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Los vocales progresistas estudian si su dimisión provocaría la parálisis del Poder Judicial

La idea de una renuncia en bloque pierde fuerza ante la posibilidad de que el órgano de gobierno de los jueces quedara en manos de los conservadores

Poder Judicial
Reunión de la ministra de Justicia, Pilar Llop, con el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Rafael Mozo, y, de manera telemática, el fiscal general del Estado, Álvaro García, el pasado 30 de diciembre.Borja Sánchez-Trillo (EFE)
José María Brunet

Los vocales progresistas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) están estudiando si una eventual renuncia colectiva a sus cargos supondría una paralización efectiva del órgano de gobierno de los jueces. Lo van a debatir este martes, en la reunión que tienen preparada para la tarde, con objeto de analizar cómo orientar sus pasos ante el pleno convocado para el próximo jueves. La posibilidad de una dimisión en bloque sigue estando en el aire y de hecho no se ha tratado a fondo entre ellos. Los contactos de estos días previos a dicho pleno han de servir para comprobar si existe realmente una posibilidad de que la marcha de ocho integrantes del Consejo —los que suma el grupo progresista, contando a Enrique Lucas, que algunas veces se ha desmarcado— iba a generar una situación que obligase al PSOE y al PP a retomar sus negociaciones, para no dejar al Poder Judicial sin gobierno y a la deriva.

La renuncia de la vocal Concepción Sáez, nombrada a propuesta de IU, abrió la posibilidad de que hubiera otras dimisiones en el grupo progresista del Consejo. El vocal Álvaro Cuesta, designado a iniciativa del PSOE, se mostró partidario de explorar esta posibilidad. Pero se trata de una hipótesis que sigue sobre la mesa sin que haya avanzado en los últimos días. El único compromiso entre los miembros del citado sector es el de reunirse este martes y estudiar las consecuencias de una medida de este tipo. Hay vocales progresistas que a priori no ven en una salida colectiva solución alguna para el bloqueo que sigue planteado para la renovación del órgano de gobierno de los jueces. Pero todos se han dado garantías de su disposición a discutir el asunto. Ello incluye a los vocales Roser Bach, Mar Cabrejas y Enrique Lucas, en principio contrarios a dichas renuncias.

En todo caso, en los contactos previos a la reunión de hoy ha perdido cierta fuerza la idea de la dimisión en bloque. El propio Álvaro Cuesta ha hablado de que una renuncia es por su propia naturaleza una decisión individual. Y además, tiene que ser aceptada por el presidente suplente del Consejo, Rafael Mozo. No basta, por tanto, con presentarla. De ahí que se subraye la hipótesis de dimisiones individuales, sin necesidad de definir esas renuncias como una estrategia de bloque. Ahora bien, para que las renuncias tuvieran alguna consecuencia y efectividad sería preciso que el número de salidas del órgano de gobierno de los jueces hiciera inviable la reunión de su pleno, que requiere un quórum de 11 vocales.

De ahí que la discusión esté centrada ahora en cómo explicar las dimisiones, si se producen, y en cómo conseguir que puedan conducir realmente a la renovación del Consejo del Poder Judicial. Esta es la cuestión esencial y puede acabar frenando las renuncias. Entre los vocales progresistas hay quienes están convencidos de que su marcha sólo iba a favorecer que el sector conservador del órgano de gobierno de los jueces se hiciera con las riendas de la institución. Y que desde esa posición permaneciera a la espera de que una hipotética victoria del PP en las próximas elecciones generales condujera a la derogación de la reforma legal que prohibió los nombramientos de altos cargos judiciales, para efectuarlos eligiendo a jueces más o menos afines.

La idea de la dimisión en bloque, por tanto, tampoco gana terreno por este lado. Al mismo tiempo, entre los vocales progresistas también hay quien está convencido de que un Consejo que mantuviera sólo los diez vocales de procedencia conservadora no podría desarrollar ni las mínimas funciones, lo que conduciría indefectiblemente a que el Parlamento tuviera que tomar medidas ante una situación de emergencia. Pero de momento no hay seguridad sobre qué camino tomar y cómo resolver el dilema. El objetivo común en dicho grupo no es poner en práctica la opción del “cuanto peor, mejor”, sino comprobar si hay margen para desatascar la situación del Consejo y evitar que esta legislatura pase a la historia como aquella en que fue imposible renovar el órgano de gobierno de los jueces. En paralelo, entre los conservadores también existe debate, porque algunos vocales de este signo son partidarios de que el Consejo efectúe los nombramientos de magistrados que podrían ocupar plazas del Supremo que fueron convocadas antes de que entrara en vigor la reforma legal para prohibirlos. Un dato este que también actúa como freno para los vocales progresistas partidarios de la renuncia de todos los integrantes de este grupo, por temor a que una decisión de este tipo se volviera contra sus propios objetivos e intereses.

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