Las mayores protestas en España desde el inicio de la masacre en Gaza sacan a una multitud a las calles
Las manifestaciones se extienden a más de 70 ciudades, con asistencia masiva en Madrid y Barcelona

“Simpatizo con cada una de las madres que ha perdido a su hijo asesinado en un puto bombardeo. Es terrible”, cuenta emocionada Tais mientras avanza entre una riada de miles de manifestantes de Valencia, pañuelo palestino al cuello y portando un bulto que representa a un niño asesinado en Gaza. “Al Gobierno le pido que rompa todo tipo de relaciones con Israel y a la Comunidad de Madrid que deje de decir tonterías y de prohibir la bandera de Palestina en los colegios, que respete a la gente que apoya a Gaza”, afirma Iván Casado, técnico audiovisual de 37 años, durante la masiva protesta en Madrid. Las de Tais e Iván son solo dos entre las al menos 200.000 voces que se escucharon este sábado en más de 70 ciudades de España —de Barcelona a Madrid, de Sevilla a Valladolid, de Pamplona a Logroño—, en una jornada en la que el rechazo a la masacre del ejército de Israel en Gaza tiñó las calles de verde, blanco, negro y rojo, los colores de la bandera palestina, expresándose con una fuerza inédita desde que Israel comenzó su respuesta militar a los atentados de Hamás hace ya casi dos años.
La palabra común a todas las manifestaciones, convocadas por colectivos de apoyo a Palestina, fue “genocidio”, que resonó como una acusación multitudinaria contra el Gobierno de Israel, acompañada de muestras de apoyo a los miembros de la Flotilla Global Sumud detenidos y de exigencia de una mayor dureza en las medidas de presión contra Benjamin Netanyahu. España no es una isla en esta eclosión. Este sábado hubo manifestaciones masivas de apoyo a Palestina en Roma, Londres, París y Lisboa, entre otras ciudades europeas. La jornada en Europa deja la imagen de una sociedad en la que hay al menos un sector en absoluto indiferente al sufrimiento en Gaza y decidido a exigir acción para ponerle fin cuanto antes.
En Madrid, una multitud se unió a la manifestación, que salió desde la estación de Atocha a las 18.00 horas. “Hagamos ruido y que se enteren de que de verdad nos parece una injusticia lo que está pasando en Gaza”, afirma Celia Balandín, uno de los muchos rostros jóvenes en la protesta, que según las entidades convocantes logró la respuesta de 500.000 personas, cifra que la Delegación del Gobierno rebajó a algo menos de 100.000. “Que dejen de masacrar, permitan entrar el alimento y se reconozca al Estado palestino”, reivindica Aixa Bulaizh, de 71 años. A su lado, Paloma Fernández, de 67, se muestra contenta al ver a tanta gente joven. Cuenta que participa en los actos en solidaridad con Gaza desde hace dos años y que esta marcha, “sin duda, es la más multitudinaria”.

Aunque el protagonismo fue del gentío, las voces de los partidos a la izquierda del PSOE también se hicieron oír. Lara Hernández, coordinadora de Movimiento Sumar, formación integrada en el Gobierno, avisó a los partidos de que no apoyar la semana próxima la convalidación en el Congreso del real decreto para el embargo de armas a Israel —una de las exigencias más escuchadas, junto al fin de las relaciones con el Estado judío— sería ponerse “al lado de los genocidas” y de “la barbarie”. La líder de Podemos, Ione Belarra, que suele presentar al Gobierno como tibio con Netanyahu, abundó en esa línea al exigirle que rompa “de una vez por todas” las relaciones diplomáticas, políticas y económicas con Israel.
En Barcelona, decenas de miles de manifestantes de todas las edades recorrieron el centro de la ciudad durante casi tres horas. Fueron 70.000, según la Guardia Urbana; 300.000, de acuerdo con las organizaciones convocantes. Fue una manifestación mayoritariamente pacífica, pero que se saldó con un puñado de incidentes de vandalismo contra tiendas señaladas como “colaboradoras” con el Gobierno israelí, como Zara, Banco Santander o Starbucks. En el manifiesto, leído en el Arc de Triomf, las entidades convocantes mostraron su desacuerdo con el plan propuesto por el presidente de EE UU, Donald Trump, y que Hamás ha aceptado parcialmente. “Los Estados cómplices del norte global, entre ellos España, han decidido asumir la legalización de un genocidio”, decía el manifiesto.

La jornada reflejó la transversalidad del rechazo a la masacre en Gaza. Para calibrar la dimensión de la protesta, las últimas dos concentraciones independentistas por la Diada en Barcelona reunieron a 60.000 y 25.000 personas, según la Guardia Urbana. En todo el recorrido se mezclaron familias, jóvenes, entidades deportivas y grupos de adultos mayores. Pancartas como “¿Cuántos niños tienen que morir para que abráis los ojos?" convivían con algunas de mensaje más político como “Más sandía, menos Meloni”. El mensaje de los asistentes fue más allá de la idea bajo la cual se convocó la marcha: la petición de lanzar un boicot general a Israel. “Preguntamos a las instituciones por qué todavía hay relaciones con un Estado genocida”, dijo Alys Samson Estapé, portavoz de Prou Complicitat amb Israel (No más complicidad con Israel, en catalán).
El PSC, Esquerra Republicana, CUP y los Comunes mostraron su apoyo a la manifestación. El alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, participó de manera discreta, ubicándose lejos de la cabecera.
Aunque la manifestación multitudinaria en Barcelona se celebró a mediodía, hubo otra por la tarde, mucho menor, en la que un grupo de personas atacó diversos locales de alimentación de marcas internacionales en el centro de la ciudad. Un Starbucks de Via Laietana acabó con el cristal y el rótulo rotos; el supermercado Carrefour de la Rambla recibió el impacto de botes de humo, baldosas y vallas; y locales de McDonald’s y Burger King también fueron objeto de la ira de los manifestantes, informa Jesús García Bueno. Hubo ocho detenidos por desórdenes públicos, daños y atentados a los agentes de la autoridad y 20 Mossos d’Esquadra fueron atendidos por heridas leves.

Llegados desde distintos puntos del País Vasco y Navarra, miles de manifestantes —50.000 según los organizadores y 10.000 según la Delegación del Gobierno— recorrieron Pamplona para denunciar el “genocidio” y expresar solidaridad con el pueblo palestino. “Gaza, aguanta, el mundo se levanta”, “Boikot Israel” o “Gora palestinar erresistentzia (viva la resistencia palestina)” fueron algunas de las consignas de una marcha multitudinaria.
Más de mil personas se sumaron en Sevilla, ondeando banderas de Palestina, a la manifestación convocada en apoyo de los gazatíes y para pedir la liberación de los miembros de la flotilla que llevaba ayuda humanitaria y que fueron y encarcelados. Entre los asistentes, el coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, que expresó su “escepticismo” ante las negociaciones abiertas para un plan de paz. También participaron el cineasta Alberto Rodríguez y el actor Antonio de la Torre. La Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía instó al Gobierno a identificar a los agentes que practicaron “una carga policial contra manifestantes pacíficos” el jueves en la capital andaluza. En Málaga, cientos de personas salieron a la calle con pancartas que decían “Paremos el genocidio en Palestina” y coreando “Netanyahu, asesino” y “Las tierras robadas serán recuperadas”.

“Palestina no se vende”, “Paremos el genocidio en Gaza”, “No es una guerra, es un genocidio”, “Boicot a Israel” o “Flotilla, aguanta, el mundo se levanta” fueron algunas de las consignas escuchadas y leídas en las pancartas en Santander, donde centenares de manifestantes desafiaron a la lluvia y el viento para “abrazar” el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en una cadena humana que pretendía denunciar la “destrucción” del sistema sanitario en la Franja de Gaza, según los convocantes.
Una larga hilera de paraguas, entre los que asomaban multitud banderas palestinas, compuso la imagen de la manifestación en Vigo, donde también hubo miles de manifestantes, que entonaron cánticos como “Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá” o “No es una guerra, es un genocidio”.
Con información de Sara Castro, Stephanny Pinzón, Camilo S. Baquero, Ferrán Bono y Ángel Munárriz.
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