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Claves de la declaración de Sánchez: arranca la batalla del relato en plena campaña electoral

La breve alocución sin preguntas del presidente aclara su futuro inmediato, pero deja otras cuestiones sin explicar

Foto: FERNANDO HERNÁNDEZ | Vídeo: EPV
Natalia Junquera

Tras cinco días de “reflexión” y después de comunicar su decisión al Rey, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido este lunes en las escalinatas de La Moncloa para anunciar, en una declaración institucional sin preguntas de los periodistas, que continuará como jefe del Ejecutivo. En la alocución, de ocho minutos, Sánchez contesta a algunas de las cuestiones que dejó en el aire su “carta a la ciudadanía” del pasado miércoles, pero plantea otras aún sin respuesta. Este es un análisis, párrafo a párrafo, de las explicaciones del presidente.

Solo Pedro Sánchez tenía la respuesta porque, según ha explicado, sus dudas obedecían a una situación personal, motivada por el impacto emocional de las críticas contra él y, sobre todo, por la admisión a trámite de una denuncia presentada por Manos Limpias contra su esposa, Begoña Gómez. En los últimos cinco días canceló su agenda pública y se encerró en La Moncloa con su familia. El desconcierto en el resto del equipo del Gobierno y en el PSOE era total, como evidencia que varios ministros y dirigentes socialistas creyeran que iba a dimitir este lunes, y otros, que en ningún caso tiraría la toalla.

La propia organización que ha presentado la denuncia contra Begoña Gómez, Manos Limpias, ha admitido la posibilidad de que esté basada en informaciones falsas. Su presidente, Miguel Bernard, vinculado en el pasado a la ultraderechista Fuerza Nueva, ha explicado: “Basé la denuncia que se presentó en informaciones periodísticas, y solo en las mismas. Será ahora el juez instructor quien deberá comprobar si dichas informaciones periodísticas son ciertas o no. Si las mismas no son ciertas, serán quienes las publicaron quienes deberán asumir la falsedad”. Entre esas informaciones se incluye en la denuncia una del diario The Objective titulada: “El Gobierno ocultó el importe de una subvención a nombre de Begoña Gómez”. La beneficiada se llama efectivamente así, pero no es la esposa del presidente, sino una mujer de Cantabria.

Sánchez replicaba así a la tesis lanzada en los últimos días por algunos analistas políticos. También por dirigentes del PP, que en público calificaron de maniobra táctica el período de reflexión anunciado por el presidente, aunque en privado, sobre todo en los últimos días, contemplaban la posibilidad de que dimitiera. La declaración de Sánchez al asegurar que su iniciativa no obedece a ningún cálculo político no frena, en todo caso, la batalla de relatos que se abre a partir de ahora sobre el amago de dimisión. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha calificado la actuación de Sánchez de “pura estrategia electoral, judicial o ambas” para tratar de movilizar a su electorado. Todo ha ocurrido en plena campaña de las elecciones catalanas, donde los socialistas necesitan ganar y lograr formar gobierno para compensar los malos resultados en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28 de mayo, donde perdieron buena parte de su poder territorial.

El presidente alude a la importancia de la salud mental, como hizo la Reina en un discurso público en octubre de 2023. En su carta a la ciudadanía del pasado miércoles, Sánchez compartía sentimientos íntimos: “Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”. El PP se burló especialmente del uso de ese tipo de términos, poco habituales en el lenguaje político, y calificó el escrito de Sánchez a los ciudadanos como "telenovela" o “carta de amor”.

Los estudios del CIS muestran, periódicamente, cómo los encargados de aportar soluciones, los políticos, se han convertido para la ciudadanía en un problema más, citado entre las principales preocupaciones junto al paro, la sanidad o la vivienda. La crispación política ha ido creciendo en los últimos años y ha enfangado el debate porque, como han señalado diversos politólogos, todo el tiempo que sus señorías invierten en el ataque personal y la bronca partidista es tiempo que se detrae de los necesarios debates sobre asuntos de Estado. Sánchez se ha referido a menudo a lo que llama la "polarización asimétrica", asegurando que es la derecha la que más contribuye a la crispación política. Miembros del PSOE lo comparten, pero algunos admiten que su partido también se ha dejado arrastrar a esa política bronca y citan como ejemplos las acusaciones falsas contra la esposa del líder de la oposición,  Alberto Núñez Feijóo, o el estilo de Óscar Puente para compensar el lenguaje duro del portavoz popular Miguel Tellado.

El detonante de la reflexión de Sánchez, según aclaró él mismo el pasado miércoles, fue la admisión a trámite de una denuncia contra su esposa por parte del juez Juan Carlos Peinado. El Tribunal Supremo se ha pronunciado en reiteradas ocasiones contra denuncias como la de Manos Limpias basadas únicamente en recortes de prensa. En el año 2000, el alto tribunal dictaminó: “Puede y debe el juez decretar la inadmisión de la querella […] cuando no se ofrecen datos o elementos fácticos que indiciariamente pudieran aparecer como constitutivos de los delitos que se imputan en el escrito de querella, no sirviendo a este efecto la mera aportación de recortes de prensa o similares, sin más constatación o acreditación”. El pasado febrero, el Supremo se pronunció en la misma línea a propósito de las querellas presentadas por Vox y el llamado Sindicato para la Defensa de la Solidaridad con los Trabajadores de España contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por la actuación policial frente a las concentraciones diarias realizadas en noviembre de 2023 en las proximidades de la sede central del PSOE en la calle Ferraz. La Fiscalía también ha reclamado el archivo de la denuncia contra Begoña Gómez al entender que no hay indicios de delito.

En esa frase residen la mayor parte de las dudas que ha despertado el movimiento del presidente. Efectivamente, los ataques a Sánchez y su familia comenzaron hace casi una década, cuando, en 2014, apenas un mes después de que fuera elegido líder del PSOE, miembros del Gobierno de Mariano Rajoy conversaban con el comisario José Manuel Villarejo, quien ofrecía información comprometedora - nunca demostrada- contra el entorno familiar de Sánchez. “Esto lo mata”, prometía Villarejo, refiriéndose al fin de la carrera política del líder socialista. Desde que asumió la presidencia del Gobierno tras la moción de censura contra Rajoy en junio de 2018, el PP ha cuestionado constantemente la legitimidad de Sánchez y ha logrado implantar el concepto “antisanchismo”, centrando en la figura del presidente su estrategia de oposición. Pero la declaración de Sánchez este lunes se contradice con su propia carta a la ciudadanía del pasado miércoles, porque asegura que esa campaña de descrédito “no es lo más relevante”, cuando hace cinco días lo era, hasta el punto de provocar que se plantease si “merecía la pena” seguir. Más allá de la campaña catalana y de la oposición férrea de PP y Vox, también Aitor Esteban, portavoz del PNV (que apoyó la investidura de Sánchez y que gobierna con el PSOE en Euskadi), ha cuestionado la actitud del presidente del Gobierno: "Hemos asistido a un hecho insólito que tampoco era necesario para los objetivos que públicamente se decía perseguir. Lo mejor que se puede decir es que ya ha acabado"

Se refiere Sánchez a las concentraciones de apoyo de los últimos días-12.500 personas el sábado frente a la sede del PSOE en la madrileña calle de Ferraz o 2.000 en Valencia, según la Delegación del Gobierno- y en las que sus simpatizantes coreaban lemas como: “Pedro, quédate”, “No estás solo” o “No pasarán”. También a los mensajes que el Gobierno y el partido han dirigido a su presidente animándole a no rendirse y recordando lo que hay enfrente: la extrema derecha. El ministro de Transportes, Óscar Puente, afirmó: “Sánchez es el puto amo”; y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, proclamaba: “Sí, merece la pena que ganen los buenos”. En la reunión del Comité Federal del sábado, los socialistas apelaron a la historia del partido, a la Guerra Civil y a la represión franquista en forma de exilio o cárcel, así como al terrorismo de ETA, que mató a 12 de sus dirigentes, para tratar de convencer a Sanchez de que debía seguir. Lo que no ha aclarado el jefe del Ejecutivo al comunicar que ha decidido quedarse es en qué consiste exactamente ese “punto y aparte”, es decir, qué ha cambiado en estos cinco días, más allá de esas muestras de apoyo.

Sánchez apeló a la “conciencia colectiva de la sociedad española”; recordó, al igual que los dirigentes socialistas en el Comité Federal del partido el pasado sábado, “las terribles y profundas heridas” causadas por la Guerra Civil y la dictadura, y cómo el país había logrado sobreponerse a ellas, convirtiéndose en “referente internacional de libertades y democracia, progreso y convivencia”; también se remontó a la pandemia, “superada con éxito”, y al “buen momento económico” del país, pese a la complicada situación internacional por las guerras en Oriente Medio y Ucrania. Pero no aclaró, cuando reclamó la “movilización” ciudadana, a qué se refiere exactamente, ni en qué medidas concretas está pensando para esa “regeneración democrática”.

Sánchez retoma el marco al que se ha referido en las últimas citas electorales, esto es, la batalla entre bloques: la izquierda progresista frente a la derecha y la ultraderecha, cuya alianza, sostiene, supone un retroceso en libertades y derechos. También hace alusión, sin citarlo, al trumpismo, muy imitado en España por Vox -partido que fue asesorado por Steve Bannon, antiguo jefe de campaña de Donald Trump- y su estrategia de extender supuestas amenazas sobre la seguridad ciudadana con mensajes de odio contra la comunidad inmigrante o los bulos sobre las vacunas.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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