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España despliega más tropas que nunca en un panorama internacional cada vez más convulso

Las Fuerzas Armadas tendrán este año más de 3.600 militares en una veintena de misiones internacionales

Ceremonia de relevo de la Brigada Multinacional Este de la Fuerza de Naciones Unidas para Líbano (Unifil), bajo mando español, el 30 de mayo de 2022, en Marjayún, en el sur del país.
Ceremonia de relevo de la Brigada Multinacional Este de la Fuerza de Naciones Unidas para Líbano (Unifil), bajo mando español, el 30 de mayo de 2022, en Marjayún, en el sur del país.Ministerio de Defensa
Miguel González

España batirá este año el récord de militares en misiones internacionales, con más de 3.600 destacados permanentemente en el extranjero, a los que se sumarán otros 450 con carácter temporal y más de 2.500 en navegaciones a bordo de buques.

La convulsa situación internacional, con dos guerras a las puertas de Europa, una en Ucrania y otra en Oriente Próximo, ha obligado a un despliegue sin precedentes que supera los 3.500 militares alcanzados hace dos décadas, cuando el Gobierno de José María Aznar decidió participar en la ocupación militar de Irak. A las 17 misiones actualmente en marcha se sumarán este año otras dos, en Eslovaquia y Rumania, según el acuerdo adoptado el 27 de diciembre por el Consejo de Ministros.

España será la nación marco de la nueva brigada multinacional de la OTAN con base en Lest (Eslovaquia), a unos 300 kilómetros de la frontera con Ucrania. En aplicación del nuevo modelo de fuerzas de la OTAN, que transforma en brigadas los actuales grupos de combate, en la base eslovaca se instalará un grupo táctico de 700 militares de la Brigada Ligera Aerotransportable (Brilat), junto a uniformados checos —que hasta ahora lideraban la unidad—, eslovacos, eslovenos, alemanes y estadounidenses. En caso de crisis, la Brilat deberá ser capaz de proyectar en breve plazo, desde su base de Figueirido (Pontevedra) hasta Lest, un cuartel general, un batallón de maniobra y unidades de apoyo con 1.200 efectivos en total, de forma que haya una brigada de combate completa sobre el terreno. Para verificar su operatividad, está previsto que este año se haga un ejercicio de despliegue de toda la unidad.


Además de liderar la fuerza avanzada de la OTAN en Eslovaquia, España aportará un subgrupo táctico mecanizado de Infantería de Marina, con 250 militares, a la brigada multinacional liderada por Francia en Rumania. También se mantendrá la actual contribución de un subgrupo táctico con carros de combate Leopardo y 600 soldados a la brigada liderada por Canadá en Adazi (Letonia).

La participación de las Fuerzas Armadas españolas en los planes de la OTAN para reforzar su flanco Este frente a la amenaza rusa se completa con un radar de vigilancia aérea en Schitu (Rumania), operado por 40 militares; y una batería antiaérea Nasams en la base de Lielvardes (Letonia), con 100. Durante cuatro meses se mantendrá otra batería similar en Amari (Estonia) y, como en años anteriores, está previsto que dos destacamentos con hasta ocho aviones de combate y 150 militares cada uno vigilen el espacio aéreo de Lituania y Rumania durante dos periodos de cuatro meses y un avión cisterna durante dos.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitaba el 28 de diciembre a las tropas españolas destacadas en la base multinacional Union III, en Bagdad (Irak).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitaba el 28 de diciembre a las tropas españolas destacadas en la base multinacional Union III, en Bagdad (Irak).Borja Puig de la Bellacasa (EFE/ Moncloa)

Además, la Armada aportará a la OTAN una fragata con 240 militares que estará al mando de una de sus flotas permanentes (SNMG1) durante el primer semestre de este año; junto a un cazaminas y un buque de aprovisionamiento por cuatro meses. Entre sus funciones, destaca la de vigilar la presencia de la flota rusa en el Mediterráneo.

No en el extranjero, sino en el Centro de Coordinación de Adiestramiento (CTTC) de la UE en Toledo, unos 300 militares españoles han instruido ya a más de 3.000 militares ucranianos.

Aunque el reforzamiento del flanco Este de la OTAN para disuadir a Putin de aventuras expansionistas explica el fuerte aumento de las tropas españolas en el exterior, no es este el conflicto que más preocupa en estos momentos. La guerra de Gaza ha provocado un seísmo geoestratégico, reavivando conflictos congelados y relegando otros al olvido sin que por ello hayan dejado de ser peligrosos. Esta es la situación de los teatros de operaciones en los que están inmersas las Fuerzas Armadas españolas en el arranque de este 2024:

Líbano, entre dos fuegos. Los 700 militares españoles desplegados en el sur de Líbano se encuentran, literalmente, entre dos fuegos. Desde que el 7 de octubre Hamás lanzó un ataque terrorista contra Israel, la milicia chií Hezbolá, aliada de Irán, y el Ejército israelí se han enzarzado en un intercambio casi diario de proyectiles sobre las cabezas de los 10.360 cascos azules de la Finul (Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano) que desde el 28 de febrero de 2022 y hasta 2025 manda el teniente general español Aroldo Lázaro. El 10 de diciembre, un proyectil de artillería israelí impactó en la posición 4-28, la misma donde en 2015 murió el cabo Francisco Javier Soria, sin causar daños personales. También varios cohetes lanzados por Hezbolá o milicias palestinas hacia la blue line, la línea que sirve de frontera entre los dos países, han caído en instalaciones de la ONU desde el 7 de octubre. Aunque Israel suele avisar de sus ataques a los cascos azules y estos se protegen en sus refugios, el riesgo de accidente es muy alto. La tensión se ha elevado aún más tras el asesinato en Beirut del número dos de Hamás, Saleh al-Aruri, y la muerte de varios milicianos de Hezbolá por ataques israelíes. El general Lázaro se ha reunido con las autoridades del país para llamarlas a la contención y advertirles de que “un error de cálculo podría tener consecuencias devastadoras”. Hasta ahora, Israel ha evitado abrir un segundo frente en el norte, pero fuentes militares temen que, cuando complete la operación en Gaza, intente expulsar a Hezbolá del sur del Líbano. El Gobierno de Netanyahu ya ha advertido de que la situación en frontera libanesa debe cambiar para que regresen a sus casas los 80.000 israelíes evacuados de la zona.

Irak, el frente oriental. Irak se ha convertido en el último frente de la partida que Irán y EE UU juegan en el tablero de Oriente Próximo. Las milicias chiíes han lanzado ataques contra bases de la coalición internacional encabezada por EE UU en Irak y la respuesta del Pentágono ha causado ya la muerte de cuatro milicianos, incluido un alto responsable de un grupo proiraní en Bagdad. El primer ministro, Mohamed Shia al Sudani, con quien el presidente Pedro Sánchez se reunió en la capital iraquí el pasado día 28, ha calificado los ataques norteamericanos de “violación de la soberanía” de su país y por primera vez ha hablado de la salida de las tropas extranjeras de Irak. España tiene 362 militares en la antigua Mesopotamia, de los que 183 están integrados en la misión de la OTAN (NMI), que dirige el general español José Antonio Agüero Martínez, y otros 179 (incluidas fuerzas de operaciones especiales y helicópteros) en la coalición bajo mando estadounidense. En teoría, ambas operaciones tienen el objetivo de capacitar al Ejército iraquí para combatir al Estado Islámico, pero la debilidad del grupo yihadista y la creciente tensión entre Washington y Bagdad ha hecho que la presencia militar occidental, antes bienvenida, empiece a considerarse non grata. El despliegue de las Fuerzas Armadas españolas en la región se completa con una batería de misiles Patriot y 150 militares en la ciudad turca de Adana. En teoría, sirve para protegerla de eventuales ataques con misiles balísticos desde Siria, pero hace años que tal amenaza no existe. Ahora es solo un gesto político de solidaridad de la OTAN con Turquía a través de España.

Los últimos del Sahel. Tras la retirada de la misión de la ONU en Malí (Minusma) y de la misión europea de Níger, la EUTM Malí, que dirige el general español Santiago Fernández Ruiz-Repiso, es el último reducto de la presencia militar europea en una región, el Sahel, donde mercenarios rusos de Wagner y yihadistas han impuesto su ley. Aunque los instructores europeos han dejado de formar al Ejército maliense, que tomó el poder a través de un golpe de Estado —como sus vecinos de Burkina Faso o Níger—, y la junta militar de Bamako impidió que el último relevo del contingente español pudiese entrar en el país con sus armas, lo que le obligó a heredar las de sus antecesores, España se resiste a arriar la bandera europea por temor a que el vacío sea ocupado por Rusia y China. De los 160 efectivos de la misión EUTM Malí, el 85% (135) son españoles. Antes de mayo de este año la UE debe decidir sobre la continuidad de la misión: si mantenerla, a la espera de que pueda recuperar su función original; o cerrarla definitivamente. En el África subsahariana, España cuenta además con un destacamento de transporte aéreo en Senegal —que da apoyo a la misión de Malí y al ejército francés—, 21 militares en la misión europea en Somalia y siete en la República Centroafricana, además de dos en Mozambique.

Vuelven los piratas. La misión Atalanta pasaba por ser una de las más exitosas de la UE. En los últimos tres años no se había producido ningún secuestro por parte de los piratas somalíes. Sin embargo, en diciembre pasado se registraron dos: un pesquero iraní y un carguero búlgaro. España lleva el peso de la Operación Atalanta, que dirige desde la base naval de Rota (Cádiz) el vicealmirante español Vicente Villanueva Sánchez. Tras la retirada del buque italiano, la fragata española Victoria era el único buque con el que la misión europea contaba durante las pasadas Navidades y estaba dedicada a monitorizar los movimientos de los secuestradores del MV Ruen. Esa es una de las razones por las que España se opuso a que la Operación Atalanta ampliase su misión para dedicarse también a proteger a los buques que cruzan el mar Rojo de los ataques de los hutíes, aliados de Irán, que controlan parte de Yemen.

Sin rumbo al mar Rojo. Tras haber vetado que los buques de la Operación Atalanta de la UE patrullen el mar Rojo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, reiteró el jueves la negativa de España a participar en la misión naval que encabeza EE UU. “España nunca ha tenido miedo a participar en ninguna misión, pero, precisamente porque tiene rigor, lo que quiere es que las misiones se definan y que ningún país, sea el que sea, le diga a España lo que tiene que hacer”, alegó. Y aludió a que el Pentágono incluyó a España sin previa consulta en la lista de participantes en la operación Guardián de la Prosperidad. En teoría, los ataques de los hutíes se dirigen contra los buques de bandera israelí o con destino Israel; en la práctica amenazan a todos los que navegan por el mar Rojo, lo que ha llevado a muchas compañías a evitar esta ruta con el encarecimiento de los fletes. El riesgo político de la operación estriba en que Washington se reserva el derecho de atacar Yemen si los hutíes siguen obstaculizando la libertad de navegación por el mar Rojo, lo que podría arrastrar a los países con buques en la zona a un conflicto internacional. Hasta ahora, el Pentágono se ha limitado a neutralizar las agresiones de los hutíes sin atacar sus bases en la costa.

Misión en Colombia. Fuera de África y Oriente Próximo, España participa en la misión de verificación de la ONU de los acuerdos entre el Gobierno de Bogotá y la guerrilla de las FARC, con cinco observadores. Tras la adhesión del ELN al acuerdo de paz, Naciones Unidas ha pedido otros seis observadores adicionales a los ya desplegados.


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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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