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España ha aprehendido solo 379 gramos de fentanilo en los últimos seis años

Un reciente documento policial considera que las “irrelevantes” cantidades intervenidas contrarrestan las “noticias alarmantes” sobre esta droga que causa estragos en EE UU

Óscar López-Fonseca
Un drogodependiente sostiene un trozo de papel de aluminio que contiene fentanilo, en San Francisco (EE UU) en junio de 2019.
Un drogodependiente sostiene un trozo de papel de aluminio que contiene fentanilo, en San Francisco (EE UU) en junio de 2019.Jessica Christian (/San Francisco Chronicle via Getty Images)

El fentanilo, la droga cuyo consumo causa estragos en EE UU, tiene por ahora una presencia testimonial, casi anecdótica, en España. En los últimos seis años, las fuerzas de seguridad ha intervenido tan solo 379 gramos de esta sustancia, según datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), organismo dependiente del Ministerio del Interior que recopila la información de todos las policías, incluidas las autonómicas. De esta cantidad, tres cuartas partes (291 gramos) corresponden a una única actuación, de 2018, en el puerto de Ceuta, donde se le requisó a una persona de origen extranjero, detallan fuentes de este organismo. Desde entonces, las cantidades localizadas rozan la insignificancia. Así, en 2019 fueron nueve gramos; al año siguiente, 15; en 2021, la cifra subió ligeramente hasta los 21; el año pasado se situó en 40 y, en los nueve primeros meses de este año, tres gramos, aunque un reciente informe policial apunta que la cifra puede haber subido hasta los 15 gramos. En todo caso, las cantidades se sitúan a años luz de las aprehensiones de otras drogas. En 2022, frente a los 40 gramos de fentanilo, las fuerzas de seguridad intervinieron 58,3 toneladas de cocaína, 126 de marihuana y 318,9 de hachís, según reflejan las estadísticas.

Un reciente informe de la Comisaría General de Policía Judicial de la Policía Nacional incide en la escasa incidencia hasta ahora de esta droga en España, cuyas aprehensiones tilda de “irrelevantes”. “Estas cifras objetivas muestran, de momento, un panorama alejado de las noticias alarmantes que en los últimos tiempos aparecen en los medios de comunicación sobre el peligro que supone el fentanilo y su aparición en España”, destaca este documento, que también critica que en informaciones periodísticas se haya empezado a hablar de la venta de fentanilo mezclado con otras sustancias como la cocaína “sin que hasta el momento existan evidencias de este hecho”. El informe ―elaborado después de que el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) solicitase que se dictasen protocolos de actuación e intervención para los agentes ante la peligrosidad en la manipulación de esta droga― detalla que, en los últimos tres años, en las zonas bajo la competencia de la Policía Nacional se han realizado únicamente 14 actuaciones en las que se ha intervenido fentanilo repartidas por nueve provincias: León, Huelva, Madrid, Valencia, Zaragoza, Tenerife, Asturias, A Coruña y Málaga. En dos casos, como ocurrió en 2021 en Valencia y este año en Santiago de Compostela, la cantidad encontrada fue incluso inferior a un gramo.

Pese a estas pequeñas cantidades, la Policía Nacional admite en este documento “la preocupación por los efectos especialmente nocivos de esta sustancia”, también en los agentes que participen en la intervención de alijos. De hecho, la Oficina contra las Drogas y el Delito de Naciones Unidas (UNODC en sus siglas en inglés) alertó hace tiempo del riesgo para los policías de sufrir una sobredosis por “inhalación, exposición dérmica, ingestión accidental o exposición percutánea [pinchazo]” en su actuaciones con esta droga y señaló la necesidad de utilizar equipos de protección para realizar registros a personas, vehículos, equipajes, locales o laboratorios clandestinos.

Por ello, el informe destaca que la Policía Nacional está “realizando las acciones necesarias para afrontar una eventual incidencia en el tráfico de este tipo de sustancia” y señala que la Brigada Central de Estupefacientes, en colaboración con el CITCO y la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefaciente (JIFE, un organismo internacional independiente constituido por expertos en la lucha contra las drogas), “ha coordinado la realización de un curso” para finales de noviembre en el que se adiestrará a los agentes en “la utilización de kits/test para la toma de muestras de fentanilo y medidas de precaución para el funcionario interviniente”. La Guardia Civil también ha dado pasos en el mismo sentido. La Unidad Técnica de Policía Judicial del instituto armado ha elaborado recientemente un tríptico con información básica para los agentes que contiene advertencias sobre los riesgos de manipular esta sustancia durante las aprehensiones. El folleto destaca que esta droga “puede ser mortal hasta en pequeñas dosis”.

El fentanilo es un medicamento 50 veces más potente que la heroína y 100 más que la morfina. Desarrollado para tratar determinados episodios de dolor intenso y crónico, sobre todo el que provoca el cáncer en estadio avanzado, ha saltado de las consultas médicas y las farmacias a las calles y, una vez distribuido en su forma ilegal, ha engrosado la llamada epidemia de los opiáceos, responsable de miles de muertes en Estados Unidos. En este país, donde a veces se mezcla con un anestésico animal llamado xilacina para prolonga sus efectos, se la considera ya el responsable de la peor crisis sanitaria de su historia reciente, solo a la altura del sida en los años ochenta y la pandemia de la covid-19. La sustancia ―que puede inyectarse, inhalarse, fumarse o tragarse en pastillas― fue en 2022 el responsable de las dos terceras partes de las 110.000 muertes por sobredosis en este país, un récord histórico. Ese mismo año, la DEA (siglas en inglés de la agencia estadounidense contra el narcotráfico) se incautó de 50,6 millones de píldoras falsas y de 4.500 kilos de polvo de fentanilo. El pasado julio Washington convocó a 84 países para establecer una “alianza mundial” contra el fentanilo.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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