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El año pasado se activaron 1.084 avisos naranjas y rojos por calor en España de mayo a septiembre

Las comunidades que acumularon un mayor número fueron Andalucía, Extremadura y de Castilla-La Mancha. Las previsiones estacionales apuntan con una alta probabilidad a que este verano será más cálido de lo normal

Un repartidor en bicicleta, el pasado 10 de mayo en Barcelona.
Un repartidor en bicicleta, el pasado 10 de mayo en Barcelona.David Zorrakino (Europa Press)
Victoria Torres Benayas

El Gobierno anunció el miércoles que prohibirá trabajar al aire libre cuando el calor sea muy intenso y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) haya activado un aviso por altas temperaturas de color naranja (riesgo importante, el segundo de una escala de tres) o rojo (riesgo extremo, el más alto). Según los datos aportados por Aemet a este diario, esta situación se produjo hasta 1.084 veces en algún punto del país de mayo a septiembre del año pasado. Por comunidades, la que acumuló un mayor número de naranjas y rojos fue Andalucía, con 245, seguida de Extremadura, con 154, y de Castilla-La Mancha, con 144. Por contra, en Ceuta y Melilla no hubo ninguno y donde menos avisos se registraron fue en Asturias, con tres; en Cantabria, con 11; y en Murcia, con 13. El peor mes, por aplastante diferencia, fue julio, con 713 avisos, seguido de junio, con 231, mientras que en mayo ya hubo seis y, en septiembre, solo uno.

Para calcular el número de avisos, el área de Predicción Operativa de Aemet “ha consultado día a día de cada mes los avisos de cada zona de cada comunidad y se han ido sumando”, explica Rubén del Campo, portavoz de la agencia. Sin embargo, estos datos no permiten trazar un retrato aproximado del número de avisos que se suelen activar en España, ya que se produjeron en el verano más infernal desde que hay registros. Así, esta cantidad de avisos es, con creces, la más alta registrado hasta el momento. Lo suyo sería disponer de la media de los últimos cinco o 10 años, pero Aemet de momento no dispone de esta información por la complejidad que conlleva recopilarla.

También hay que aclarar que la agencia no lanza avisos para toda una comunidad, ni tampoco para una provincia entera, sino que estas se dividen por áreas. Por ejemplo, Jaén tiene cuatro zonas y toda Andalucía, 29. Y, para complicar aún más las cosas, cada una de las áreas tiene su propio nivel de activación, detallado en el Plan Nacional de Predicción de Meteorología Adversa (Meteoalerta), que nació en 2006 y que se ha revisado ocho veces desde entonces. “Los umbrales que disparan los distintos avisos no son únicos, sino que dependen de cada zona, porque evidentemente las temperaturas no se comportan de la misma manera en el extremo norte, en las montañas o en el tercio sur, donde el ambiente suele ser mucho más cálido, sobre todo en verano”, aclara Rubén del Campo, portavoz de la agencia.

“En términos generales, los naranjas se emiten cuando está previsto que se superen los 37°, 39° o 40° según las zonas; y los rojos, con 38°, 40 o 44º también en función de la zona. Son niveles adaptados al clima de cada región y en general son más altos canto más hacia el sur”, ahonda Del Campo. Así, en la campiña cordobesa hacen falta 38° para que se lance el aviso amarillo, el más bajo de los tres existentes en el semáforo de Aemet, 40° para que se pase a naranja y 44° para que se alcance el rojo. En cambio, en el litoral occidental de Asturias con 34° ya es aviso amarillo, con 37° naranja y con 40°, rojo.

Número de avisos naranjas y rojos emitidos por Aemet de mayo a septiembre del año pasado por comunidades autónomas.
Número de avisos naranjas y rojos emitidos por Aemet de mayo a septiembre del año pasado por comunidades autónomas.AEMET

Los colores del semáforo de Aemet dependen del “peligro que suponga el fenómeno meteorológico adverso”, asociado a su ”intensidad y rareza”. El amarillo, precisa el portavoz de Aemet, supone un riesgo bajo, “pero es recomendable estar atento porque los bienes y personas podrían sufrir algunos impactos, especialmente en determinadas actividades” como hacer deporte al aire libre en las horas centrales del día.

El naranja “implica un peligro importante y es recomendable estar preparado, pues ya podrían producirse impactos graves”, mientras que el rojo, cuya emisión se produce “solamente en caso de fenómenos excepcionalmente intensos y poco frecuentes”, supone un peligro extraordinario y los bienes y personas podrían sufrir consecuencias muy graves o incluso catastróficas. Los avisos no suelen durar todo el día, sino determinadas franjas horarias y se emiten para el día en curso y los dos siguientes.

Y para rizar aún más el rizo, en España intervienen otros dos actores ante una emergencia meteorológica: Protección Civil y el Ministerio de Sanidad. Una vez activados los avisos por parte de Aemet, la respuesta es competencia de las Protecciones Civiles autonómicas, que son las que lanzan las alertas a la población, cada una con sus protocolos y sus niveles de alerta distintos por nombres, colores, o números.

Además, Sanidad también emite sus propias alertas por calor, con cuatro niveles según sus efectos en la salud. Estos umbrales están calculados por provincias y cada una tiene una temperatura a partir de la cual se disparan la mortalidad y la morbilidad teniendo en cuenta a la población más vulnerable. El resultado es un galimatías para el ciudadano, que se pierde en las nomenclaturas dispares, en los detalles técnicos y en el ruido que generan tal multitud de voces.

Una mala predicción estacional

Si el verano pasado hubo tantos avisos es porque se registraron tres olas de calor consecutivas que abarcaron 42 días, casi la mitad de la estación, frente al anterior récord de 29 días en el verano de 2015. Hay que matizar que los avisos no se producen solo en el contexto de una ola de calor y que todo calor no es una ola. Para que se produzca este fenómeno, Aemet estable tres umbrales de duración, intensidad y extensión: se tienen que registrar “temperaturas por encima del percentil del 95% de las máximas de julio y agosto, afectar al 10% de las estaciones y durar al menos tres días”. Por tanto, puede hacer mucho calor puntualmente un día y dispararse los avisos.

Pero que el verano pasado fuera terrible y que el calor extremo haya llegado ya en abril no determinan que este lo vaya a ser también. ¿Se espera que sea igual, peor o mejor que la anterior? Aunque es imposible pronosticar a largo plazo eventos concretos, por ejemplo olas de calor, los modelos meteorológicos sí son capaces de apuntar predicciones estacionales, que proporcionan información probabilística en términos de temperatura y que en esta época alcanzan su mayor grado de fiabilidad.

Para esta temporada, la predicción estacional “da una señal bastante robusta de que, con una alta probabilidad, será más cálido de lo normal”. Oscila entre el 60 y 70% en el oeste de la Península y del 70% y al 100% en el resto de España. Esta “probabilidad es bastante alta, similar a la que se veía para el verano pasado en los pronósticos para estas fechas”, lamenta Del Campo.

Yendo más allá, la probabilidad de que esté entre los peores, es decir, que tenga unas temperaturas similares al 20% de los más cálidos de los 30 últimos años, es “también bastante alta”, en torno al 50 a 70% e, incluso, en puntos de Baleares y de Canarias asciende al 70% o 100%. “A principios de mayo, los pronósticos hablan de un nuevo verano muy caluroso, otra vez, lo que no podemos saber es si será tanto como el del año pasado”, concluye el portavoz de Aemet.





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Sobre la firma

Victoria Torres Benayas
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.

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