Felipe VI afirma que “la justicia constitucional es el último baluarte en la defensa del Estado de derecho”
La Conferencia Mundial de tribunales especialistas en la defensa de los derechos fundamentales lanza una seria advertencia sobre la defensa de su independencia


“La justicia constitucional garantiza nuestra libertad: es el último baluarte en la defensa del Estado de derecho”. Con estas palabras el Rey Felipe VI ha clausurado este jueves en Madrid la VI Conferencia Mundial de Justicia Constitucional, que ha reunido a representantes de 85 países durante los últimos tres días. El discurso del Rey conectó directamente con los asuntos en que se ha centrado el congreso: la preservación del medio ambiente, la protección del patrimonio cultural, la garantía de los derechos frente a los retos que se derivan de las nuevas tecnologías, y en especial de la Inteligencia Artificial, y sobre todo, la defensa de la independencia de los propios Tribunales Constitucionales, en su función de garantes de los citados derechos.
Felipe VI ha subrayado que “en un mundo tan convulso como el actual, las normas fundamentales constituyen un pilar ético esencial sobre el que se organizan de forma natural todos los demás aspectos de la vida en sociedad y la convivencia democrática”. En su discurso a los congresistas ha sostenido que La justicia constitucional tiene “la inestimable misión de salvaguardar estos principios y valores”. Ha añadido que es por este motivo que el hecho de que España acoja esta conferencia, integrada por 124 Tribunales Constitucionales, Consejos y Tribunales Supremos, tras una votación unánime, ha supuesto “un importante reconocimiento de nuestra historia democrática”, para un país que ha hecho suyo “el antiguo aforismo griego: ‘La constitución es el alma de la ciudad (polis)’”.
El monarca también ha asegurado que en los Estados democráticos, la justicia constitucional, “ejercida de forma independiente, como ha puesto de manifiesto este Congreso, es inseparable del concepto moderno de soberanía”. Ha seguido diciendo que “esta idea, apreciada generación tras generación, se ha convertido en la columna vertebral de una comunidad internacional cada vez más interconectada e interdependiente”.
El presidente del Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, ha intervenido asimismo en la clausura, con un discurso en el que ha insistido en la necesidad de garantizar la independencia de los Tribunales Constitucionales, amenazada no pocas veces por interferencias procedentes del ámbito político o económico. Sobre la utilidad del congreso a este respecto, ha afirmado estar convencido de que “muchas de las ideas que aquí se han gestado estos días no se van a quedar sólo en el ámbito del debate institucional”, porque “trascenderán, influirán en futuras sentencias, en marcos jurisprudenciales e inspirarán reformas” para hacer frente a retos como el mencionado.
Paralelamente, la Conferencia ha hecho público un documento de conclusiones en el que reitera su compromiso con la defensa de “la dignidad y los derechos de las generaciones futuras”, como “un imperativo constitucional”. Los más de 300 participantes, representantes de 85 Tribunales y Cortes de todo el mundo, afirman que mantendrán una actitud vigilante para que “las decisiones judiciales de hoy no hipotequen las libertades de mañana”. La última sesión del congreso fue moderada por la vicepresidenta del Constitucional, Inmaculada Montalbán, quien ha subrayado que “cada generación tiene el deber ineludible de salvaguardar los derechos de las que están por venir, no actuar solo en función de los intereses del presente”.
Para ello, la Conferencia ha destacado el papel esencial de los Tribunales Constitucionales, puesto que “sus decisiones no solo corrigen vulneraciones de derechos fundamentales, sino que contribuyen a orientar políticas públicas, limitar los excesos del poder y trazar el rumbo hacia un desarrollo más equitativo y sostenible”. En todo caso, el principal asunto tratado ha sido la denuncia de las amenazas a la independencia de los Tribunales y Cortes Constitucionales miembros, que “no son ni hipotéticas, ni aisladas”.
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