miembro de la plataforma Salva tus árboles, incide: “En algún momento debía haber en Sevilla un punto de inflexión, y ese será el ficus. Ante nuestra súplica masiva de ayer, llegaron más y más policías locales riéndose de nosotros pese a que les mostramos la admisión a trámite de la denuncia”.
Entre los ecologistas y los vecinos del barrio ha cundido este jueves un sabor agridulce, de victoria tardía con resultado desigual. “Espero que esta tala pese sobre la conciencia de algunos responsables”, lanza indignado Librero, que hace hincapié en la necesidad de una ley estatal que proteja a los árboles, ya que España carece de ella: “En el árbol había cientos de aves y para proteger su hábitat sí hay una ley, pero no para el árbol que los acoge. Hace falta con urgencia una ley del árbol”.
El paisajista alerta de que para sobrevivir al segado de ramas tan radical, el árbol deberá ser podado con frecuencia y será necesaria una vigilancia extrema para evitar que muera del todo. “Habrá que rehacer los cortes de ahora mal hechos e impedir que el agua se quede retenida una vez reequilibrado. Además, hay que estar vigilantes para que no se produzca un chancro [úlcera en la corteza de los árboles] que podría extenderse por el tronco”.
La clave que refleja la postura del Ayuntamiento para dar su visto bueno a la tala del ficus está en sus dos informes técnicos. El primero, firmado el pasado 22 de marzo por un ingeniero técnico y el jefe de negociado de Jardinería General, Javier Gómez, denunciaba que la Iglesia estaba descuidando al ficus y que por eso la caída de ramas podía representar un peligro: “El árbol requiere de una supervisión técnica y control especializado y constante que, por parte de los actuales gestores y propietarios del espacio [la parroquia] no se está llevando a cabo, lo cual supone un notable peligro potencial para las personas y usuarios que transitan en el cruce de calles existentes bajo su copa”. Los técnicos alertaban de que dicha supervisión y control especializado era condición indispensable para garantizar la seguridad.
Sin embargo, dos meses después, el jefe de ambos técnicos, el director general de Medio Ambiente del Ayuntamiento, Fernando Mora-Figueroa, eximió a la Iglesia de toda responsabilidad sobre el cuidado necesario: “A pesar del alto valor paisajístico que sin duda tiene el ejemplar, tenemos que informar de la imposibilidad de garantizar totalmente la seguridad de las personas que transiten bajo la copa por muchas medidas que se tomen (...) Por ello, informo favorablemente la solicitud de apeo formulada por el titular de la parroquia de San Jacinto”. Es decir, el alto cargo municipal, a pesar de admitir que el ejemplar “no siempre fue tratado con las mejores condiciones técnicas”, descartó que con una conservación adecuada dejara de ser un peligro, y tampoco contempló soluciones habituales para árboles centenarios como las pérgolas, que impiden la caída de ramas.
El alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz (PSOE), afirmó el martes, inicio de la tala, que era “un día triste”, pero que respetaba “la decisión técnica de la Iglesia”. Desde entonces no se ha pronunciado sobre la polémica.
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