Los agricultores se bajan del tractor para ir a la Feria de Zaragoza
Las protestas respetan la apertura de la Feria internacional de Maquinaria donde puede verse la transición tecnológica en la que está inmerso un sector en rebelión
Hasta el último minuto de este martes y 13, el presidente de Feria Zaragoza, Manuel Teruel, contuvo la respiración. Todas las organizaciones agrarias -UAGA-COAG, Asaja, Araga y UPA- se habían comprometido a respetar la feria y no interferir en su inauguración subidos al tractor ni entorpeciendo sus ya habituales complejos accesos, pero nadie se atrevía a responder por los “espontáneos del campo”. A pesar de todo, la apertura pudo realizarse sin problemas. Y hasta el 17 de febrero, Zaragoza será un año más el referente tecnológico del sector, ahora en plena rebelión.
FIMA cumple esta edición 60 años y como dice su máximo responsable, “hemos vivido muchas crisis, pero no con esta fuerza mediática” y subraya con preocupación que “aquí nos jugamos muchísimo, hay 1.300 marcas de 35 países, y un esfuerzo económico brutal”. Y lo que no dice, pero también lleva a cuestas, es que esta es la primera gran feria que puede volver a celebrarse en esta instalación zaragozana después de que el 6 de julio de 2023 sufriera la inundación de toda su galería subterránea, que de norte a sur recorre los 150.000 metros cuadrados de naves dedicadas a la exposición, a raíz de la tormenta histórica que sufrió Zaragoza. Cinco millones de euros, la suspensión de dos ferias anteriores y todos estos meses de trabajo ha costado resucitar el recinto ferial. Y después de esto, nadie contaba con la revuelta del campo.
En las carreteras de las inmediaciones, los tractores rugen motores, mientras dentro de la feria, se exponen ya vehículos y máquinas para el campo que ni siquiera necesitarán, en un futuro que ya es presente, de conductor. “Hay equipos que ya se pueden gestionar como desde la Playstation de casa y esto es un cambio radical para el sector”, cuenta Teruel. Es el valor de la FIMA, que “apunta ya cómo vienen los acontecimientos que ocurrirán el campo”.
La empresa Claas Ibérica lo certifica. Vienen a la feria desde Madrid y su portavoz asegura que “en el 2027 ya podremos ver en España tractores autónomos de esta firma”. Explica que ya hay aplicaciones digitales donde se volcará toda la información de las parcelas y del tractor, y el agricultor “podrá gestionarlo todo desde su portátil, tablet o móvil, sin necesidad de salir de casa o dedicándose entre tanto a otra cosa”. También pueden verse drones en esta feria, otros nuevos participantes del sector, que se encargan de pulverizar las parcelas ejerciendo lo que ya se llama agricultura de precisión. Lo moderno convive con lo clásico, como las enormes cosechadoras o las trituradoras que fabrican los aragoneses Serrat. “Somos de Binaced (Huesca), dice Cristina Serrat, y llevamos haciendo trituradoras para acondicionar el suelo para la siembra desde hace 35 años”. Y nos cuenta que su nuevo modelo alcanza los 500 caballos de potencia y más de una tonelada de peso, pero acaba su explicación con una petición, porque “nosotros también somos agricultores, los que damos de comer y nos tienen que tener en cuenta”.
En definitiva, la transición digital y la innovación tecnológica también atraviesan la rebelión del campo. Por todo ello, según subraya con insistencia Manuel Teruel, la feria “es tecnológica y, por tanto, apolítica, y eso es una virtud”, dice, porque cree que son “pura gestión empresarial” -hay 60 misiones comerciales previstas- “y hay que sacarla de estos circuitos políticos, porque esto es otra cosa”.
Pero este deseo se choca de bruces contra la realidad. En primera línea de inauguración de la feria, este martes estaban el presidente de Aragón, Jorge Azcón, su vicepresidente de Vox, Alejandro Nolasco, y el consejero más contestado estos días, el de Agricultura y también del equipo de Abascal, Ángel Samper. Faltó el ministro Luis Planas, que, según la organización, se ha comprometido para asistir en otro momento. Le sustituyó su secretaria de Estado, Begoña García. Pero los agricultores, ahora en plena rebelión, aprovechan la presencia política. “Nos habéis abandonado”, le echan en cara al presidente aragonés en plena ceremonia de inauguración. Jorge Azcón se reunió con ellos pero mirando hacia el Gobierno de España. “Esta es otra razón más para convocar la conferencia de presidentes, deberíamos juntarnos sin colores políticos para buscar soluciones”, les decía. Y sacaba pecho del aumento en el presupuesto de su gobierno para el departamento de agricultura.
Pero tanto el PP como Vox prometieron en la campaña electoral la concesión de ayudas directas a los agricultores para paliar los daños provocados por la intensa sequía, y finalmente estas ayudas se convirtieron en créditos blandos que completaban los del ministerio y acabaron por no convencer al sector. Esto y las salidas de tono del consejero de Agricultura en esta crisis -arengando a los manifestantes- han engordado las críticas de las organizaciones agrarias y de la oposición. Samper instó a “seguir manteniendo la tensión para conseguir sus reivindicaciones” y a la vez que animaba “a integrarse en las organizaciones agrarias y no solucionar los problemas en la barra del bar” después las ninguneaba, reuniéndose acto seguido con los que dicen no sentirse representados por estas asociaciones. Se da la circunstancia de que Samper ha sido, hasta ser nombrado consejero el pasado mes de agosto, dirigente de ASAJA. El PSOE pedirá este jueves su cese en el pleno de las Cortes de Aragón.
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