Una máscara de látex y 25 identidades: cae en Benalmádena un experto falsificador de documentos
El investigado escapó de la justicia de Letonia el pasado verano y se había instalado en la Costa del Sol donde continuaba con sus falsificaciones “de excelente calidad”
En camiseta, calzoncillos y esposado, el pasado mes de junio un hombre escapó de la policía de Letonia. Pasaba su segunda temporada en prisión y, durante una visita a los juzgados, se esfumó por una puerta que nadie conocía. En el siguiente mes vivió con varias mujeres, consiguió dinero e incluso un camión con el que intentó robar la maquinaria que las autoridades policiales le habían requisado. Después logró burlar los controles fronterizos para viajar a España, donde se asentó en Benalmádena (Málaga, 70.204 habitantes). Allí volvió a ejercer su gran pasión: falsificar documentos. Adquirió nuevos aparatos, montó un laboratorio en un sencillo apartamento y se puso manos a la obra. Sobre todo, carnés de identidad y de conducir de países de la Unión Europea que vendía a delincuentes. La calidad de su trabajo ha sorprendido a policías de medio continente. “Jamás habíamos visto algo así, con tanta calidad. La falsedad era casi indetectable”, asegura Manuel Arias, inspector jefe del grupo 21 de investigación de fraude documental de la Policía Nacional. Este cuerpo policial detuvo al fugitivo hace unos días mientras dormía en su apartamento de alquiler.
Los agentes más especializados en verificación documental de España, Letonia y Polonia, que han colaborado en la denominada Operación Riga, aseguran que el trabajo del delincuente es casi perfecto. Ni con lupa han sido capaces de detectar las diferencias en los carnés de identidad o licencias de conducción de países como Francia, Letonia, República Checa, Bélgica, Portugal, Lituania o Países Bajos. También hacía tarjetas sanitarias, certificados de discapacidad, pases de prensa o certificados covid. Él mismo se había hecho 25 identidades diferentes —con una de ellas alquilaba los apartamentos, con otra hacía los envíos— e incluso tenía su propio falso carné de patrón de yate de la comunidad gallega. Como los viejos marineros, había formado familias paralelas en distintos países. Su múltiple personalidad documental ayudaba: Mujer e hijos en China, Alemania y Letonia, a quienes pasaba manutención económica. En Benalmádena también se echó novia, arrestada por su colaboración. “Es una persona muy original, sociable, cordial, capaz de generar lazos con cualquiera. Consigue que todo el mundo le ayude”, asegura su compatriota Maris Priednieks, jefe de la unidad tercera de crimen organizado de la policía letona.
Ha sido necesaria una inspección pormenorizada de los documentos para detectar su falsedad. A simple vista, lo único que podía llamar la atención de los policías más especializados era su sonido al caer, que indicaba una composición más liviana que los reales porque el ahora detenido no incluía capas metálicas. “Si las llega a poner, la falsificación hubiera sido prácticamente indetectable”, añaden agentes españoles quienes, además de 10.150 euros en efectivo, encontraron en el taller 86 documentos falsos, ocho a su nombre. En el muestrario que enseñaba a la clientela había un nombre repetido, el del actor Brad Pitt. Su foto y sus datos formaban parte de documentación francesa, rumana, letona o búlgara que usaba como ejemplo de lo que sabía hacer. Practicaba a diario. “Creemos que disfrutaba mucho con la actividad, era muy perfeccionista”, han subrayado fuentes del caso, que tampoco habían visto la máscara de látex hiperrealista que había en su laboratorio. Se cree que con ella evitó los controles faciales de la frontera. Los policías estudian si la utilizaba para aplicar morphing, técnica informática que permite transformar la foto de documentos para suplantar identidades.
Aprendió en Youtube
Fue la policía letona la que el pasado mes de junio avisó a la española de que el fugitivo, que tenía una Orden Europea de Detención (OEDE) en vigor podría estar escondido en España. Apuntaban a la Costa del Sol, refugio habitual de prófugos porque el anonimato es fácil de conseguir. Los envíos de dinero fueron clave para acercarse hasta su escondite, que resultó estar en Benalmádena. Allí había alquilado dos apartamentos, ambos humildes, según describen fuentes policiales. En uno vivía con su chica. Al otro, cercano y al que iba a diario en bicicleta, había montado un laboratorio de falsificación. En un trastero guardaba los materiales necesarios, adquiridos a través de internet. Es en la red también donde aprendió su profesión. “YouTube”, subraya Priednieks. El delincuente ha confesado que llevaba 15 años realizando falsificaciones.
Su tarea era precisa en cada paso. Primero diseñaba la documentación en el ordenador. Luego lo imprimía en inyección de alta definición, algo que la policía jamás había visto. Utilizaba una guillotina y una perfiladora para recortar el papel, embutía un chip y colocaba el reverso y el anverso en una tarjeta de PVC. Añadía detalles con tinta ultravioleta gracias a unas placas de aluminio diseñadas a mano y secaba la impresión con lámparas led. Luego colocaba hologramas y capas de materiales de plástico, que fundía en una prensa de calor y finalmente envasaba al vacío. Solo le faltaban incluir finísimas placas metálicas para que el policarbonato fuese indetectable a los ojos policiales.
Sus clientes le escribían por Telegram o a través de la darkweb, la internet oscura utilizada con frecuencia por los delincuentes. Pagaban entre 500 y 800 euros por cada documento, precio que los agentes consideran “muy barato” para su gran calidad. El perfil de los compradores era muy variado: desde personas que no tenían carné y querían conducir a migrantes irregulares que querían cruzar y quedarse en Europa, o también fugitivos. Entre medias, las posibilidades son enormes para “cualquier delincuente que necesite otra identidad”, ha afirmado un agente de fronteras polaco. En Polonia lo buscan desde 2019 por su supuesta colaboración con una mafia dedicada a traficar con personas, a las que llevaba de manera irregular hasta Irlanda.
En Letonia fue detenido en 2018 y pasó una temporada en la cárcel. Salió, volvió a falsificar y fue arrestado de nuevo y volvió a prisión. Durante una visita a los juzgados con compañía policial logró escaparse. Y aunque durante más de un año consiguió esfumarse, finalmente ha sido la Policía Nacional la que lo sorprendió, mientras dormía, en su apartamento de la Costa del Sol. Cuentan algunos de los agentes que lo detuvieron —en la cama y en calzoncillos— que se lo tomó con tranquilidad, pero que estaba sorprendido porque pensó que nadie lo encontraría en Benalmádena. Y que su cara cambió cuando se dirigieron a él por su nombre real y le dijeron que lo enviarían a Letonia. Eso sí, el Juzgado de Instrucción Número 4 de Torremolinos, que lleva el caso, prefiere que primero cumpla condena en España por su actividad en territorio español. Luego lo haría en su país en virtud de la orden europea de arresto vigente. Polonia también quiere encarcelarlo después.
La operación, coordinada por la Sección de Investigación de Fraude Documental (SIFD) con el apoyo de la Unidad de Redes de Inmigración y Falsedad documental (UCRIF), el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria e integrantes de las policías de Letonia y Polonia —que se reunieron en la mañana de este jueves en Málaga— ha sido uno de los primeros grandes éxitos del llamado Punto Atenas puesto en marcha por la Comisaría de Extranjería y Fronteras en diciembre del año pasado. Se trata de un centro de llamadas donde cualquier agente —e incluso personal de entidades bancarias— puede consultar sobre la marcha de cualquier documento de identidad del que dude sobre su veracidad. A través del teléfono o correo electrónico, los responsables del dispositivo podrán estudiar y cotejar de manera rápida las características de cada documento y ayudan a los policías a conocer si tienen ante sí posible documentación falsificada.
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