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El Puerto Viejo de Algorta no quiere aparecer en más postales

Las viviendas turísticas se han multiplicado en este barrio vizcaíno de Getxo, donde se inventó el ‘kalimotxo’

Anselmo Ardanza, presidente de la Asociación de vecinos del Puerto Viejo de Algorta, en Getxo (Bizkaia).
Anselmo Ardanza, presidente de la Asociación de vecinos del Puerto Viejo de Algorta, en Getxo (Bizkaia).Fernando Domingo-Aldama

Las calles angostas y empinadas del Puerto Viejo de Algorta (Getxo, Bizkaia, 78.000 habitantes) aún trasladan al vecindario a épocas pasadas. “De crío jugaba por este suelo a los iturris [en euskera, el popular juego infantil con chapas de botellas] mientras mi aita salía en su bote a por jibiones”, recuerda Anselmo Ardanza, ahora jubilado con 67 años. “Siempre he vivido en esa casa”, revela, y señala una de las viviendas con mejores vistas hacia la desembocadura de la ría de Bilbao. Los botes amarrados en el muelle han desaparecido. En las icónicas escaleras que suben al centro de Algorta ya no huele a pescado, sino a rabas rebozadas. Las sirven en cualquiera de sus locales hosteleros. Apenas quedan habitantes en las humildes y caóticas viviendas blancas. La mítica casa Etxetxu, antigua sede del Ayuntamiento de Getxo, está dividida en apartamentos turísticos, mientras que en el resto afloran los pisos destinados al visitante. Las puestas de sol desde aquí reciben miles de me gusta en redes sociales. “Estamos intranquilos. No queremos salir en más postales. Solo nos falta la grabación de una serie internacional”, exclama irónicamente Ardanza.

Desde 2021, las viviendas turísticas (VT) se han duplicado en Getxo. Ahora hay 162 en una localidad donde el parque es de 33.000, según datos del Gobierno vasco. La mayor concentración se da en el Puerto Viejo. Ahora, son un total de nueve pisos los destinados a usos turísticos, entre los cerca de 50 hogares existentes. Unos números que aumentan, ligeramente, si se revisan los registros municipales y, significativamente, si se suman todas las que operan sin contar con los permisos necesarios. A todo esto, habría que sumar la actividad de los apartamentos turísticos (AT).

El Puerto Viejo de Algorta está de moda dentro y fuera de Bizkaia. Lo saben bien en su Consistorio y, este jueves, el pleno debate una moción para protegerlo. Entre otras medidas, el documento pide emitir informes negativos hacia las nuevas viviendas turísticas o circulares informativas a las comunidades de vecinos para prohibirlas a través de una modificación de sus estatutos.

“Desde el equipo de gobierno, pretendemos regular estos pisos con el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), ahora, en proceso de aprobación”, explica la alcaldesa, Amaia Agirre (PNV). “Ahora todas las licencias están decaídas”, aunque cualquier vecino que registre su vivienda como turística en el Gobierno vasco y reciba un código puede empezar a alquilarla, informan fuentes del Ejecutivo.

La primera edil del tercer municipio más poblado de Bizkaia traza tres ejes para su correcta legislación a través del PGOU: “Por una parte, equilibrar el interés entre vecinos y propietarios; por otra, buscar la sostenibilidad con las características del propio Puerto Viejo; y, por último, definir una regulación conforme con la normativa europea”.

Desde el punto de vista del gobernante, todo habría sido más fácil la pasada legislatura, cuando el equipo de gobierno compuesto por el PNV y el PSE gozaba de mayoría absoluta. En esta, avanzar con el plan urbanístico está siendo una misión tediosa. El fuerte rechazo por parte de la ciudadanía tras la contemplada recalificación de suelos en una zona rural, entre otros cambios, ha terminado con 2.000 alegaciones al documento.

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Tanto el Partido Popular, líder de la oposición, como EH Bildu y Podemos, tienen visiones contrapuestas al proyecto diseñado: mientras que el plan ofrecerá el marco para regular las VT en el Puerto Viejo, también permitirá edificar en parte del corazón verde de Getxo, una postura muy polémica que costó 5.000 votos a los dos partidos del gobierno en las pasadas elecciones municipales. Es probable que esto se desenrede con el apoyo de los populares, como ya ocurrió en la aprobación de los presupuestos locales.

“Sensibilidad y sostenibilidad”

Agirre no se atreve a “entrar en los detalles de la regulación para los pisos turísticos recogida en el plan general, más cuando falta la recepción de algún informe sectorial supramunicipal”. El borrador actual, que debería ser aprobado definitivamente antes de octubre de este año y al que ha tenido acceso EL PAÍS, cataloga el Puerto Viejo como casco tradicional. De esta forma, las viviendas turísticas deberán estar situadas “en edificios donde no esté instalada una actividad turística en cualquiera de sus modalidades y con un acceso y núcleo de comunicación propio o independiente de las viviendas”.

El representante de los 150 vecinos recoge un caso concreto: “Tenemos en la asociación a un chaval con miedo por que no le renueven su contrato de alquiler. Sus arrendadores pretenden destinar ese piso a fines turísticos. Ellos ganan más dinero”. Una noche en una vivienda de este estilo ronda los 170 euros en temporada alta y los 110 euros en temporada baja, tal y como se puede consultar en una conocida plataforma.

Ardanza, cuyo apellido está muy ligado al barrio, recalca que la asociación no va contra el Ayuntamiento ni los propietarios: “Al final, es gente del pueblo que conocemos de toda la vida que ha comprado aquí, ha reformado y, ahora, está sacándole pasta, algo que entendemos”, reconoce. En cambio, le preocupa “la falta de sensibilidad a la hora de conservar el patrimonio material o cultural”. Se refiere, entre otras cosas, a las populares fiestas del barrio, llenas de vida entre las cuadrillas y en las que se inventó el kalimotxo.

Mikel Bildosola acaba de redactar la moción que llevará al pleno de esta semana. El portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento considera que “hay que poner freno” a esta tendencia. “Se acrecienta la gentrificación en los lugares históricos y acaban perdiendo su esencia. Los pisos turísticos acentúan el proceso de mercantilizar el centro de las ciudades”, argumenta para poner ese asunto sobre la mesa.

El turismo, tanto nacional, como internacional, no para de crecer en Getxo, según datos de sus oficinas municipales. El año pasado las entradas crecieron un 20% hasta las 158.000, con una estancia media de más de dos días. No es el único municipio vizcaíno donde el turismo está alterando su casco histórico. En Bermeo, la cifra oficial de VT alcanza las 235. Esta localidad costera de poco más de 16.000 habitantes también atrae mucho turismo por su cercanía con el entorno de San Juan de Gaztelugatxe, el mayor exponente vasco del poder del cine en la turistificación de una zona —aquí, se grabó parte de la serie de Juego de Tronos—.

“Los pisos que se vacían acaban como viviendas turísticas porque tampoco hay muchos hoteles en Bermeo”, se queja Nerea Prieto, una vecina de 28 años. “Sobre todo, pido a mi Ayuntamiento que diagnostique esta situación y sancione a los pisos no registrados”, indica. Fuentes municipales admiten que están elaborando “un estudio exhaustivo”.

Bilbao es la ciudad en Bizkaia con más pisos turísticos, también debido a su extensión. El pleno de la capital debatirá este asunto en junio. En 2023, el territorio histórico recibió 1,7 millones de visitas, un 2,7 % más que en 2019, cuando se tocó techo.

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