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Una dana al lado con el control aéreo mermado en el aeropuerto de Palma: “No tuvo mayores consecuencias por la providencia”

Dos jefes de seguridad y operaciones de la terminal alertaron a sus superiores del peligro generado por la falta de técnicos locales durante el devastador temporal en Valencia

Choque de dos aviones sin heridos en el aeropuerto de Palma
Un avión de la compañía aérea Condor, tras chocar con otro de Air Europa sin heridos, en el aeropuerto de Palma de Mallorca en septiembre de 2023.MIQUEL A. BORRAS (EFE)
Javier Martín-Arroyo

El aeropuerto de Palma de Mallorca puso en riesgo su seguridad aérea durante la dana de Valencia el pasado 29 de octubre, según dos jefes de seguridad y operaciones del aeródromo, que denunciaron ante sus superiores la ausencia de técnicos locales de control de afluencia, unos profesionales que se encargan de vigilar la cantidad de tráfico y redirigir vuelos. “Afortunadamente, esta vez el error no ha tenido mayores consecuencias en Baleares simplemente por la providencia”, alertó el jefe de Seguridad Operacional del aeropuerto de Palma, Gregorio Mut, dos días después de las lluvias torrenciales. Por suerte, la dana no se desplazó hacia el este, Baleares pudo evitar sus destrozos pero también el desvío de decenas de vuelos, que habría supuesto un peligro añadido para los aviones por la carestía de controladores aéreos que esos días sufría el aeropuerto.

Horas antes de ese correo electrónico, el jefe de Operaciones de Palma, Jorge Pérez, había expuesto en otro mensaje y con la misma crudeza la alarmante situación: “Hoy hemos amanecido con la tragedia en Valencia debido a la dana. Siendo una dependencia colateral a la nuestra y los avisos recibidos de lo que iba a ocurrir, me parece una absoluta irresponsabilidad haber decidido dejar el espacio aéreo sin TCA [técnico para la afluencia de aviones]. No quiero ni pensar la posibilidad de que la dana se desplazase al este y entrase en nuestro espacio aéreo, nos hubiese dejado totalmente expuestos”, relata en una cadena de correos a la que ha accedido EL PAÍS.

El 28 y 29 de octubre pasados no estaba trabajando en el aeropuerto de Palma ninguno de los controladores encargados del flujo de tráfico de aviones [TCA], un servicio esencial para la seguridad aérea que sabe qué cantidad de aviones hay que atender en todo momento, para así poder manejar las incidencias. Esos días el intenso flujo de vuelos en Baleares se tuvo que dirigir desde Madrid por las bajas laborales. “Cuando hay una situación crítica, el técnico TCA es vital. Tiene la perspectiva que te permite adelantarte a las maniobras, comunicados en todo momento con Eurocontrol en Bruselas para decir por dónde deben circular los aviones. El enredo habría sido descomunal si durante la dana los 30 vuelos de Valencia, derivados a Barcelona y Alicante, se mandan también a Palma”, advierte un controlador que exige anonimato.

Pérez advertía en su correo ―dirigido a la Unidad Central de Gestión del Tráfico Aéreo ubicada en Madrid y a la Dirección Regional de la empresa pública Enaire (antes Aena) en Baleares pero con copia a otros 11 mandos― que la carestía de personal por los recortes implicaba un peligro no calibrado por el Gobierno. “Llevamos dos años peleando para tener un predictor [figura de la Aemet que suministra en tiempo real la meteorología] y mejorar el servicio en estas situaciones, y ¿a alguien se le ocurre dejar el servicio sin TCA? Me empieza a preocupar seriamente la deriva en la que hemos entrado y que no se provean los recursos necesarios porque alguien considera que es caro. Pido por favor que no se vuelva a repetir la situación y la prioridad siempre sea la calidad del servicio atendiendo a criterios operativos y no a un simple cálculo de costes”, enfatizaba el alto cargo encargado de la afluencia de vuelos en el aeródromo insular.

Enaire reconoce que “por una coincidencia de bajas por motivos médicos y permisos laborales no existía personal para cubrir el servicio desde la unidad local de Palma”, pero rechaza que esta ausencia supusiera un riesgo para la seguridad aérea, ya que el flujo se dirigió desde Madrid sin incidencias. “En ningún caso se produjo una interrupción de la prestación del servicio de gestión de afluencia de tráfico, ni una disminución de la calidad del mismo, ni una disminución en la seguridad del servicio prestado”, añade un portavoz de la compañía pública.

Una cola de turistas en el aeropuerto de Palma de Mallorca, en 2022.
Una cola de turistas en el aeropuerto de Palma de Mallorca, en 2022.CATI CLADERA (EFE)

A las críticas de Pérez y Mut respondió el jefe de la División de Gestión Operaciones Aeroportuarias ATM, Jesús Antonio García, que las consideró indebidas. “No me parece justo que se pretenda hacer sangre con los compañeros de la UCATM (unidad central de los TCA) para reforzar reivindicaciones, por justas que puedan ser estas”. García reconocía en su respuesta que “el conocimiento local” que se tiene desde el propio aeropuerto mallorquín “es imposible tenerlo aquí [desde Madrid]”. “Y menos aplicar un mismo nivel de servicio a una sala a distancia; esto es evidente y lo sabemos todos”, admitió.

Los técnicos TCA manejan la previsión de la cantidad de tráfico que soporta cada aeropuerto y en la fase pretáctica toman medidas de control de afluencia. Vigilan y estudian permanentemente los sectores del espacio aéreo y sus aeropuertos para evitar la saturación, y coordinados con el jefe de la sala de control, redirigen vuelos por factores como la meteorología adversa, las maniobras militares, o el cierre de otros aeropuertos. Siempre con las máximas de seguridad, orden y rapidez en la cabeza, por este orden de prioridades, son un pequeño grupo de élite con su extrema responsabilidad reconocida por categoría y complementos salariales. “Cuando hay problemas gordos, el tiempo es oro porque los aviones están volando y debes ser resolutivo. Y el contacto visual y directo no tiene nada que ver con el telefónico. Aunque hoy todo tiende a la llamada, el trato personal facilita mucho la toma de decisiones”, ejemplifica una controladora. Baleares cuenta con TCA 12 horas al día, la otra mitad del día los flujos se dirigen desde Madrid y desde junio se hará desde Barcelona.

Ante la alarma generada en el gremio de los controladores de Baleares -región con tres aeropuertos-, el grupo Izquierda Confederal planteó hace dos semanas en el Senado una pregunta al Gobierno: “Fue absolutamente irresponsable dejar el centro de ruta (ACC) de Baleares sin TCA por un ahorro en costes de personal (…) Enaire ignoró las opiniones de numerosos profesionales, fundamentadas y avaladas por su experiencia, provocando deliberadamente una ¿tácita contingencia? en la unidad local de flujo de Palma”, reza la interpelación.

La pregunta incide en los recortes de plantilla de controladores del flujo aéreo hace dos semanas, cuando Enaire desmanteló la unidad central para descentralizar el trabajo de los flujos aéreos en sus cinco sedes (Madrid, Barcelona, Gran Canaria, Palma y Sevilla). “El servicio que puede prestar la Unidad Central (UCATM) dista mucho del que necesita el espacio aéreo de Palma, ya que desde Madrid se tiene un conocimiento muy limitado de la dinámica de apertura y cierre de sectores del espacio aéreo de Baleares”, reza el escrito. Esos días, el espacio aéreo de Baleares registró un gran número de movimientos de vuelos, 819 (581 en Palma) el lunes 28 de octubre y 767 al día siguiente (571 en Palma).

La labor de los controladores aéreos en España se ha multiplicado durante la última década por la explosión del turismo. El número de aviones en los aeropuertos ha aumentado de manera exponencial y la tecnología ha mejorado, pero el espacio aéreo es el mismo y la plantilla de controladores aéreos se mantiene estable, por lo que la presión en su rutina diaria ha aumentado.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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