Una alfombra roja tapa el lugar de la lápida de Queipo de Llano en La Macarena de Sevilla
La hermandad ha cubierto el hueco de las tumbas del general golpista y su esposa el día después de su exhumación. Los restos han sido incinerados
En el interior de la sevillana basílica de La Macarena, hoy, aparentemente, es un jueves cualquiera. Los fieles se concentran frente al altar principal para rezar a la Virgen de la Esperanza, que va vestida de luto, por ser el mes de los difuntos. Luego, como un ritual, se acercan al altar del Señor de la Sentencia, la imagen del Cristo también titular de la hermandad, y, antes de salir, se persignan frente a la figura de San José. A algunos, los menos, se les va la mirada a los pies de la talla. Allí se encuentra la principal diferencia, el cambio sustancial en la estética del templo después de 69 años, que constata que esta no es una mañana más. Por primera vez, la vista no se topa con las lápidas del represor franquista Gonzalo Queipo de Llano y su esposa, Genoveva Martí. En su lugar, una alfombra roja tapa el lugar donde estuvieron sus tumbas, que hace apenas unas horas han sido abiertas, de madrugada, para sacar y trasladar sus restos y cumplir así con la ley de Memoria Democrática.
El cambio no es solo estético. Es histórico, y para los familiares de las víctimas del franquismo es ético y una cuestión de justicia y dignidad. Los miembros de las distintas asociaciones memorialistas que tanto han luchado por sacar de la basílica los restos del general franquista, responsable de ordenar la muerte de 45.000 personas durante la Guerra Civil según los cálculos del historiador Paul Preston, afrontan este jueves 3 de noviembre con otra mirada.
Todo sucedió de madrugada y, aunque las familias —la de Queipo de Llano y la de su mano derecha en las ejecuciones, el auditor de guerra Francisco Bohórquez, también exhumado— deseaban que se celebrara en la más estricta intimidad, la voz de Paqui Maqueda dejó constancia de que en esos momentos se estaba asistiendo al final de años de impunidad. Ella fue la única familiar de represaliados que se acercó a la basílica a esperar la salida de los restos del militar y reclamó “dignidad y orgullo para las víctimas del franquismo” .
La hermandad ha emitido un comunicado este jueves certificando que la exhumación de ambos cuerpos se llevó a cabo “cumpliendo de este modo lo mandatado por la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática”. “Ya exhumados los restos mortales y entregados a sus familiares, la hermandad pide respeto para las familias al ser ahora un asunto perteneciente al ámbito privado e íntimo de los descendientes”, indica la nota difundida a través de sus redes sociales. Con todo, en esa misma capilla, en la pared a la izquierda del San José, junto a un busto de Juan Pablo II, esta mañana quedaba una placa dorada en la que la Hermandad de la Macarena recuerda a “su hermano mayor honorario, el teniente general don Gonzalo Queipo de Llano en el primer centenario de su nacimiento”, datada el 5 de febrero de 1975. Un reconocimiento cuya eliminación no mencionaba la carta remitida por el Gobierno el 24 de octubre, en la que pedía la exhumación de los restos de los dos militares “a la mayor brevedad”, pero que sí ha descolgado de la pared la Hermandad poco antes de su cierre a mediodía.
Las cenizas permanecerán con la familia
El destino de los restos de ambos militares no es una cuestión baladí. La ley es explícita: solo pueden ser inhumados en un cementerio. Pero nada dice acerca del destino de sus cenizas si son incinerados. En principio, la familia de Queipo, que, según ha podido confirmar este diario, ya ha incinerado el cuerpo, tiene intención de conservar las cenizas en el entorno familiar.
Soledad Merino, devota de la Macarena que acude a rezarle todas las mañanas, sabe que esta noche han exhumado a Queipo de Llano, pero ella no ha sentido la curiosidad de mirar hacia el suelo. “Yo siempre miro a la imagen, nunca a lo de abajo. Y si lo que estaba allí ya no está, bienvenido sea”, señala a la salida de la basílica. Paz, estudiante de 19 años, sale corriendo porque va a clase. Ella también va todas las mañanas a ver a la Esperanza y sabe que esta noche han sacado los restos del general golpista, pero no parece importarle mucho. “La verdad es que no sé muy bien lo que ha hecho, no estoy muy enterada”, manifiesta.
Comunicado oficial de la Hermandad de la Macarena.
— Hermandad de la Macarena (@Hdad_Macarena) November 3, 2022
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Justo en ese momento pasa una mujer que rompe a aplaudir. Unas palmas muy distintas a las que dieron horas antes los familiares de Queipo de Llano al paso del coche fúnebre que portaba sus restos y los de su esposa. Mostraban, estas otras palmas, la alegría por no pasar cerca del militar franquista. Poco después, maleta en mano y en dirección al Parlamento andaluz, que está prácticamente enfrente, la portavoz socialista, Ángeles Férriz, expresaba su satisfacción por lo sucedido, pero también cuestionaba que “se haya tenido que esperar a que haya una ley para sacar a este genocida de la basílica”. Y apuntaba: “Lo peor, o lo mejor, es que ha sido muy fácil, por eso es tan triste que para esto se haya tardado tanto tiempo”.
El matrimonio formado por Carmen y Manuel no comparte esa alegría. “Lo que se ha hecho está muy mal, hay que contar también lo que hicieron del otro bando. Están pasando muchas cosas”, dicen. Ellos ejemplifican el sentir del sector más reaccionario de la hermandad ―entre el que se encuentran algunos descendientes de Queipo y Bohórquez―, que ha cuestionado que el hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, no haya opuesto resistencia a la hora de cumplir con la ley. El comunicado de este jueves es explícito: “La Hermandad requiere que, una vez cumplida la ley escrupulosamente —tal y como venía aseverando desde hace años―, nadie la utilice con intereses partidistas, políticos o ideológicos, instando a ser respetada como lo que es: una asociación de creyentes católicos fiel a los principios evangélicos, a la doctrina de la Iglesia Católica y a la fraternidad entre hombres y mujeres”.
Fernández Cabrero es consciente del malestar de una parte de los miembros de la hermandad, pero ha querido acabar cuanto antes con un asunto incómodo para poder centrar la atención en sus actividades benéficas. Quienes conocen el mundo cofrade sevillano coinciden en que con otro hermano mayor la exhumación de Queipo de Llano, tal y como se ha producido, habría sido imposible. Una predisposición que también agradecen los familiares de las víctimas.
La Macarena pide pasar página en su comunicado: “La corporación macarena reclama ser dejada al margen de cualquier polémica ideológica y política ajena a los fines de la misma y a su condición de asociación de fieles católicos; también desea desaparecer del foco mediático por este asunto ya resuelto, ansiando, a partir de ahora, captar la atención de los medios de comunicación por su ingente actividad, sobre todo en materia de caridad y de asistencia a los más desfavorecidos de nuestra sociedad”, dice.
Ningún representante del Gobierno estuvo presente "porque no era obligatorio"
Ningún representante del Gobierno estuvo presente durante la exhumación de los cuerpos de Gonzalo Queipo de Llano y de Francisco Bohórquez de la basílica de la Macarena. La Secretaría de Estado de Memoria Democrática no tuvo noticias de que la hermandad iba a sacar sus restos en la noche del 2 de noviembre y la madrugada del 3 hasta que ya estuvieron fuera del templo. Ello, a pesar de que en las recomendaciones que el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, hizo llegar al hermano mayor de la corporación, José Antonio Fernández Cabrero, se mencionaba hasta en tres ocasiones la intervención de su departamento: cuando la familia informe del destino de los restos de sus antepasados a la entidad “este extremo será comunicado a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática”; una de las tres copias del acta levantada por el secretario de la hermandad “se entregará a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática”; durante el proceso de exhumación “podrán estar presentes como observadores los representantes” de la hermandad, la familia y la Secretaría de Estado.
La Secretaría de Estado de Memoria trata de restar importancia a la ausencia de un representante en el proceso de exhumación porque “no era obligatoria” ni la comunicación previa del destino de los estos ni la presencia de un observador del Gobierno. Fuentes cercanas al Ministerio de la Presidencia aseguran que, sobre las 6.30 de la mañana, el hermano mayor de la Macarena comunicó al secretario de Estado que se habían llevado a cabo los enterramientos y posteriormente remitió el acta dejando constancia del proceso a la Secretaría de Estado, según confirman también en ese departamento.
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