Detenidos dos tripulantes más de la narcolancha que mató a dos guardias civiles en Barbate
Los arrestados, que se ocultaban desde febrero en Marruecos, regresaron a España para facilitar su captura, como hizo en septiembre el piloto de la embarcación. Falta por caer un cuarto
Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la Comandancia de Cádiz de la Guardia Civil han detenido este viernes en Barbate a otros dos tripulantes de la narcolancha que en la noche del pasado 9 de febrero mató en el puerto de esta localidad gaditana a los agentes del instituto armado Miguel Ángel González y David Pérez al embestir la embarcación oficial en la que iban junto a otros cuatro compañeros, según han confirmado el Ministerio del Interior. Los dos habían permanecido ocultos durante estos nueve meses en Marruecos, de donde son originarios. Sin embargo, el cerco cada vez mayor de la Guardia Civil sobre ellos, así como las amenazas que supuestamente han recibido durante estos meses de las mafias del Estrecho, que se han visto obligadas a reducir su actividad en la zona por la presión policial, ha provocado que regresen ahora a España y puedan ser detenidos.
El 19 de septiembre fue arrestado en similares circunstancias Karim El Baqqali, de 32 años, quien pilotaba la embarcación en el momento del suceso, según confesó después. Los tres, que trabajaban presuntamente para la organización de Abdellah E. M. alias Puspus, están acusados de dos delitos de asesinato, cuatro de asesinato en grado de tentativa, seis de atentado, uno de contrabando y otro de pertenencia a organización criminal. Con estos dos últimos arrestos aún no se da por cerrada la bautizada como Operación Memorial, ya que falta por detener un cuarto ocupante de la narcolancha, ya identificado.
La investigación del trágico suceso sufrió en mayo un giro de guion. Hasta ese momento, las pesquisas se habían centrado en seis personas que habían sido detenidas pocas horas después del suceso como presuntas autoras del asesinato de los dos agentes. Sin embargo, un informe de la Guardia Civil de aquella fecha, en el que se analizó exhaustivamente los vídeos del suceso, descartó que ellos fueran los autores de las muertes. El documento policial constató entonces que, si bien estos también estaban aquella noche en una narcolancha en el puerto de Barbate, no había sido su embarcación la que había arrollado a los agentes. Cuando declararon ante la juez que instruía la causa, todos ya se habían declarado inocentes y uno de ellos aseguró que él conocía al piloto de la narcolancha que atacó la zódiac del instituto armado, al que identificó como un tal “Karim”. Además, señaló que tanto este como el resto de sus ocupantes “eran marroquíes”.
A partir de ese momento, los esfuerzos de los investigadores se dirigieron a identificar a los ocupantes aquella noche de la verdadera narcolancha que arrolló a los agentes. El primer hito fue la identificación de la embarcación. Se trataba de una narcolancha que había sido interceptada el pasado 17 de marzo frente a las costas de Huelva, cuyo estudio reveló que las marcas de su casco eran compatibles con haber embestido a la embarcación de los guardias civiles. Desde ese momento, el juzgado abrió una pieza separada en el sumario que declaró secreta y a la que fueron incorporándose todos los indicios que los investigadores iban recopilando. Dentro de esta pieza secreta se tomó declaración a numerosas personas ―entre ellos los primeros detenidos, ya como testigos por estos hechos― que, según señalan las fuentes consultas, aportaron nuevos indicios que confirmaban la identidad de los cuatro presuntos tripulantes de la narcolancha. Fue, precisamente, el avance en estas pesquisas lo que permitió estrechar el cerco sobre ellos.
Tras ser detenido en septiembre, el piloto intentó justificar durante su declaración ante el juez su actuación aquella noche en una supuesta situación de necesidad económica y familiar, con varios hijos a su cargo, y que la organización para la que trabajaba transportando alijos entre Marruecos y la Península le había obligado a trabajar pilotando narcolanchas. El autor confeso de la embestida mortal recalcó que en un primer momento pensó que solo había golpeado ligeramente la embarcación de las víctimas y que desde que se enteró por noticias que leyó en internet de que había dos fallecidos, le costaba conciliar el sueño y quería volver a España. El Baqqaly dio los nombres de las otras tres personas que iban con él en la narcolancha, aunque para entonces ya habían sido identificados por la UCO.
Esta versión de que la intención de los tripulantes no era matar a los agentes y que todo fue un accidente, como aseguró el piloto tras su arresto, se contradice con las conclusiones de los informes elaborados por la Guardia Civil tras el visionado de tres gigas de archivos de vídeo grabados aquel día en el puerto de Barbate por ocho cámaras diferentes. En este documento policial, los investigadores explicaban que la embarcación neumática de alta velocidad (ENAV, como se las denomina en el ámbito policial) que presuntamente ocupaban los cuatro sospechosos fue la única de las seis narcolanchas que se habían refugiado aquella noche en el puerto de Barbate a causa del temporal que azotaba las costas gaditanas que hostigó a la de los agentes. En estos vídeos ―uno de ellos grabado con la cámara que portaba uno de los agentes― se veía cómo la lancha neumática acosó de manera constante durante dos minutos y 41 segundos a la zódiac del instituto armado, hasta que la arrolló mortalmente.
Durante ese tiempo, las imágenes mostraban el hostigamiento, que incluyó cinco embestidas previas y una sexta final, que fue la que acabó con la vida de los dos agentes y causó heridas a otros cuatro compañeros. “Se alejaron una distancia suficiente que les permitía alcanzar una elevada velocidad regresando de nuevo en dirección a la embarcación oficial para finalmente, sin desviar la trayectoria para evitar la colisión, atacarla entrando con su proa desde babor hasta estribor de la embarcación afectada, pasando por encima con la quilla, con toda la superficie del casco y con los cuatro motores de 300 caballos de potencia y unos 300 kilogramos de peso cada uno, dotados de elementos metálicos cortantes”, recogían los investigadores en otro documento policial. La Guardia Civil incidía en que en ese momento la narcolancha no llevaba ni droga ni otra mercancía ilegal que explicara que sus tripulantes hubiera actuado así para “defender” la carga. Por ello, concluían que “la única explicación hallada para dar sentido al brutal ataque ‘gratuito’ [...] es la intención de causarles [a los agentes] un grave daño o quitarles la vida”.
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