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Felipe González y Mariano Rajoy alertan contra los populismos como uno de los riesgos de las democracias

Los expresidentes debaten en Lisboa junto a los ex primeros ministros portugueses Balsemão y Costa sobre los desafíos políticos medio siglo después del fin de las dictaduras en España y Portugal

Mariano Rajoy y António Costa
El expresidente español Mariano Rajoy y el ex primer ministro portugués, António Costa, este martes en el Foro La Toja-Vínculo Atlántico, en la Fundación Calouste Gulbenkian, en Lisboa.JOÃO RELVAS (EFE/LUSA)
Tereixa Constenla

Hace medio siglo ni en España ni en Portugal se podría haber celebrado un foro político semejante. Los dos países, junto a Grecia, eran los únicos de la Europa occidental en manos de dictaduras. Los portugueses derrocaron la suya el 25 de abril de 1974 con un golpe de Estado que se convirtió en una revolución. Los españoles esperaron a la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, para impulsar una transición pactada. Los dos caminos acabaron en las democracias de hoy. Cuatro de sus gobernantes participaron esta mañana en el Foro La Toja-Vínculo Atlántico, celebrado en la Fundación Calouste Gulbenkian, en Lisboa, para hacer un repaso de estas décadas y dejar algunos avisos para el futuro.

Si en algo coincidieron los expresidentes españoles Felipe González y Mariano Rajoy fue en identificar los populismos como uno de los desafíos de las democracias. González elogió el ejemplo de Portugal, donde los dos principales partidos han pactado turnarse en la presidencia del Parlamento para salvar el bloqueo que estaba imponiendo el partido de ultraderecha Chega, que recibió más de un millón de votos y cuenta con 50 diputados en la Asamblea de la República. “Han sido capaces de preservar el espacio de la centralidad, donde se juega el futuro de la democracia en el mundo. Hace falta limitar las dependencias de grupos radicales y lo han conseguido. Solo así se acaba la crispación que está amenazando destruir la democracia”, subrayó el socialista que presidió el Gobierno español entre 1982 y 1996.

El ex presidente español Felipe González y el ex primer ministro portugués Francisco Pinto Balsemão, en el Foro La Toja - Vínculo Atlántico, en la Fundación Calouste Gulbenkian en Lisboa.
El ex presidente español Felipe González y el ex primer ministro portugués Francisco Pinto Balsemão, en el Foro La Toja - Vínculo Atlántico, en la Fundación Calouste Gulbenkian en Lisboa. JOÃO RELVAS (EFE/LUSA)

Rajoy incidió sobre la idea de que el populismo es “el enemigo interno” de la democracia. La forma de combatirlo, dijo, es alcanzar consensos como ha ocurrido en el pasado en España en asuntos como el euro, la integración europea o la redacción de la Constitución. “El consenso, la centralidad, es capital, porque ahí se encuentra el 80% de la gente. El problema es gobernar con malas compañías y dejar de lado a la mitad del país. Ahí está la clave para acabar con el populismo, no pactar con extremismos”, defendió. El presidente español entre 2011 y 2018 no citó a Vox, aunque sí mencionó en una ocasión a Podemos como un partido que surgió en respuesta a la crisis económica de 2008 y que está en retroceso. “En España surgen partidos que duran un cuarto de hora, yo creo que los populismos serán derrotados”, indicó.

Tampoco el ex primer ministro portugués António Costa ve margen de crecimiento en su país para la ultraderecha, a pesar de su gran avance en los recientes comicios. “No debemos magnificar los resultados de las últimas elecciones, ocurridas en circunstancias extrañas”, señaló el socialista en uno de los primeros actos en los que participa como ex primer ministro, tras la toma de posesión de Luís Montenegro, líder del Partido Social Demócrata (PSD, centro derecha), que ganó las elecciones en marzo con apenas 50.000 votos de ventaja sobre el candidato socialista, Pedro Nuno Santos. Según Costa, la “falta de tracción de PS y PSD” explican el avance de Chega y abogó por dejar pasar tiempo “para que las cosas recuperen la normalidad”. Francisco Pinto Balsemão, que fue primer ministro de Portugal entre 1981 y 1983, alertó sobre el hecho de que la mayor parte de países del planeta carecen aún de libertades.

Los cuatro coincidieron en destacar que España y Portugal están mucho mejor que hace medio siglo, sometidas entonces por sendas dictaduras y aisladas del contexto europeo. Ambos países entraron a un tiempo en la Unión Europea (entonces Comisión Económica Europea) en 1986. González recordó que las trabas que sufrió España forzaron el retraso en la adhesión portuguesa porque Bruselas quería cerrar a un tiempo ambos procesos. A excepción del socialista Costa, los tres antiguos mandatarios defendieron la construcción de una Europa federal de estados para reforzar el peso político. Pinto Balsemão, que fundó el Partido Social Demócrata tras la caída de la dictadura lusa, reivindicó la creación de una política de defensa común, algo que compartieron los demás. “No veo más alternativa que los Estados Unidos de Europa, no sé en qué plazo. Y el primer paso es crear una política exterior y de defensa común para hablar con una sola voz en el mundo”, sostuvo Rajoy.

António Costa, que podría retomar su vida política en Bruselas si la investigación judicial sobre su papel en la aprobación de varios proyectos empresariales le deja libre de sospecha, fue el más escéptico sobre la unión política. “La federación europea es muy tentadora, pero es muy difícil dar ese paso sobre un conjunto de Estados nación preexistentes. La visión del mundo de cada uno de los 27 países está marcada por su propia experiencia histórica”, planteó el socialista.

González también recordó el origen del proyecto europeo y alertó sobre sus errores: “La Unión Europea se ha olvidado de que hizo la política agraria común para evitar los flujos migratorios masivos desde Europa hacia otros países. Ahora lo que estorba en la política agrícola son los agricultores. Pretender gobernar el paisaje y olvidarse del paisanaje es una estupidez y una ceguera”.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.
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