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De rey a “una persona cualquiera, un veraneante más”

El padre de Felipe VI mantiene un perfil casi invisible en Sanxenxo, sin recepciones y limitando su exposición a los desplazamientos desde la casa de Pedro Campos al espigón donde atraca el ‘Bribón’

El rey emérito a su llegada al club naútico de Sanxenxo para parcitipar en la regata que se celelebra este fin de semana.Foto: ÓSCAR CORRAL | Vídeo: EUROPA PRESS
Manuel Jabois

En septiembre de 2000, el alcalde de Sanxenxo, Telmo Martín, hablaba así de la inminente visita del rey Juan Carlos I al municipio turístico gallego: “Visita histórica”, “oportunidad histórica”, “Sanxenxo recibirá como se merece al Rey”, al que jaleó una muchedumbre y se le dio de comer pimientos de Padrón, pulpo de la isla de Ons, calamares de Portonovo, jamón de Jabugo, camarones de Sanxenxo, empanada de zamburiñas, caldeirada de rodaballo salvaje y percebes de Ons. Vino de Adega Dosán. Café de pota y una queimada, para acabar, que hizo el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga.

En abril de 2023, el alcalde de Sanxenxo, Telmo Martín, hablaba así de la visita del rey emérito Juan Carlos I al municipio turístico gallego: “Cualquier persona que venga a Sanxenxo es bienvenida siempre. Sea quien sea: del mundo de los negocios, de la política, de la cultura, etcétera. Estamos encantados de recibir personas aquí todos los días. Y el rey Juan Carlos es una persona más entre todas. ¿Me veré con él? No, no… ¡No puedo tener encuentros con todas las personas que vienen a Sanxenxo! Hoy estoy magníficamente acompañado por el presidente [Mariano] Rajoy y con muchos de los compañeros de mi lista [electoral], y vamos a hacer senderismo, que es lo importante del día de hoy”.

Entre una declaración y otra han pasado más de dos décadas y varios escándalos judiciales de los que no hubo petición de perdón o disculpas tras los delitos acreditados por la Fiscalía y sobreseídos a causa de la inviolabilidad que el rey emérito gozó hasta 2014, por haber prescrito o por pagar a Hacienda las cantidades defraudadas en relación con su fortuna oculta. Ha pasado algo también: la inconveniencia de la presencia en España de un rey forzosamente exiliado a Abu Dabi que La Zarzuela ve con malos ojos. Por eso la frialdad de un cargo institucional en activo, como el alcalde de Sanxenxo, o el inmovilismo del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (que días antes sí dijo que se lo acogería “con los brazos abiertos”) contrastan con las palabras de un expresidente del Gobierno, fuera de la política activa, como Mariano Rajoy: “Hay que normalizar” las visitas del rey emérito y “no hay ninguna razón para que alguien se empeñe en montar el espectáculo” cada vez que viene. “Es una señal de normalidad”, insistió en un acto electoral este sábado en el que defendió que Juan Carlos I “capitaneó” la Transición y es una figura capital de la historia de España.

Mientras, el emérito capitanea ya solo el Bribón y de él no hay rastro en el pueblo. La cobertura es más rosa que política. La atracción para los vecinos es la presencia de Pipi Estrada, comentarista de programas del corazón y futbolísticos. El perfil del padre de Felipe VI, más que bajo, es casi invisible: se desplaza de la casa de Pedro Campos al espigón en el que atraca el Bribón sin parar en ningún lado. No hay recepciones, no hay encuentros con los medios, no baja la ventanilla ni parece que, salvo sorpresas, vaya a haber una excursión que se rumoreaba al restaurante Casa Checho, en Ons, uno de sus lugares predilectos.

En 2000, Ruth González Reyes era la concejala de Cultura del Concello de Sanxenxo y estaba en primera línea de la multitudinaria comitiva de recepción al Monarca entonces. ¿Qué le parece que el rey emérito espere venir a Sanxenxo con asiduidad? “Me parece bien. Es un veraneante más, una persona más. ¿Si esto beneficia al pueblo? Personalmente, creo que la película que se está montando a su alrededor es innecesaria. Es un hombre retirado de la vida pública que tiene derecho a vivir”.

La hostelería lo tiene más claro. Francisco González, responsable del Spa Hotel Nanín, vocal del Consorcio de Empresarios de Turismo de Sanxenxo y del Clúster de Turismo de Galicia, de los que fue presidente, cree una “extraordinaria noticia” que el rey emérito visite la capital turística gallega. “Impacto directo: ninguno. Los 20 periodistas que están aquí y se hospedan en algún hotel, o sea que beneficio en caja, poco. ¿Impacto indirecto? Muchísimo. Los minutos de televisión valen millones. Las imágenes de las playas y del puerto de Sanxenxo en todas las televisiones, millones. ¿Cuánto vale esa publicidad? ¿Cuánto vale ese posicionamiento de marca? ¿Por qué los empresarios de Mallorca le compraron al rey un barco para que navegase por allí? Si quiere venir seis semanas al año, aquí los hosteleros estaremos encantados”.

Juan Carlos de Borbón no se bajó del coche este sábado. Hace un día soleado y muy ventoso. Llegó al espigón, estuvo una hora dentro del vehículo y se marchó de vuelta. La razón no confirmada es que había demasiados nudos de viento como para arriesgar su presencia en la embarcación. “Se cayó de la convocatoria”, bromeó un fotógrafo, “no se vaya a caer del barco”. Pero esta noche, la noche del sábado, con motivo de la regata del campeonato de España a la que ha venido a Sanxenxo a participar, se prevé una cena en el Real Club Náutico que será, si asiste como está previsto, su único acto en público fuera del consabido recorrido entre la casa de Campos y el Bribón.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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