La campaña electoral lo ocupa todo
Sánchez evita los habituales anuncios y se concentra en unir al PP y Vox para preparar un año con varios comicios a la vista
Pedro Sánchez es un político enamorado del efecto sorpresa. En casi todos los debates, reserva un anuncio estrella que marca la agenda y complica la reacción de la oposición, que no suele saber por dónde irá el presidente. Es una técnica que ha practicado durante casi toda la legislatura. Pero esta vez en el Congreso no hubo ninguno. La etapa de la vorágine legislativa del Gobierno, que según reivindica, ha promovido 190 iniciativas legales, parece llegada a su fin.
El corazón de la estrategia política del presidente y su equipo ya está en la larga campaña electoral, que se concentra ahora en tratar de desactivar el intento de Alberto Núñez Feijóo por arañar votos del PSOE con la idea de que es un líder moderado y colocarle en el bloque de la derecha con Vox, el único aliado posible que tiene el PP para gobernar.
El Partido Nacionalista Vasco, indirectamente, ayuda a Sánchez en esta estrategia. Aitor Esteban incluso le planteó a Sánchez la posibilidad de repetir la mayoría actual en la próxima legislatura, una manera implícita de lanzar un mensaje claro desde el PNV, tal vez el partido que mejor olfatea las corrientes de fondo de la política española: nuestra opción es esta mayoría, la idea de volver a pactar con el PP de Feijóo como hicimos con el de Aznar y el de Rajoy no está encima de la mesa. Con Vox en la ecuación sería totalmente imposible. Santiago Abascal ha planteado directamente la ilegalización del PNV.
Concentrado en la campaña, Sánchez y el PSOE, con su portavoz, Patxi López, en un discurso especialmente aplaudido por su bancada, se cebaron con Vox. Santiago Abascal, que ha pasado unos meses de poco protagonismo tras el fiasco andaluz, ha vuelto al primer plano con el plan antiabortista en Castilla y León y con la manifestación en Madrid el sábado. En tono burlón, casi de sátira, Sánchez se esforzó en asimilar al PP con Vox porque los populares, aunque mantuvieron un tono discreto, apoyaban la manifestación. El presidente también se lanzó en tromba contra Cuca Gamarra, la portavoz del PP, en un tono ya de abierta campaña electoral.
“No hay Gobierno ni Estado ni Dios que pueda decidir sobre el cuerpo de las mujeres”, clamó Patxi López con su bancada puesta en pie. El rechazo a Vox es el gran movilizador de los diputados socialistas. En la cúpula esperan que lo sea también del electorado progresista, como en 2019, algo mucho más difícil de lograr.
Para conseguirlo, Sánchez ya no se corta ni siquiera en imaginar escenas de un Gobierno de coalición PP-Vox, algo que los políticos no suelen hacer en campaña, porque supone asumir que pueden perder. El líder del PSOE planteó una imagen: una rueda de prensa bilateral con Macron, como la del jueves pasado en Barcelona, pero con Feijóo presidente en coalición con Vox. “Un periodista le preguntó a Macron qué opinaba de los pactos de la derecha y la ultraderecha para gobernar. ¿Se imaginan el bochorno para España si en la rueda de prensa con Macron hubiera estado un Gobierno de coalición con Vox?”, clamó. Macron fue durísimo con la idea, y llegó a decir que él no está de acuerdo con normalizar a la ultraderecha porque “es el odio al otro”.
Feijóo intenta todos los días huir de esta idea de los bloques, porque sabe que mientras se le vea cerca de Vox es muy difícil que consiga arañar votos de centro y mucho menos del PSOE. Pero en La Moncloa están convencidos de que la realidad se irá imponiendo al intento de Feijóo de eludir una verdad innegable: el PP se ha quedado solo con Vox, porque su política territorial le ha ido alejando de antiguos aliados como el PNV, pero sobre todo de los restos de la antigua Convergència.
Sánchez machaca una y otra vez, y ese será el eje de su campaña, con la idea que con el modelo del PP, que hizo una polémica reforma de las pensiones que fijaba el aumento anual máximo en un 0,25%, hoy la pensión media subiría 2,39 euros, mientras con este Ejecutivo se han subido 107 euros de media, un 8,5%. Aunque las pensiones no dominan la agenda mediática, en La Moncloa están convencidos de que los 10 millones de personas que las cobran, y esta semana están viendo el primer gran aumento en la nómina de enero, tienen un efecto político de lluvia fina con mucho más impacto que cualquier manifestación de la derecha.
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