Indignación en la Casa del Pueblo: “Los militantes estamos quemados de tanto ataque en estos años”
Afiliados socialistas de Rota comparten vértigo e incredulidad en una de los miles de sedes del partido en España: “Todos tenemos un límite. Pero confío en que no va a dimitir y no nos va a dejar tirados”
Manuel Bravo lleva desde la noche del miércoles sin conciliar bien el sueño. Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apretó el botón de pausa con la carta en la que amaga con dimitir, Bravo no para de repasar variables y escenarios posibles: “Estoy en shock. Pasé de lo increíble que me parecía todo a reflexionar. Apenas he dormido pensando”. Y en esas dice seguir, con un mal presagio que le asalta sentado a la mesa junto a otros seis militantes que, aún estupefactos, se han animado a acercarse a la Casa del Pueblo de Rota (Cádiz), pese a que el ambiente no está para alharacas. “Los militantes de base estamos quemados de tanto ataque en estos años. Si [Sánchez] se fuese, sufriríamos la desmovilización”, le apunta Juan Ramón Sánchez con gesto cariacontecido.
La Casa del Pueblo de Rota —una de los miles de sedes de agrupaciones que el PSOE tiene por todo el país— tiene aspecto de centro de salud. Hace meses que el partido cedió un despacho al pintor local Manuel Tossar para que trabajase a su aire sus mil espectros de blanco. El salón de actos lo mismo sirve para clases de flamenco que para talleres de belenismo o para jugar al ajedrez. Las agrupaciones del Carnaval usan la barra del bar para regarse la garganta durante sus ensayos y el lugar es el santo y seña de las celebraciones —cuando las hay— de las noches electorales. “Siempre hay alguien por aquí. Esto está abierto para quien quiera”, aclara Adela Santana, miembro de una ejecutiva local que aglutina a 115 militantes. Pero el terremoto político que activó la tarde del pasado miércoles el presidente Pedro Sánchez pilló a la sede roteña en horas tranquilas.
A Bravo le saltó una notificación de redes sociales y, rápidamente, se lanzó a diseccionar la carta. Pero Santana estaba trabajando, así que no se enteró hasta hora y media después. Para ese entonces, el grupo de WhatsApp de la agrupación local ardía: “No me lo podía creer”. “Pensé que era un bulo porque siempre le habíamos visto varias veces resurgir, pero nunca ese lado humano”, señala Virginia Curtido.
Los siete socialistas roteños se animan a entrar en harina y debatir —mayetitos, unos dulces que recuperan la memoria agricultora de la localidad, y cafés mediante—, apenas 24 horas después del seísmo. Lo hacen casi como un gesto de esa movilización a la que el jueves arengó el expresidente Zapatero en una entrevista en la SER. “Fui a Ferraz en Navidad como apoyo frente a las protestas por la ley de amnistía”, advierte Bravo, envalentonado a volver de nuevo, si fuese necesario.
La agrupación socialista de Rota —municipio con 29.000 vecinos y gobernado por el PSOE desde hace dos mandatos— fue una de tantas agrupaciones andaluzas y españolas a las que, allá por 2017, no les quedó otra que alistarse en la lucha fratricida de primarias que Sánchez ganó a Susana Díaz. Hoy, los carteles electorales de cada cual aún adornan las paredes del salón de actos de la Casa del Pueblo, juntos pero no revueltos, acompañados de otros de Pablo Iglesias (el histórico) o Alfredo Pérez Rubalcaba. En Rota aquella herida parece lejana y sanada, y los siete militantes coinciden en que la carta de Sánchez ha servido para apretar aún más las filas. “Hasta [Emiliano García] Page ha salido ya [a dar su apoyo]”, bromea Yolanda Morales. Rosa María Gatón le sigue el juego: “¿Y Felipe [González]? Alguien tendría que decirle que cerrase ya la boquita, pero mira cómo ahora no ha hablado”.
El espectro sociológico de los reunidos en la Casa del Pueblo roteña es amplio, de los 30 años de Santana a los 70 de Gatón. Todos coinciden en que la crispación política va en aumento. “Nos embarran sin parar. Parece que todos los socialistas somos etarras y no creemos en la nación”, se queja Juan Ramón Sánchez. Juan José Marrufo, anterior teniente de alcalde, recuerda que un vecino incluso se le encaró en la calle para decirle que se iba a cargar la Corona. “Una parte de la derecha está más agresiva. Este ‘basta’ viene tras el ataque de un partido que no fue capaz de formar Gobierno, que cree que el poder le viene de cuna, que ha atacado a la familia y se ha metido en la vida privada”, afirma.
En la Casa del Pueblo llevan desde el miércoles por la tarde intentando escudriñar cada gesto que viene de Madrid. Ninguno había podido ver en directo la sesión de control al Gobierno en el Congreso de la mañana, horas antes de hacerse pública la carta del presidente, y todos buscaron después el vídeo para analizar el gesto circunspecto de Pedro Sánchez en esa sesión. “Nunca le había visto esa expresión”, asegura Morales. “Es muy humano porque es rojo, no es de derechas y tiene lágrimas”, replica Gatón enfadada.
Y, con todo, la mayoría cree que Sánchez el lunes comunicará que sigue adelante. “Todos tenemos un límite. Pero pienso y confío en que no va a dimitir, no nos va a dejar tirados”, apostilla Morales. Manuel Bravo, a base de analizar movimientos, tiene otros presagios: “Se ha tirado a la piscina varias veces y siempre ha estado llena, pero a ver qué va a pasar ahora. Quiero equivocarme, pero creo que va a dimitir”. El resto le devuelve una mirada sombría. “¿Y qué vamos a hacer las mujeres?, le responde Gatón. “Pues seguir luchando contra Vox y la ultraderecha”, apunta Morales. Así que, por lo que pueda pasar, Juan Ramón Sánchez se viene arriba: “Nos han ido comiendo la moral y ahora no debemos callarnos”. El tiempo dirá si el lunes por la tarde habrá fiesta o duelo en la Casa del Pueblo de Rota.
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