El policía que dio con la grafitera que pintaba su amor por las calles de El Puerto
Un agente con más de 200 investigaciones similares por toda España ha identificado a la mujer que dedicó hasta 17 pintadas a una expareja
A las claras del día del pasado 17 de mayo, hasta 17 calles de El Puerto de Santa María (Cádiz) amanecieron pintadas de frases entre el amor y el orgullo andaluz. “Te quiero a jierro”; “te echo de menos, te pienso de más”; “me flipan tus ojos marrones”; “te como to lo negro (y lo que no es negro)” surgieron de la nada en letras negras pintadas con calcos y spray con una enigmática firma de autoría: Ke paza killa. El policía local 12.529 recuerda bien ese momento porque fue justo cuando comenzaron sus pesquisas. Dos meses después, la investigación ha concluido con un informe de 47 páginas y una autora identificada que, cuando se ha visto descubierta, arrepentida, se ha disculpado y ha eliminado lo que ella consideraba un proyecto de intervención de arte urbano.
Cuando la mujer, de 36 años, residente en Madrid pero con segunda residencia en Sevilla, optó por escoger las paredes de El Puerto para sus pintadas quizás desconocía que se iba a enfrentar a un agente que ya suma a más de 200 grafiteros identificados por toda la geografía española, famoso entre sus compañeros por sus concienzudas investigaciones. Aunque la infractora tampoco tenía otra opción, ya que la localidad era parte esencial de su proyecto artístico. “Formaba parte del cortejo a un antiguo novio con el que quería tomar la relación”. O al menos eso aseguró al policía local, cuando acudió a la llamada de la Jefatura. “Le dije los indicios y cuando vio que no tenía escapatoria, se mostró muy sorprendida de que diésemos con ella. Alucinó bastante y se arrepintió”, resume a EL PAÍS el agente, que pide anonimato.
Tanto fue así que la artista infractora se ofreció a resarcir el daño y, hace una semana, ella misma devolvió el blanco a las 17 fachadas en las que había plasmado sus mensajes. Las frases estaban distribuidas estratégicamente por paredes de calles que habían tenido importancia para la pareja y sobre edificios que, aunque eran propiedades privadas, no estaban catalogados como monumentos. Ni siquiera las letras eran casuales. Realizadas con la técnica del estarcido, la mujer escogió la misma icónica tipografía que empleó la fábrica de cerámica Pickman y Cía en 1870 para realizar los rótulos de las calles de Sevilla y que, recientemente, ha sido estudiada por el proyecto Justa y Rvfina, desarrollado por un grupo de diseñadores sevillanos que ha catalogado y divulgado los azulejos históricos que componen el nomenclátor de la ciudad.
La grafitera citaba a las redes sociales de esta investigación en su perfil @kepazakilla_ofizia en Instagram, en el que se ha guardado durante meses para no revelar una identidad que la policía, pese a haberla descubierto, ahora tampoco ha querido desvelar. Sin embargo, no tomó suficientes precauciones para el agente 12.529 que, experimentado en dar con este tipo de infractores a través de sus redes sociales, cotejó las interacciones del perfil anónimo con otros, hasta conseguir triangular el nombre de la mujer. “No es una delincuente al uso, ha hecho una pequeña locura y se la ha pillado”, apunta el policía local, que valora la disposición que la infractora ha tenido para pedir disculpas por escrito y para reparar el daño. EL PAÍS ha intentado ponerse en contacto con la artista a través de sus redes sociales, pero no ha recibido respuesta.
Las pintadas, la explicación que la propia autora hacía en textos y vídeos —acompañados de mensajes escritos en Êttandâ pal andalûh, una ortografía no oficial basada en la fonética andaluza—, la selección de las calles y la motivación de su intervención hacen ver al policía que este caso es bien distinto de los que habitualmente ha perseguido por toda España. El agente comprende incluso que este caso puede avivar el largo debate que, en ocasiones, se suscita entre los límites del vandalismo y el arte. El mismo que ya azuza desde hace décadas al codiciado y enigmático Banksy o que, a pequeña escala, llevó a un artista callejero de Málaga a ser multado con 8.000 euros por pintar de dorado las papeleras. “Tengo que separar las opiniones personales del ilícito en sí. Es una infracción administrativa que fomenta el vandalismo y puede hacer un efecto llamada para otros”, razona el agente.
Con esa máxima clara, el policía local —acompañado del agente 12.527 en muchas de sus pesquisas— se lanzó a investigar a los primeros grafiteros de El Puerto en 2012. Tanto se especializó en cotejar las firmas que veía estampadas en las calles, con redes sociales e indagaciones entre pandillas de jóvenes, que empezó a dar con las identidades de los autores. “Eran cosas que surgían que, si no se pillaba al chico in fraganti, era muy difícil localizarlo. Así que, en mi tiempo libre, me puse a intentar desenmascarar a estos chavales”, recuerda el experto. De ahí acabó colaborando con Renfe y la brigada móvil de la Policía Nacional de Madrid para dar con los grafiteros que vandalizan los vagones de tren y de Cercanías y que se enfrentan a penas mucho mayores de los 600 euros por pintar fachadas que no sean patrimoniales.
En esta década, el policía ha ayudado a la identificación de más de 200 grafiteros —según sus propios cálculos— por toda España, en pesquisas que le han llevado a colaborar con compañeros municipales de Burgos, de consistorios de Galicia y de otros ayuntamientos de la provincia de Cádiz. Tan conocido se ha hecho entre los propios infractores que incluso uno de ellos llegó a hacer grafitis con el nombre de pila del experto, como recuerda entre risas.
Pero todos esos grafiteros localizados hasta ahora vinculados a pandillas de jóvenes amantes del hip-hop y a la vida callejera poco tenían que ver con la artista anónima que ahora ha cazado. Por ahora está por ver si Ke paza killa volverá a las andadas. Su última publicación en Instagram inmortaliza un grafiti realizado ya en las calles de Sevilla con la clásica tipología de Pickman, pero los colores de la bandera LGTBI, en el que dice “¿Tú mentiende o no?”. Fue el pasado 27 de julio, justo en los días en los que supo que el policía de El Puerto la había pillado. “Le recomendé que no siguiese para no meterse en más líos porque los policías de Sevilla me pueden preguntar su identidad y ella me dijo que también los iba a borrar”, asegura el agente. Por ahora, sus redes sociales siguen ahí. El tiempo dirá si la grafitera andaluza del amor vuelve a las calles.
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