_
_
_
_

Pamplona: choque en el pleno, calma en las calles

El apoyo de los socialistas al nuevo alcalde de Bildu provoca una alta tensión entre partidos, pero no en la ciudadanía

Ambiente en las inmediaciones del Ayuntamiento de Pamplona.
Ambiente en las inmediaciones del Ayuntamiento de Pamplona.UNAI BEROIZ
Amaia Otazu

Unas 670.000 personas viven en Navarra. En el Parlamento autonómico hay 50 representantes de siete formaciones y tres de ellas (EH Bildu, Geroa Bai y Contigo-Zurekin) son coaliciones. En el Ayuntamiento de Pamplona hay seis partidos, que representan a unas 200.000 personas. Es un panorama político muy fracturado, alérgico históricamente a las mayorías absolutas y muy cambiante: “En 2015 teníamos un actor político como Podemos que apareció en plan espectacular y que ahora está prácticamente desaparecido, pero hace 20 años el CDN [Convergencia de Demócratas de Navarra, escisión de UPN] también parecía clave para la gobernabilidad y ha desaparecido”, señala el sociólogo y docente en la Universidad Pública de Navarra, Ricardo Feliu. La complejidad política es clave para entender por qué en Navarra se llega a acuerdos impensables en otras regiones y se mantiene la convivencia social.

La Comunidad foral ha evolucionado mucho en los últimos años. Hasta 2011, UPN era con diferencia el más votado. El fin de ETA y el cansancio tras años de gobierno regionalista (ininterrumpidamente desde 1996), permitieron el auge de partidos como Podemos, Geroa Bai o EH Bildu y la pérdida de peso de los conservadores que, no obstante, han seguido ganando las elecciones, aunque con precarias minorías. La fragmentación del panorama político ha hecho imprescindibles los acuerdos. Eso sí, acuerdos entre navarros. Si algo caracteriza a la ciudadanía de la Comunidad es ese sentimiento foral: ni Ciudadanos ni Vox ni el PP han tenido nunca gran peso, entre otras cosas, por sus políticas centralistas. El auge de Bildu también se debe a que ha sabido dejar en un segundo plano sus aspiraciones independentistas y se ha centrado en la política social.

Un balcón con una decaración navideña sobre la sede de EH Bildu en Pamplona el sábado.
Un balcón con una decaración navideña sobre la sede de EH Bildu en Pamplona el sábado. UNAI BEROIZ

En 2015 se produjo algo histórico: Bildu formó parte del Gobierno foral y lideró el Ayuntamiento de Pamplona. No llegó entonces el fin del mundo y se ha demostrado que las fuerzas progresistas, incluido el PSN, logran pactar políticas sociales dejando de lado los “desacuerdos tasados”.

La reflexión surge tras la moción de censura acordada entre PSOE y EH Bildu que aupó el jueves a la izquierda abertzale a la Alcaldía. Ese día en la plaza consistorial coincidieron dos concentraciones: los partidarios de Bildu y los de UPN. Solo la primera había sido comunicada a la Delegación de Gobierno. La fuerte presencia policial hacía temer enfrentamientos. Sin embargo, las consignas de las dos formaciones a sus acólitos fueron claras: no caigáis en provocaciones. Más allá de algunos abucheos y pitidos, la jornada transcurrió en paz. El decano del Colegio de Sociología y Politología, Manolo Rodríguez, añade que se ha empleado un “lenguaje político que es casi militarizado. No oímos debates políticos, oímos sobre todo insultos, descalificaciones. Ese funcionamiento tiene repercusión, aunque, en términos generales, la gente tiene un comportamiento normal y civilizado”.

El experto en comunicación política Jordi Virgili explica que estamos en un momento de gran polarización a tres niveles. “Desde el punto de vista político, sí que está habiendo una mayor polarización tanto ideológica como afectiva, pero creo que todavía no ha llegado a una polarización social, aunque eso acaba calando. Ahí hay una responsabilidad que tenemos que pedir a los políticos”. El Gobierno foral tiene una Dirección General de Convivencia, cuyo responsable, Martin Zabalza, señala que en Navarra no existe esa fractura: “No creo que estemos en esos niveles de fractura social, entre otras cosas porque venimos de décadas de mucho dolor. Creo que hay ganas de convivir y de superar pasados muy complicados”.

Zabalza se refiere, entre otras, a la violencia ejercida por ETA, que ha vuelto a ser protagonista del rifirrafe político. La socióloga especializada en procesos de posviolencia Marta Rodríguez Fouz considera que en Navarra “hay una convivencia más razonable” de lo que se refleja en los debates políticos. “Navarra se puede poner casi como un ejemplo en términos del tratamiento de la memoria, de la integración de los relatos, de búsqueda de espacios de convivencia”.

Visitantes de la feria de Navidad, este sábado en el centro de Pamplona.
Visitantes de la feria de Navidad, este sábado en el centro de Pamplona.UNAI BEROIZ

Línea roja

Los grupos de la derecha han basado la crítica política a los socialistas en sus acuerdos con EH Bildu. El Gobierno foral va camino de firmar sus quintos presupuestos con la coalición abertzale y el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, lo es por los apoyos de los socialistas. Es una realidad que cuesta entender dentro y fuera de Navarra, sostiene Virgili. “No nos podemos engañar. Se ha cruzado una línea roja inédita”, continúa. “Por primera vez, el PSN apoya a Bildu para que alcance el Ayuntamiento de Pamplona. Es verdad que luego, en esa polarización, se simplifican los mensajes, que suelen ser dicotómicos: blanco o negro, conmigo o contra mí, ETA o la derecha, comunismo o libertad, Vox o progreso. La política es mucho más complicada”.

Feliu atribuye parte de la polémica de estos días a la contraposición de las dinámicas navarras con las estatales. “Intentar equiparar a EH Bildu con lo que fue la antigua Batasuna es desconocer todas las dinámicas y transformaciones que se han dado en el espacio vasquista en Navarra o en el País Vasco”.

Los entrevistados coinciden en que a la izquierda abertzale le queda un camino ético por recorrer, aunque haya grupos dentro de EH Bildu que se hayan manifestado históricamente contra ETA. Zabalza incide en que EH Bildu se ha comprometido a elaborar un plan de convivencia en Pamplona que tenga como base la normativa autonómica. Esta reconoce, cita textualmente, que “la violencia desplegada durante 85 años en Navarra por los golpistas del 36, la dictadura franquista, el terrorismo de ETA, el terrorismo de la extrema derecha, la violencia ilegítima cometida por parte del Estado, la denominada kale borroka, el terrorismo yihadista no tiene ninguna legitimidad democrática y merece el rechazo unánime”.

Zabalza añade: “Es un paso histórico porque permite a la izquierda abertzale seguir por un camino de reconocimiento de la violencia como algo ilegítimo y como algo condenable por la sociedad. Le falta recorrido, de acuerdo, pero creo que estos caminos que estamos abriendo tienen más comprensión en el tejido social que en el tejido político. La lluvia fina de convivencia está calando”.

Activismo empresas
Una mujer camina por delante de un cartel de Agenda Urbana Pamplona 2030, que busca avanzar en el desarrollo de un modelo de ciudad más sostenible, innovador e inclusivo.UNAI BEROIZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_