El PSOE y sus socios arropan a Sánchez y se movilizan para salvar el Gobierno
Los aliados parlamentarios salen en defensa de la actual mayoría y se muestran dispuestos a respaldar una cuestión de confianza
El objetivo los une a todos: salvar la legislatura y plantar cara al “acoso de la derecha”. En eso está el PSOE entero, incluidos los barones díscolos; Sumar, su socio de Gobierno, y los aliados parlamentarios, entre los que únicamente Junts ha regateado un apoyo expreso a Pedro Sánchez tras el anuncio de que se está planteando su dimisión. Como en las últimas elecciones, dentro de las filas socialistas, además del Ejecutivo al completo, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero se ha puesto al frente para pedir a los militantes que se movilicen en defensa de Sánchez. El respaldo también es inequívoco por parte de la líder de Sumar, Yolanda Díaz. Y desde fuera del Gobierno, los máximos dirigentes de ERC, PNV, EH Bildu o BNG han salido a deplorar los ataques políticos y judiciales al presidente. Nadie quiere unas nuevas elecciones después de haber salvado la mayoría por un estrecho margen el pasado julio. Si Sánchez diese el paso de someterse a una cuestión de confianza, todos menos Junts se muestran inclinados a dar su apoyo.
La única duda ante el caso de que Sánchez anunciase el lunes —cuando concluye su autoimpuesto periodo de reflexión— que pedirá al Congreso que le renueve su confianza sería la posición de Junts, el partido de Carles Puigdemont, que, en cualquier caso, le ha retado a presentar la cuestión. Los demás aliados (Sumar, ERC, PNV, EH Bildu, Podemos y BNG) sí han dejado caer que le refrendarían para frenar a la derecha y la ultraderecha. Coalición Canaria (CC), que también apoyó en su día la investidura de Sánchez, lo resolverá el lunes tras conocer la decisión del presidente, aunque también adelanta su condena a la ola de ataques personales al líder del PSOE.
En la investidura del pasado noviembre, el candidato del PSOE sumó 179 escaños a favor (todos los citados más Junts), con 171 en contra, lo que ya anticipaba una legislatura compleja y de máxima tensión. Es lo que ha ocurrido. A la espera de la decisión de Sánchez, se abren varias alternativas: que continúe sin más, se someta a una cuestión de confianza o incluso renuncie y se quede otro presidente de manera interina mientras no se produce otra investidura. Unas nuevas elecciones no se podrían convocar hasta el 29 de mayo, un año después de fijadas las últimas.
La cuestión de confianza es un instrumento que solo se ha utilizado dos veces en 45 años de historia constitucional y tiene un trámite muy similar al de una investidura. El artículo 112 de la Constitución y el 173 del Reglamento del Congreso recogen, con idénticos términos, que el presidente, “previa deliberación del Consejo de Ministros”, puede plantear ante la Cámara una cuestión de confianza “sobre su programa o sobre una declaración de política general”. Para superarla basta con obtener el apoyo de la mayoría simple del Congreso. Las únicas cuestiones de confianza debatidas en el periodo constitucional las plantearon Adolfo Suárez en 1980 y Felipe González en 1990, en ambos casos para buscar aval a sus políticas económicas, que fueron refrendadas por el Parlamento.
Sánchez podría ganar esa votación de confianza con los apoyos de ERC y nacionalistas vascos y gallegos y la simple abstención de Junts. En defensa de la actual mayoría parlamentaria salió el portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, quien urgió a “construir un amplio bloque democrático” contra la extrema derecha y los poderes que, según él, condicionan la vida española sin presentarse a unas elecciones. En línea con lo que está propagando el PSOE por toda su estructura, Errejón también demandó “una movilización política y ciudadana en defensa de la democracia”. Yolanda Díaz insistió en esa idea y en defender “el bloque progresista y la legitimidad del Gobierno de coalición que tanto ha mejorado la vida de la gente”.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se decantó por la moción de confianza como posible salida, pero pidió a Sánchez que no espere hasta el lunes y que “decida cuanto antes” si sigue o abandona la presidencia. Ortuzar, en declaraciones a Onda Vasca, fue comprensivo con el “dolor” de Sánchez y le mostró su “solidaridad” incluso “a través de personas interpuestas”. El líder del PNV no criticó al juez del caso pero sí lamentó el “procedimiento judicial” que, según dijo, obliga a investigar cada denuncia aunque carezca de base. “No se puede parar la política por la denuncia de un sindicato de ultraderecha”, expresó Ortuzar, quien lamentó que la política “se está convirtiendo en algo desagradable”.
El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, dejó aún más claro que su formación tampoco permitirá que fracase, en el caso de que se convoque, una cuestión de confianza: “Nosotros no le vamos a dar paso a la derecha”. Otegi cargó contra el “sistema judicial español”, al que acusó de practicar la persecución política o “lawfare permanentemente”.
En la misma línea, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, adelantó en Telecinco que su formación no permitiría que Sánchez deje el poder por lo que considera una “campaña de acoso política, mediática y judicial” de la derecha y la ultraderecha “contra el Gobierno legítimo”. ERC, en todo caso, no es partidaria de la cuestión de confianza. Según el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, “no tendría sentido” que el jefe del Ejecutivo se someta a ese trámite, ya que no hay “un problema con sus socios de investidura”, sino “de otro ámbito”. Aragonès aventuró que si Sánchez medita su renuncia es “por otras razones” no estrictamente políticas. Y luego avisó de que si sigue debe cumplir los compromisos de investidura adquiridos con ERC.
En cambio, Puigdemont, en un extenso comentario en X, retó a Sánchez a presentar la moción de confianza sin anticipar cuál sería el voto de su formación. El expresident, eso sí, recordó que Sánchez suele hacer “movimientos tácticos” y aludió a su biografiada capacidad de resistencia. El líder de Junts entrelazó sus peripecias y vivencias con las que pueden estar padeciendo el líder socialista y su esposa, que reconoció como “salvajes y deshumanizadoras” por parte de “la política y prensa española”. Pero concedió que con el anuncio de que medita su retirada “su liderazgo se ha debilitado”.
Quien pidió expresamente a Sánchez que continúe fue la líder de Podemos, Ione Belarra, aunque matizó: “Pero no así, hay que cuidar el bloque progresista”. Belarra acusó a la derecha de “no respetar las reglas del juego democrático”. El único diputado del BNG, Néstor Rego, se mostró tajante: “El Gobierno y la legislatura deben continuar para cumplir los compromisos adquiridos con Galiza”. Rego arremetió con dureza contra el PP y contra el juez que ha abierto la causa a la esposa del presidente y llamó a construir “un muro de contención frente a la derecha”. Y remachó: “Hoy es más difícil que nunca negar que en el Estado español existe lawfare”.
CC esperará a la comparecencia de Sánchez del lunes para pronunciarse, pero su portavoz en el Congreso, Cristina Valido, expresó su desagrado por el clima de confrontación actual y por el hecho de que la política se haya entrometido en la vida personal de los dirigentes, lo que, subrayó, ha afectado a miembros de diversos partidos.
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