María Jesús Montero, la ‘número dos’ que no aprendió política en las Juventudes Socialistas
Médico de 56 años, ha acompañado a Sánchez desde 2018 y accedió a la política tras ser subdirectora de un hospital
El nombramiento de María Jesús Montero como número dos del PSOE, al frente de la vicesecretaría general del partido, es el reconocimiento explícito de la influencia política de esta médica sevillana de 56 años desde que Pedro Sánchez la nombró ministra de Hacienda en su primer Gobierno, en 2018. No ha habido decisión que se haya tomado en Andalucía en los últimos tiempos sin que Sánchez no la haya consultado con ella, algo de lo que no han sido conscientes muchos dirigentes andaluces socialistas.
Montero no aprendió la política en las Juventudes Socialistas. Los aprendizajes que se imparten en esa escuela siempre le han provocado rechazo por su rigidez y dogmatismo. Aunque no ha hecho vida orgánica, tiene algo muy valorado en el PSOE: lo que llaman cultura de partido, que en su caso procede de su relación con las formaciones a la izquierda del PSOE. Ahora ocupaba una vocalía en la ejecutiva federal.
Entró en la política poco a poco. Era subdirectora gerente del hospital Virgen del Rocío de Sevilla cuando, en 2002, el entonces consejero de Salud, Francisco Vallejo, la nombró viceconsejera. Dos años más tarde, el presidente Manuel Chaves la hizo consejera, cargo en el que repitió con José Antonio Griñán, hasta que en 2013 Susana Díaz la nombró responsable de Hacienda y Administración Pública. Hacienda le gustaba; pero las competencias que tenían que ver con el laberinto de la función pública le repelían. Su equipo actual procede de aquella época. Estuvo 16 años en el Gobierno andaluz. Hasta que Sánchez la llamó para su primer Ejecutivo, donde también ejerció la portavocía y donde siempre ha estado en el primer nivel de proyección, aunque sin aspavientos.
Hasta que Griñán se lo propuso, la nueva vicesecretaria general del PSOE siempre rechazó las invitaciones para afiliarse al partido ofrecidas por otros dirigentes socialistas. Pero a su amigo Pepe Griñán, pendiente de la sentencia definitiva del Tribunal Supremo por el caso de los ERE, no pudo ni quiso decirle que no. De no haberse cruzado la política en su camino, tal vez hubiera terminado ejerciendo su profesión de médica en África, como ha reconocido alguna vez. Siempre ha estado ligada a los movimientos cristianos de base.
Montero es una mujer que de manera natural teje complicidades personales a la más mínima ocasión, especialmente con las mujeres. “Somos siamesas”, confesó a un grupo de periodistas andaluces cuando, recién nombrada ministra de Hacienda, le preguntaron por las relaciones con la poderosa vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. “Siamesas” es la palabra que empleó también Calviño en un acto celebrado en Sevilla previo a la campaña electoral de las andaluzas en referencia a Montero, que mantiene unas buenas relaciones con los dirigentes de Podemos y de Izquierda Unida. También mantenía bien engrasada la relación con su antecesora en la vicesecretaría general, Adriana Lastra, a la que ha apoyado en este tiempo, según fuentes próximas.
El secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, confesó el miércoles sobre las 14.30 no saber nada de los cambios que Sánchez proyectaba para el comité federal del sábado. Esta mañana ha entrado en el salón de plenos del Parlamento de Andalucía, donde se celebra la segunda jornada de la investidura como presidente de la Junta de Juan Manuel Moreno, conociendo la noticia, aunque la mayoría de los dirigentes andaluces se han enterado al leerla en los medios. Pero su equipo ya lo sabía, al menos desde que Adriana Lastra dejó la vicesecretaría general y abrió de par en par las puertas a los cambios. “María Jesús es mi amiga y nos conocemos trabajando hace muchos años, así que me parece genial. Tiene oficio y es de la máxima confianza de Pedro Sánchez. Andalucía suma”, ha afirmado esta misma mañana Espadas a EL PAÍS.
Montero fue uno de los nombres que se barajó para sustituir a Susana Díaz al frente de la candidatura socialista a la presidencia andaluza tras la pérdida de la Junta en 2018. Aunque acogió con alivio su descarte de las quinielas, nunca le dijo no al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE porque Pedro Sánchez jamás se lo propuso. “Ahora sabemos por qué no le dio el encargo”, comenta un dirigente andaluz, que destaca de Montero su “solvencia, fuerza y criterio”.
Otras fuentes destacan que con su nombramiento como vicesecretaria se produce “el alineamiento de la dirección política del PSOE con el Gobierno”. Como número dos socialista, tendrá interlocución directa con otro andaluz que sale del Ejecutivo autonómico, el coordinador del PP, Elías Bendodo.
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