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Los 10 años de la revolución popular de Gamonal: “Burgos demostró que es un pueblo con redaños”

La oposición triunfal del barrio más poblado de Castilla y León contra los planes urbanísticos del Ayuntamiento queda en el recuerdo de sus vecinos, que viven una tranquilidad muy distinta a las algaradas de aquellos convulsos días

Edificio del Centro Social Recuperado del barrio de Gamonal de Burgos, el 23 de diciembre.
Edificio del Centro Social Recuperado del barrio de Gamonal de Burgos, el 23 de diciembre.Fernando Domingo-Aldama
Juan Navarro

Las paredes del barrio de Gamonal (Burgos) parecen modernos tablones de anuncios medievales: antaño se colgaban bandos, hoy mandan las pintadas y los murales. “Todos los mandamientos del capitalismo se resumen en uno: pase lo que pase, gana la banca”, pregona una tapia de ladrillos con letras negras y rojas sobre fondo blanco. “Los barrios deciden, Burgos no se vende”, desafía otro tabique. Escrutar los ventanales regala mezclas curiosas, con banderas de Palestina cercanas a rojigualdas. El obrero, diverso y multiétnico Gamonal respira tranquilo tras hiperventilar en 2014 al enfrentarse al Ayuntamiento por un millonario proyecto urbanístico. Eran tiempos de crisis económica y agitación y el barrio tomó las calles para expresar, con gritos y algaradas, su desafección. Ganaron. El plan se detuvo y hoy todavía digieren la victoria con el estómago lleno de compromiso social.

Un representante del Centro Social Recuperado (CSR) de Gamonal, un antiguo espacio abandonado rehabilitado por activistas para alojar actividades solidarias o culturales, recita casos posteriores donde el músculo social, fortalecido hace una década, demostró su poder: “El barrio lideró la oposición a las casas de apuestas”. El CSR resiste mientras el Ayuntamiento, de PP y Vox, busca finiquitarlo pese a su labor comunal. De estas calles proviene la mayoría de grupos de pensionistas o desempleados que participan en concentraciones y allí cuajó una fuerte red solidaria durante la pandemia, con ayuda económica, recursos o atenciones a familias o migrantes desfavorecidos, aún atendidos por la comunidad. Mohamed Dahmán tenía solo nueve años cuando Gamonal estalló. Nacido en el Sáhara Occidental, afirma que hubiera participado en las protestas para agradecer la acogida: “Nunca tuve problemas”.

La victoria se fraguó en la ancha calle de Vitoria, arteria circulatoria, comercial y vital del norte burgalés. Un señor mayor sentado en un banco encarnó como pocos aquella revolución de barrio. Rufino Hernández gastaba 70 años en 2014 cuando se apostó en unos bancos atravesados en esa vía como barricadas. Los vecinos los habían colocado ahí durante los días de alzamiento contra la especulación inmobiliaria, peleados con la Policía y el Ayuntamiento (PP). El objetivo común: impedir la construcción de un bulevar en estas calles. La crisis, los desahucios y los ERE crecían mientras la alcaldía planteaba gastar nueve millones de euros en una metamorfosis urbanística. Los vecinos ganaron el pulso, entre manifestaciones diurnas y batallas nocturnas, y una década después las memorias paladean aquella medalla.

El triunfo rejuvenece a Rufino Hernández, que ahora reside en Cuenca. “Era 2014, sufríamos la gran crisis de 2008, con paro tremendo y mucha preocupación. Salió por el bulevar, pero podría haber sido cualquier cosa, fue la gota que colmó el vaso”, explica el octogenario, que participó en la marea desplegada por las avenidas sin más paraguas que la indignación contra el Consistorio. Al principio no había partidos políticos, solo asociaciones indignadas. La ira se enfocó en dos nombres: el hoy senador y entonces alcalde de Burgos, Javier Lacalle (PP), y el empresario Antonio Méndez Pozo, primer constructor condenado por corrupción política en España, en 1994, y dueño del principal conglomerado mediático de Castilla y León. El bulevar costaba nueve millones de euros y ofrecía al vecindario comprar plazas a altos precios en un aparcamiento subterráneo por el que sustituirían los espacios retirados. “El barrio fue el verdadero protagonista y quien descubrió que Gamonal existe, que Burgos no es un sitio casposo, sino un pueblo con redaños y capacidad de respuesta”, se enorgullece Hernández.

El barrio más poblado de Castilla y León (60.000 habitantes, un tercio de los 180.000 burgaleses) fue independiente hasta 1955, cuando se integró en la ciudad tras una historia con múltiples casos de rebeldía, como pugnas medievales por una iglesia. El coautor de Gamonal, una historia desde abajo, Marcos Erro, vivió las revueltas sobre los adoquines y el asfalto: “Fue una victoria indiscutible en otro contexto socioeconómico, de gran crisis económica y social, un barrio obrero vivía despidos, ERE en fábricas del polígono, desahucios…”. Entretanto, agrega que el Consistorio rechazaba reabrir y remodelar una guardería por 12.000 euros, pero barajaba una inversión millonaria “incomprensible y para beneficiar a un constructor corrupto como Méndez Pozo, se juntaron todos los ingredientes”. Erro ensalza la movilización derivada del 15-M y las asambleas capaces de impedir desahucios y mezclarse con “el tejido social” de Gamonal, de alma “populista, difícil de encajar en un partido, pero con memoria de luchas para conseguir servicios”.

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Protestas en el barrio burgalés de Gamonal, hace diez años.
Protestas en el barrio burgalés de Gamonal, hace diez años. Santi Otero (EFE)

El entonces concejal popular Ángel Ibáñez, hoy diputado nacional, recuerda la algarabía. “Eran circunstancias extraordinarias, con crisis y movimientos sociales que dieron al traste con un proyecto de revalorización”, explica el político, del propio Gamonal, que “desaprovechó recursos”. Ibáñez asume que el contexto “voló por los aires” las iniciativas. “El proyecto se basó en la regeneración y mejora de espacios públicos”, cree, y reniega de las acusaciones sobre guarderías cerradas o informaciones disparadas esas semanas. Un alto cargo de aquella Junta de Castilla y León (PP) tilda el episodio como “revuelta cojonuda”, pero relativiza: “Era un conflicto serio, pero tampoco lo seguíamos con atención desmedida, no era mayo del 68”. “No se vivió como una derrota, se resolvió y el barrio está tranquilo”, resuelve.

El barrio está tranquilo en la actualidad. El PP ganó en las elecciones europeas de 2014 en la zona pese a la fama izquierdista del callejero, aliñada por mensajes en el mobiliario urbano, como “Todo el poder para los barrios” o pintadas como “La lucha es el camino”. Después, el PSOE siguió ganando la cita con las urnas. Dos mujeres y un hombre que pasean por la relajada calle de Vitoria declinan dar nombres porque aquello ya pasó, pero difieren en sus opiniones. Una de ellas defendía el bulevar porque Gamonal “se está quedando muy viejo y hubiera aportado modernidad, aunque era mucho dinero”. Otra crítica el proyecto por las formas de desarrollarlo y matiza que “ahora tampoco estamos muy boyantes” al preguntarle por aquel caldo de cultivo socioeconómico. Su acompañante, tras otear las calles aledañas, con bloques anticuados, algunos adoquines levantados y pocos árboles, resume así antes de seguir el paseo: “Los nervios estaban encendidos, el barrio está desfasado y necesita cambios, pero quizá no el bulevar”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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