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Las lecciones del voto gallego para todas las marcas políticas en un año de vértigo

Politólogos y sociólogos analizan el peso de la amnistía en el descalabro electoral del PSOE, las posibilidades de un cambio de ciclo y las expectativas ante los próximos comicios vascos

Alfonso Rueda, entre Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy, el día 3 en Pontevedra.
Alfonso Rueda, entre Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy, el día 3 en Pontevedra.ÓSCAR CORRAL
Natalia Junquera

La política es un juego de expectativas y una prueba diaria de coherencia en la que casi todos suspenden. En 2020, última vez que coincidieron las elecciones gallegas y vascas, el entonces líder del PP, Pablo Casado, impuso en Euskadi un candidato y campaña a su imagen y semejanza, con un discurso en clave nacional, y se resignó a que Alberto Núñez Feijóo, con tres mayorías absolutas a sus espaldas, hiciera lo que quisiera. El candidato tutelado, Carlos Iturgaiz, se estrelló en las urnas. El disidente triunfó con el modelo de siempre: logo del PP reducido a tamaño copyright y la frase “primero Galicia, después el partido” repetida en cada mitin. Menos de cuatro años después, en sus primeros comicios gallegos desde Madrid, Feijóo puso al candidato popular a la Xunta, Alfonso Rueda, a hablar de la amnistía del procés, los pactos del Gobierno con EH Bildu y el sanchismo. Su votante empezó a desmovilizarse. El PP rectificó, galleguizando de nuevo la campaña para centrarse en su principal rival, el BNG, y una vez revalidada, con muchos nervios, la mayoría absoluta, ha retomado el discurso nacional: “Esto es un mensaje para España”. ¿Lo es?

EL PAÍS analiza con politólogos, sociólogos y expertos en demoscopia, las lecciones que dejan los comicios gallegos, qué puede extrapolarse y qué no a la política nacional, y en qué posición queda cada partido y líder en un año repleto de citas electorales, es decir, de examen de expectativas.

Voto dual, implantación territorial y calibre de la amnistía

En las generales de julio de 2023, el PSOE y Sumar, los partidos de la coalición actual de Gobierno, aglutinaron el 40,68% de los votos en Galicia. Poco antes, en las municipales de mayo, los socialistas se hicieron con el 29% de las papeletas gallegas. En los comicios autonómicos del pasado domingo, el partido de José Ramón Gómez Besteiro se quedó en un raquítico 14% y bajó de 14 a 9 diputados. Galicia es campeona española en el llamado voto dual, el del elector que escoge un partido diferente según el tipo de convocatoria. Ese comportamiento electoral es el primer obstáculo en el relato del cambio de ciclo que pretenden instalar los populares, con un nivel de euforia tras el 18-F solo comparable en intensidad a la depresión después del 23-J por una cuestión de expectativas: en el primer caso barajaban perder la Xunta y en el segundo solo contemplaban ganar La Moncloa.

“Galicia”, afirma la socióloga Cristina Monge, “ha votado en gallego, no en madrileño”. “No ha ganado el PP, sino el PP de Galicia, que tiene una fortísima implantación territorial”, añade. “No ha habido”, continúa el politólogo Pablo Simón, “cambios sustanciales en los bloques, sino una reconfiguración en el de la izquierda, con el BNG llevándose casi un tercio de los votantes del PSOE”.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el candidato del partido a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, el pasado 16 de febrero en un mitin en Santiago de Compostela.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el candidato del partido a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, el pasado 16 de febrero en un mitin en Santiago de Compostela. ÓSCAR CORRAL
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Ni Monge, ni Simón creen que la amnistía o los pactos del Gobierno con los nacionalistas hayan tenido que ver en el descalabro de la izquierda en Galicia. “Los votos del PSOE y de Sumar”, recuerda la socióloga, “se han ido al BNG, un partido nacionalista y proamnistía. La lección de las elecciones gallegas es la importancia de lo cercano: ha ganado el arraigo del PP gallego y la apuesta social de Ana Pontón, que se convirtió en el voto útil de la izquierda. Los socialistas y Sumar han pagado la falta de implantación en el territorio. El escaño de Democracia Ourensana también muestra la importancia de lo local. Vox no entra en el Parlamento gallego, pero ellos sí”.

José Pablo Ferrándiz, director de Estudios Políticos de Ipsos, señala que las encuestas evidenciaron cómo la estrategia inicial de campaña de los populares hizo bajar las perspectivas del partido en unas elecciones adelantadas precisamente para escenificar un paseo triunfal, una zancada hasta La Moncloa. “Al meter los temas nacionales con calzador”, explica Simón, “el votante del PP empezó a desmovilizarse”: “Y rectificaron, buscando la polarización con Pontón para asegurarse a su votante tradicional, el mayor. El PP casi no rasca entre los jóvenes y arrasa entre los mayores y el BNG al revés. Y si la campaña nacionalizada funcionara en Galicia, Vox habría tenido más posibilidades de entrar en el Parlamento gallego”. El partido de extrema derecha empeora sus resultados elección tras elección. “Vox no está muerto”, declaró su vicepresidente en la primera rueda de prensa tras las gallegas. Excusatio non petita...

Para José Antonio Zarzalejos, analista político, presidente del consejo editorial de El Confidencial y exdirector del diario Abc, los nervios del PP, que duraron “hasta el domingo pasado a las nueve de la noche”, estaban “muy justificados”. Pocos días antes, Zarzalejos escribía un artículo muy crítico con la estrategia del PP y el propio liderazgo de Feijóo. Ahora comenta: “Empiezan la campaña cambiando el modelo de relación con su electorado hablándole de temas nacionales, lo que no tenía sentido porque Vox ni ha entrado en Galicia ni entrará. Deciden comunicar una actitud diferente sobre Puigdemont, la amnistía y los indultos en una conversación con periodistas, diciendo algo que no era nada insensato, y luego entran en pánico y se desdicen. Mostraron mucha fragilidad. La amnistía y las políticas del Gobierno central han podido tener su peso, pero son una variable más en una comunidad que pone por delante las cuestiones propias, sin ese reduccionismo. Sí creo que los pactos de Sánchez con el PNV, ERC y Junts han potenciado al BNG en un movimiento casi subconsciente de emulación en la izquierda para lograr esa prima de bilateralidad que tienen las formaciones nacionalistas. En todo caso, la dirección del PP ha demostrado falta de solvencia y de sentido estratégico”.

El escenario vasco y la “mutación” de BNG, ERC y EH Bildu

Todos los analistas consultados señalan que en las elecciones vascas del próximo 21 de abril EH Bildu puede pegarle un buen mordisco al electorado de izquierdas como ha hecho el partido de Pontón en Galicia. “El BNG, EH Bildu y ERC”, señala Monge, “han hecho la misma mutación desde la agenda identitario-nacionalista a una más centrada en asuntos sociales”. Simón coincide, pero señala un matiz: “En el Congreso, el BNG es mucho más nacionalista que en Galicia y que EH Bildu, que ha metido en el cajón los temas de independentismo para quedarse con los sociales. Pero en Euskadi hay un factor diferencial, el terrorismo, que hace que al votante del PSE le cueste un poco más que al de Sumar o Podemos pasarse a la izquierda abertzale. Lo que ocurre es que los socialistas ya están prácticamente en los huesos en Euskadi por lo que son menos vulnerables al voto dual”.

El candidato de EH Bildu a Lehendakari, Pello Otxandiano, y el coordinador general, Arnaldo Otegi, el pasado 17 de diciembre en Bilbao.
El candidato de EH Bildu a Lehendakari, Pello Otxandiano, y el coordinador general, Arnaldo Otegi, el pasado 17 de diciembre en Bilbao. H. Bilbao (Europa Press)

El sistema electoral vasco, por el que las tres provincias aportan 25 escaños cada una, ayuda a las formaciones a la izquierda del PSOE, pero estas arrastran el mismo problema que en las elecciones a la Xunta: la falta de implantación territorial. “Una cosa es ser de Galicia y otra estar en Galicia”, señala Simón. “Tras la muerte de facto de Podemos, Sumar solo es fuerte allí donde hay una estructura preexistente de partido de carácter regionalista. Tiene que decidir si quiere ser una fuerza unitaria o apoyarse en esas marcas, que manden ellas en cada plaza, como ya ha advertido Joan Baldovi, de Compromís”.

La gran incógnita de las vascas —que el PNV no quiso hacer coincidir con las gallegas para dar tiempo a su nuevo candidato, Imanol Pradales— es quién ocupará el primer puesto. Zarzalejos, que fue letrado de la Diputación foral de Bizkaia, cree que EH Bildu tiene posibilidades de dar el sorpasso. “Su candidato, Pello Otxandiano, rompe los esquemas de los anteriores. Es joven, ingeniero de telecomunicaciones, euskaldún, y no tiene historia. Pertenece a Sortu, pero cuando ETA dejó de matar, en 2011, él tenía 27 años, no está contaminado por vínculos con la banda terrorista. Y ese perfil puede resultar atractivo al votante que está aburrido del PNV y al del PSE que se ha cansado también del papel subordinado en sucesivas coaliciones con los nacionalistas vascos ocupando carteras, digamos, marías”.

Ana Pontón comparecía el domingo pasado en Santiago de Compostela.
Ana Pontón comparecía el domingo pasado en Santiago de Compostela.Samuel Sánchez

Plebiscito europeo

La siguiente parada electoral serán las europeas de junio. “Tienen”, afirma Monge, “otras reglas de juego, porque generalmente se ven como unas elecciones de segundo grado que dan pie al voto más gamberro, a sacar la rabia, y volverán a interpretarse en clave nacional: Con Sánchez o contra Sánchez. Podemos tiene posibilidad de rascar algo ahí, pero también dependerá de las alianzas que sea capaz de tejer con otras fuerzas. La tendencia señala que Podemos está desapareciendo, pero en la política española nos hemos acostumbrado a los giros de guion, la situación todavía puede darse la vuelta”. Simón coincide en que la exministra de Igualdad Irene Montero puede obtener un escaño europeo, pero no cree que eso mejore mucho la complicada situación de la formación de Ione Belarra: “Más que resurrección en Bruselas, sería respiración asistida”.

Ferrándiz señala que el análisis cualitativo de los datos que ofrecen las encuestas muestra que “el electorado de izquierdas da por amortizado a Podemos”: “Considera que se ha convertido en un lastre, no tanto por las políticas, sino por la actitud, la bronca, el ceño fruncido. Y tienen pocas posibilidades de reinventarse”.

El reto de agotar la legislatura

“Las elecciones son en 2027. Tengo todo el tiempo del mundo”, declaró Sánchez esta semana tras el descalabro gallego. Unas horas antes, en el Congreso, Feijóo le había dicho: “El resultado del plebiscito es 40 a 9 [los escaños obtenidos por populares y socialistas el pasado domingo]”. La mayoría absoluta en la Xunta ha animado al PP a hablar de cambio de ciclo y dar por amortizada la legislatura recién comenzada. Ferrándiz, director de Estudios Políticos de Ipsos, apunta que las encuestas no señalan, de momento, una pulsión de cambio a nivel nacional. “Durante la crisis económica, sí se apreciaba una caída sostenida y en picado del PSOE de Zapatero. Ahora no, ni en los peores momentos de la negociación de la amnistía ha habido una gran distancia con el PP porque es un asunto más mediático, que no hace tanta mella en el electorado como la economía o la corrupción, que sí tiene un efecto terrorífico sobre el votante”.

“El Gobierno”, apunta Simón, “tiene que salir rápido del escándalo de corrupción de Koldo García [antiguo asesor del exministro José Luis Ábalos] porque así como las encuestas mostraron que los indultos no pasaban factura al PSOE, la reforma del Código Penal para tocar el delito de malversación sí generó mucho rechazo. Aquí se les puede ir la legislatura porque el coste de votar con el PSOE se incrementa para los socios. Ábalos tiene que dejar de ser diputado”. El politólogo señala que el tiempo de Sánchez dependerá de la amnistía y los Presupuestos. “Con eso puede tirar, siempre y cuando no empeore la coyuntura económica internacional, porque el Gobierno tendría que aprobar medidas impopulares y ahora mismo ya le está costando aprobar las populares. Si no hay amnistía, el hito que puede decidir a Sánchez a adelantar las generales es hacerlas converger con las catalanas del año que viene para apoyarse en uno de sus motores, aunque en ese caso, Andalucía no respondería tan bien. Sería una convocatoria casi para salvar los muebles, porque Sánchez no dispondría de los elementos que le permitieron girar la narrativa en julio: los pactos del PP con Vox”.

El PSOE ha perdido, desde 2022, los gobiernos regionales de Andalucía, Extremadura, la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, Cantabria, La Rioja y Canarias, territorios que suman más de 20 millones de habitantes. “En Estados descentralizados”, afirma Zarzalejos, “no es concebible la viabilidad a medio plazo de un gobierno sin un poder territorial sustantivo y el PSOE en estos momentos solo gobierna en tres comunidades, una de las cuales, Castilla-La Mancha, presidida por Emiliano García-Page, es disidente de la política gubernamental”. El analista cree que la duración de la legislatura dependerá también de lo que ocurra en las catalanas. “Los nacionalistas e independentistas no están haciendo lo que están haciendo para que entre una coalición de izquierdas en su territorio. Para estas fuerzas, estar mucho tiempo a favor del Gobierno central es fastidiado, muchas veces deciden que es mejor vivir a la contra”.

Al tiempo que prometía agotar la legislatura, el presidente admitió que, más que los pactos con los independentistas, el problema del PSOE es la falta de consolidación regional. “El hiperliderazgo de Sánchez”, dice Monge, “le ha permitido llegar al poder, pero el partido se ha vaciado de estructura”. La Xunta no es La Moncloa, pero las elecciones gallegas han dejado lecciones para todos.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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