España y Portugal pactan caudales mínimos en el Tajo y el Guadiana y la construcción de dos puentes internacionales
Ambos países discrepan en el calendario de la conexión por alta velocidad entre Madrid y Lisboa
El cambio político vivido contra todo pronóstico en Portugal, con la llegada al Gobierno del líder del centroderecha, Luís Montenegro, tras nueve años de gestión socialista, parece haber reactivado las cumbres bilaterales entre los dos países. Después de varios encuentros sin contenidos relevantes, la trigésimo quinta cimeira ibérica se ha cerrado con varios acuerdos estratégicos. El principal tiene que ver con el agua, lema elegido para el encuentro que ha reunido en Faro, en el Algarve portugués, al presidente español Pedro Sánchez y el primer ministro luso, además de 22 ministros.
Veinticinco años después de la firma del Convenio de la Albufeira, que regula la gestión de los cinco ríos compartidos (Miño, Lima, Duero, Tajo y Guadiana), ambos Gobiernos han pactado una revisión que afectará a las dos cuencas más meridionales al fijar caudales mínimos diarios en el Tajo y mensuales en el Guadiana, destinados a garantizar buenas condiciones al estuario y al ecosistema fluvial. Sin embargo, el acuerdo no fija caudales ecológicos, como reclamaban numerosas organizaciones ecologistas lusas.
Los portugueses, además, han conseguido el reconocimiento de la captación ilegal de agua en el embalse del Alqueva por parte de agricultores españoles, que a partir de ahora tendrán que pagar en igualdad de condiciones que los portugueses. Aunque en la declaración conjunta no se establecen cifras, el Ministerio de Medio Ambiente luso calcula que se consumían de forma irregular 50 millones de metros cúbicos al año, valorados en unos dos millones de euros.
La cumbre sirvió para confirmar el desbloqueo de dos puentes internacionales, que eran demandas antiguas de las poblaciones y un empeño más rotundo del lado portugués. Luís Montenegro explicó que fue una de las peticiones que le trasladó a Pedro Sánchez en la primera reunión que tuvieron en el palacio de La Moncloa tras su toma de posesión. Estas nuevas infraestructuras se construirán sobre el río Sever, para unir Cedillo (España) y Nisa (Portugal), y el Guadiana entre Sanlúcar de Guadiana y Alcoutim.
En trenes, por el contrario, no ha habido avances apenas. Ambos países discrepan sobre la necesidad de agilizar el calendario de construcción de la alta velocidad entre Lisboa y Madrid. Mientras que el Gobierno español defiende la importancia de tener en funcionamiento esa conexión para la movilidad del Mundial 2030, el portugués descarta que su tramo pueda estar concluido para esa fecha. Luís Montenegro reiteró que el plazo previsto para unir Lisboa por alta velocidad hasta la frontera es 2034, dos años después de que la alta velocidad pueda unir Lisboa, Oporto y Vigo, que definió como su “prioridad” frente a la conexión entre ambas capitales.
Lo único nuevo en esta materia es la realización de estudios informativos para evaluar la conexión ferroviaria entre el Algarve y Andalucía, una petición reclamada por el alcalde de Faro, Rogério Bacalhau, en un discurso en el ayuntamiento después de entregarle las llaves de la ciudad a Montenegro y Sánchez. Además, el primer ministro luso recordó que su gobierno tiene interés en avanzar en otras dos conexiones por tren: la que uniría Aveiro-Oporto-Salamanca y la de Oporto-Bragança-Zamora.
Montenegro y Sánchez aprovecharon la cumbre para reforzar su alianza para presionar al presidente Emmanuel Macron para que avancen las conexiones energéticas entre la península Ibérica y Francia, indispensables para convertirse en suministrador de energía renovable para el centro de Europa. “No es admisible que estemos siempre a discutir las mismas materias, cuando son asumidas en documentos solemnes que vinculan a nuestros estados, no vamos a regatear esfuerzos para forzar a Francia y a la Comisión Europea para cumplir un designio que, además, figura en el informe Draghi para tener mayor autonomía energética en Europa”, advirtió el primer ministro portugués, en alusión al acuerdo firmado en Alicante en 2022 para construir el hidroducto BarMar, entre Barcelona y Marsella, así como la conexión que una Celorico da Beira y Zamora, para permitir la exportación de hidrógeno desde la península Ibérica hacia Europa, y nuevas infraestructuras energéticas en el golfo de Vizcaya.
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