El PSOE andaluz pasa de la apatía a la ‘levantá’ con Montero
Los socialistas andaluces reciben a la vicepresidenta como un “revulsivo” para las elecciones y con mucha expectación sobre la capacidad de integración de una dirigente con poca trayectoria orgánica
La renuncia de Juan Espadas a la reelección como secretario general del PSOE de Andalucía es la constatación de un fracaso colectivo. Lo sacaron de la alcaldía de Sevilla para enfrentarse en unas primarias a la última presidenta socialista de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en junio de 2021, a la que ganó por casi 17 puntos. Espadas cogió un barco a la deriva, tras la pérdida del Gobierno andaluz en las elecciones de diciembre de 2018, y deja el mismo barco encallado tras acumular cuatro derrotas electorales desde 2022 (autonómicas, municipales, generales y europeas).
La nave tiene tripulantes, exactamente 40.138. Los vigías no ven tierra; el primer oficial ha perdido la brújula y el contramaestre tiene revuelta a la marinería, pero de momento están tirando cohetes desde la borda. ¿Qué ha pasado? Aún nada, pero se anuncia la llegada de una nueva capitana.
Ese es el efecto que ha tenido en la militancia socialista andaluza la presentación de la candidatura de María Jesús Montero a la secretaria general el miércoles en Sevilla. “Es un revulsivo”, coinciden muchos dirigentes andaluces. Ese día acudieron militantes que llevaban tiempo sin verse y sin participar en los actos del partido, en un ejercicio de brazos caídos que tanto daño ha hecho al PSOE. “¡Ya vamos a poder querernos en público!”, saludó una oficialista a media jornada a un crítico.
Montero (Sevilla, 58 años) era la única capaz de poner en fila india a todos en el PSOE andaluz, porque creen que con ella salen a competir en las próximas elecciones autonómicas, aunque lo de ganar ya es otra cosa. “Por lo menos va a haber campaña”, dice un dirigente. “Esto ha sido como la levantá de un paso”, anota otro. “Se envía el mensaje de que el partido va a en serio, que no estamos apostando con garbanzos”, apunta un tercero. Las elecciones están previstas para la primavera de 2026 y la opinión que se va extendiendo en el PSOE andaluz es que Sánchez debería hacer coincidir las generales con ellas para tener más potencia de tiro, en el Congreso y en el Parlamento andaluz.
No ha sido hasta el final de las fiestas navideñas cuando el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y Montero han encajado las piezas. “María Jesús Montero es posiblemente la apuesta más firme que puede hacer el socialismo andaluz, porque el partido está en un estado de catatonia y apatía, y necesita un perfil de ese espectro en el clima de humo, calma y serenidad que ha impuesto el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno”, asegura Ángel Cazorla, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada. Uno de los objetivos de Montero es hacer creer a los suyos que pueden ganar al líder del PP. “Yo lo veo muy difícil, pero cuando hablé con ella el otro día, te preguntas ‘¿por qué no?’ Ella se lo cree”, asegura un cargo provincial. “Manejo datos electorales y la mayoría de Moreno no peligra, la situación no apunta para nada a un cambio, pero las dinámicas hay que romperlas. Espadas no es un candidato de contraste como Montero, aunque está más debilitada por su papel como vicepresidenta del Gobierno”, añade el politólogo granadino. Moreno gobierna con mayoría absoluta y en caso de que la perdiera —el objetivo real que se fija el PSOE en Andalucía— a su derecha tiene el colchón de Vox para mantener la Junta, algo que a Moreno le da escalofríos.
“Montero es lo mejor que tenemos en el PSOE porque va a competir, puede hacerle sombra al presidente andaluz”, señala el secretario general del PSOE de Sevilla, Javier Fernández de los Ríos, quien destaca la “generosidad” de Espadas al “anteponer los intereses generales a los personales” con su renuncia. El secretario del PSOE de Jaén, Paco Reyes, añade: “Es el revulsivo que necesitamos para que canalice el descontento que hay en Andalucía y que no sale”.
Varios dirigentes sostienen que además de reanimar al PSOE y al electorado socialista, también moviliza a otro que está fuera de juego. Montero, por su militancia desde la adolescencia en los movimientos de Acción Católica, conoce bien los códigos de la izquierda a la izquierda del PSOE. Mantiene buenas relaciones con los dirigentes de IU y de los sindicatos.
Pros y contras
La candidata presenta ventajas y desventajas. Tiene un alto nivel de conocimiento, poder de convocatoria y no es una paracaidista. Fue consejera en los tres últimos gobiernos socialistas (con Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz), de ahí que el PP haya rastreado toda la hemeroteca para contrastarla con su acción en los últimos seis años como ministra de Hacienda y vicepresidenta primera de Pedro Sánchez. Su apuesta por una financiación singular de Cataluña le va a dar dolores de cabeza porque el PP ya se está encargando de ello, aunque está entrenada en la trituradora política madrileña. Pero Montero no tiene escaño en el Parlamento y tiene tareas muy urgentes como interlocutora principal de los socios de investidura y ministra de Hacienda: presupuestos, financiación catalana, quita de la deuda, reforma fiscal y apagafuegos varios. Andalucía es muy grande y la comunidad más poblada de España.
Todos confían en su capacidad de hacer equipos (sigue trabajando con el mismo que formó en la Consejería de Salud), pero Montero es un melón sin abrir en lo orgánico. Está dispuesta a “integrar”, pero puede que esa integración no guste a todos, advierten desde ya algunos dirigentes que piensan no solo en la próxima dirección regional, sino en los posteriores congresos provinciales, que se prevén convulsos. Algunos reclaman “generosidad” a la mayoría de los secretarios provinciales actuales para que “den un paso al lado”.
Montero dijo a la SER el pasado jueves que Espadas continuará “hoy por hoy” de portavoz en el Senado y dejó en su mano la decisión de abandonar el escaño en el Parlamento andaluz. De hacerlo, la siguiente que entraría sería Verónica Pérez, que celebró en sus redes la renuncia del secretario general. “Para el sanchismo la primera foto de la salida de Espadas no puede ser la entrada de la máxima autoridad”, afirma un alto cargo socialista. Pérez, que es miembro del consejo de administración de RTVA, se autodefinió como “la única autoridad que existe en el PSOE” en el convulso comité federal del 1 de octubre de 2016, en el que Sánchez terminó dimitiendo.
“Lo más importante es recuperar el partido”, sostienen varios, que dan por hecho que el otro aspirante, Luis Ángel Hierro, no reunirá los avales necesarios (unos 4.900) para que haya primarias. “Tiene que haber un equipo de su confianza potente, reconocible y de verdad, no un gobierno en la sombra, en el sol, en la azotea o en el balcón”, señala un destacado dirigente, aludiendo al esquema de trabajo de Espadas. También aseguran que debe trabajar en un “proyecto de futuro” que propicie un relevo generacional. En eso estaba María Jesús Montero hace meses, antes de que todas las miradas se dirigieran a ella como una tabla de salvación por la incapacidad del PSOE andaluz por buscar un relevo generacional. “Estoy todo el día en el casting de mujeres andaluzas”, dejó dicho Montero en junio en la presentación del libro El poder de la influencia, de Verónica Fumanal. Ahí queda.
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