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La vertiginosa carrera de ‘Taxi’, jefe de la Mocro Maffia, acaba en prisión

La Policía detuvo a Karim Bouyakhricham a mediados de diciembre, cuando se disponía a negociar su entrega en los juzgados de Málaga tras ser arrestada parte de su familia

Detenido el jefe de la Mocro Maffia en Marbella.
cnp
Patricia Ortega Dolz

La Mocro Maffia, las redes de narcotraficantes de origen marroquí asentados en países europeos (principalmente en Países Bajos), funcionan de manera similar a la mafia italiana, según los investigadores de la Policía Nacional que las persiguen. Las diferentes familias pueden compartir redes de blanqueo y colaboran o se declaran la guerra cuando se produce alguna traición o competencia en “el negocio”. Los matrimonios entre “sus mujeres” afianzan los lazos entre los clanes, que se reúnen —representados por hombres— periódicamente en torno a fastuosas mesas y grandes fiestas en Dubái, Ámsterdam, Medellín o Marbella.

El pasado 28 de agosto de 2014, en un local del centro comercial Monte Halcones de Benahavís, a 22 kilómetros de Marbella (Málaga), Samir Bouyakhricham, alias Scarface de 35 años, disfrutaba de una velada junto a otros seis jóvenes herederos de conocidos capos de la droga. Entre esos ”narcos de segunda generación” se encontraban Koalid Jermouni, también holandés de origen magrebí, Mohamed Benali, el hijo de El Laca, conocido como el “rey de la coca” en la Costa del Sol hasta que fue detenido en diciembre de 2017; y el chileno Richard Eduardo Riquelme Vega, alias Rico, considerado el delincuente más peligroso de su país.

Hacia las dos de la madrugada, dos sicarios se aproximaron a Scarface, que se encontraba sentado en bañador, chanclas y camiseta con sus colegas en la terraza del pub All in 1, y le acribillaron a tiros por la espalda mientras intentaba escapar a la carrera. Le remataron con dos tiros en la cabeza. “Un ajuste de cuentas”, se leería en la prensa después. Los investigadores creen que aquel asesinato fue ordenado por Ridouan Taghi, enemigo público número 1 en los Países Bajos por ser el líder del crimen organizado, conocido como el Ángel de la muerte por su violencia desmedida y preso en Holanda desde 2022 tras ser extraditado desde Dubái.

Aquella reunión y posterior ejecución a quemarropa constató la presencia de importantes clanes de la Mocro Maffia en la Costa del Sol y puso a la policía sobre la pista de Karim Bouyakhricham, de 50 años, apodado Taxi, que asumió el mando tras la muerte de su hermano y cuya detención fue conocida la semana pasada. Los agentes del Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO) de la Policía Nacional en Málaga, le ponían las esposas este 17 de diciembre en los alrededores de los juzgados, “dispuesto a entregarse a cambio de que dejaran en paz a su familia”, señalan fuentes de la investigación. Los policías de Málaga, junto con la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (UDYCO) de Melilla, llevaban cinco años tras sus pasos.

Su detención supone la caída de otro importante clan de la Mocro Maffia. La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) ha intervenido 172 propiedades asociadas a Taxi entre Marbella y Melilla con un valor aproximado de 50 millones de euros, pese a que vivía de manera discreta, con un “perfil bajo”, y sin llamar la atención con grandes ostentaciones como hacía su hermano. Tras su asesinato, lo primero que hizo Karim fue cerrar todas las empresas a nombre de su hermano Samir en Málaga: The wandering dutchman, de compraventa de bienes inmobiliarios por cuenta propia y con una facturación anual entre 500.000 y 1.000.000; Roro trading Company SL, de compraventa y alquiler de terrenos rústicos y urbanizables en Marbella, y Chesil beach SL, con idéntico objeto social que la anterior.

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Su organización siguió operando principalmente desde Marbella y Melilla. Presuntamente, metía en Europa ingentes cantidades de cocaína desde Colombia y Ecuador, a través de los puertos holandeses de Amberes y Rotterdam, “donde tenía las llaves de muchas puertas”, según revelan fuentes de la investigación. Si se movía a Melilla y Marruecos, “tomaba siempre el camino más largo, para ir o para volver, nunca lo hacía directamente desde España o hacia la península”, señalan los investigadores, describiendo las precauciones que usaba para no dejar rastro de su paso por ninguna parte. “Se le podía ver de pronto en Melilla, adonde podía ir a pasar el ramadán con su familia, pero no llegaba ni en avión ni en barco regular”, apuntan los policías.

Pero a Karim Bouyakhricham, un hombre que “se movía mucho y con muchas cautelas”, le bastaba una llamada de teléfono para cambiar de sitio un contenedor con varias toneladas de cocaína, descargarlo, y sacar la droga de los puertos holandeses “por la izquierda o por la derecha, el dirigía todo”, aseguran los investigadores. “Controlaba a los emisarios que iban a Latinoamérica a cerrar los cargamentos, habilitaba su entrada y su salida de los puertos, facilitaba el transporte para su distribución por Europa y negociaba y cerraba los precios de la droga”, detallan. “Manejaba a decenas de estibadores en distintos puertos, incluso autoridades portuarias, su manera de funcionar da idea de su poderío, de su capacidad económica y de corrupción”, advierten los investigadores.

Capacidad económica

El negocio del tráfico de cocaína mueve miles de millones de euros al año, con los que los narcos también perforan las instituciones y organismos de los diferentes países donde necesitan que se les “facilite el trabajo”. “El narco está muy fuerte”, advierten responsables policiales españoles y latinoamericanos. Marbella, Melilla y Marruecos, “son los lugares donde viven y donde blanquean buena parte del dinero procedente de esas operaciones del tráfico de drogas”, en inversiones inmobiliarias, restaurantes, cafeterías y concesionarios de vehículos, principalmente.

Las otras seis personas que fueron detenidas junto a Bouyakhricham a mediados de diciembre, entre las que se encuentra su pareja y su suegro, hacían mayormente el papel de testaferros. Entre los demás arrestados, se encuentran también empresarios españoles “muy bien conectados” en Marbella y Melilla, uno de los cuales huyó de la ciudad autónoma antes de ser detenido y se presentó también por su propio pie en los juzgados tras llegar con su yate al puerto malagueño de Estepona desde Marruecos, según cuentan fuentes del operativo policial. Los investigadores creen que el imperio de los Bouyakhricham es mucho mayor que lo que han logrado sacar a la luz, sobre todo en Marruecos; y que son muchos más los testaferros que mantienen a buen recaudo la fortuna de la familia en medio mundo.

El 13 de diciembre, los agentes de la UDYCO lanzaron la operación para el desmantelamiento del clan. Horas antes, y tras una supuesta filtración, el padre, la madre y las hermanas de Karim, huían a su ciudad natal, Nador, desde Melilla, su habitual lugar de residencia. Ninguno ha podido ser detenido hasta ahora. Karim Bouyakhricham, antes de ser extraditado a Holanda, donde es reclamado por la justicia, será juzgado en España, y, según vaticinan los investigadores, “intentará por todos los medios no ingresar en una prisión holandesa porque sabe que, estando Taghi encarcelado allí, él está muerto”. Descabezados el clan de El Laca, el de Taghi y ahora los Bouyakhricham en la Costa del Sol, está por ver quien cogerá el relevo y cómo.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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