Veredicto ante la dana

Las inundaciones desencadenadas por la dana constituyen un acontecimiento traumático para la sociedad, hasta el extremo de preocupar en estos momentos más que cualquier otro asunto en la Comunidad Valenciana y de situarse como segundo problema en España, solo por detrás del coste de la vida y empatando con la vivienda. La lectura del barómetro de diciembre para EL PAÍS y la Cadena SER deja patente el gran impacto emocional de la dana, que, de manera generalizada, ha provocado más tristeza que enfado y más preocupación que frustración o decepción.

En un contexto de intensa polarización como el que vivimos, hay que resaltar el parecido de las percepciones y comportamientos de ciudadanos con anclajes partidistas antagónicos. Más allá de los sentimientos de desolación, ampliamente compartidos por unos y otros, hay casi unanimidad también en creer que la ciudadanía ha actuado bien frente a la dana y son mayoría quienes afirman haber donado alimentos, ropa o material de limpieza: en momentos así, la solidaridad no entiende de ideologías. Además, amplias mayorías de votantes a un lado y otro del espectro político comparten la visión de que el cambio climático ha sido causante de la dana, que es muy probable que fenómenos extremos vuelvan a ocurrir en el futuro y que lo harán con más intensidad. Lógicamente, entre las personas progresistas, estas opiniones están aún más extendidas, pero son comunes a todos los electorados.

Llama la atención que las valoraciones ciudadanas en relación con las respuestas a la dana por parte de políticos, instituciones y gobiernos tampoco sean muy diferentes entre votantes de distintos partidos. Por supuesto, no hay acuerdo sobre cómo actuó el Gobierno de España, Pedro Sánchez u Óscar Puente: la izquierda es, por término medio, ligeramente crítica, mientras que la derecha lo es de manera rotunda, sin matices. Igualmente, la Agencia Estatal de Meteorología aprueba holgadamente entre los progresistas, pero suspende entre los conservadores. Sin embargo, sí hay consenso en la sociedad con respecto a cómo actuaron tanto el Gobierno de la Comunitat Valenciana como el propio Carlos Mazón: de hecho, las valoraciones son sorprendentemente parecidas. Así, mientras que el 87% de los electores socialistas cree que la respuesta del Gobierno valenciano no fue eficaz, entre los votantes del PP lo piensa el 83%. En el caso de Mazón, el porcentaje es idéntico: el 89% de los socialistas y de los populares tiene una opinión negativa de su gestión. Algo similar sucede con la valoración de Alberto Núñez Feijóo y del PP de ámbito nacional. La crítica entre sus votantes no está tan extendida, pero es mayoritaria: en torno a seis de cada diez suspenden la actuación tanto del partido como de su líder, mientras que entre los socialistas lo hace alrededor del 90%.

El veredicto de los ciudadanos conservadores, por tanto, es claro: en términos generales, no respaldan la actuación ni de sus líderes ni de las instituciones que representan. Esto, como es lógico, se ha visto reflejado en el voto con un PP a la baja tanto en la Comunitat Valenciana como en España.

Belén Barreiro es directora de 40dB.