La búsqueda sin cuartel de Cédric, un fugitivo en los Pirineos: “Está armado y es muy peligroso”
La Guardia Civil despliega un gran operativo en los alrededores de Jaca y los vecinos mantienen los ojos abiertos por la huida de un presunto asesino francés que ha encontrado en Huesca su escondite perfecto
Un guardia civil con un subfusil sale al paso de un coche que circula por la carretera comarcal que une las localidades oscenses de Jaca y Bernués. “No salgan, creemos que lleva al menos un cuchillo”, les advierte. Habla de Cédric Tauleygne, de 33 años, principal sospechoso de asesinar a tiros a su expareja y a su nuevo compañero en el sur de Francia. Las autoridades de ese país creen que tras escapar encontró en los Pirineos su escondite perfecto. Su moto, hallada en una cuneta unos días después en este mismo punto en el que el agente advierte a los ciudadanos del peligro, y la señal de su móvil lo sitúan en la zona.
Aunque la Guardia Civil y la Policía Nacional no dan detalles del operativo para no dar pistas al presunto asesino, el despliegue es evidente. Sobre todo en el triángulo coronado por la peña de Oroel que conforman los municipios de Bernués, Atarés y Santa Cruz de la Serós. Tres pueblos entre los que se extiende un inmenso, escarpado y frondoso monte de pino, boj y carrasca por el que hasta los perros tienen complicado rastrear. “Empezamos a las seis de la mañana, han venido refuerzos de todas partes de Aragón y también de Madrid y toda esta búsqueda tenemos que compaginarla con los servicios de rescate habituales”, cuenta uno de los miembros del dispositivo de la Guardia Civil, visiblemente cansado después de casi una semana de búsqueda. El despliegue también incluye a agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), la formación de élite del cuerpo especialista en las misiones más peliagudas. “Hay sitios por los que tenemos que pasar a cuatro patas, pero hay que descartar todo”, indica otro miembro del operativo.
El 4 de julio Aurélie Pardon y Gabriel Fourmigué, de 32 y 55 años, fueron hallados asesinados en casa de este último, en Pouyastruc, un municipio en el sur de Francia a 160 kilómetros de Jaca. La investigación puso en el centro de la diana inmediatamente a Cédric Tauleygne, con quien la mujer había comenzado los trámites de separación. Las dos víctimas eran profesores y su relación se había fortalecido en una excursión de su colegio solo unas semanas atrás, según explicó en una rueda de prensa el responsable de la investigación en Francia, Pierre Aurignac. “Tenemos todos los motivos para pensar que lo tenía todo preparado”, aseguró el fiscal Aurignac en esa comparecencia. El presunto verdugo y la mujer eran padres de dos niñas pequeñas.
El día posterior al asesinato los gendarmes mantuvieron algún contacto telefónico con el fugitivo, pero desde el miércoles, solo hay silencio. Fuentes cercanas al dispositivo apuntan que la señal del teléfono lo ubica en esta área. En este último mensaje Tauleygne amenazaba con el suicido. Que se haya quitado la vida es una de las hipótesis que los investigadores barajan, por eso se han desplazado hasta el área perros como Drew, especializado en rescate de personas, pero también otros como Kiko, que rastrea restos cadavéricos.
Los gendarmes encontraron varias armas en casa del principal sospechoso, aficionado al tiro, todas legalmente registradas, según puntualizó el fiscal que dirige las pesquisas en Francia. Como muestran las imágenes de sus redes sociales, es un gran aficionado al ciclismo, por eso podría haber hecho rutas por el área en la que ahora se le busca. “Una cosa es que haya hecho recorridos por aquí, y otra que tenga un profundo conocimiento de la zona”, reconoce otro agente implicado en el dispositivo. Lo que sí ha confirmado la Gendarmería es que el hombre tiene formación militar porque es un reservista. “Está armado y es muy peligroso”, se lee en el documento que facilitaron los investigadores franceses a los españoles. Por las carreteras por las que ahora están aparcados varios vehículos de la Guardia Civil no dejan de pasar ciclistas y también motos, porque en la zona también existe un camping motero.
El epicentro de la búsqueda es el pequeño núcleo de Bernués, con apenas una treintena de personas en su padrón. Una localidad con un puñado de casas salpicadas alrededor de varias cuestas en la que muchas tienen la inscripción de la familia propietaria en la fachada. Casa Pepito, Casa Bailo... Eva Escartín sube una de sus cuatro persianas y se asoma a la ventana. “Perdona que no abra, pero con el percance que ha habido es que no me fío. No había estado más encerrada en mi vida, ni con el confinamiento”, comenta esta vecina. “Hemos dormido mal, claro, hasta que no lo pillen...”, se lamenta, antes de despedirse y volver a bajar la persiana. Los controles se mantienen mañana y noche en diferentes puntos de las carreteras.
La sombra del caso de Igor el Ruso sobrevuela en el ambiente. En 2017, un fugitivo escapado de Italia acabó matando a un ganadero y a dos guardias civiles en la localidad turolense de Andorra después de un mes vagando por esa provincia. “El objetivo es que esto no se convierta en otro Teruel”, apunta otro de los miembros del operativo, achicharrado por el intenso sol que abrasa su piel durante tantas horas. Los agentes han pedido información a los habitantes y trabajadores de la zona, pero en ningún caso les están acompañando en el rastreo. Eva Gil y Saúl Ramos son dos agentes de protección de la naturaleza. “Estamos asustados, pero nos hemos ofrecido a ayudar porque conocemos la zona. Simplemente nos han indicado que si en algún momento necesitan información sobre casetas o pistas forestales se pondrán en contacto con nosotros”, señalan después de charlar durante unos minutos con el jefe del dispositivo de búsqueda y otros agentes.
A solo unos kilómetros de Bernués, fue hallada la moto con la que el presunto asesino escapó. Una Suzuki negra. Aunque el vehículo tenía gasolina, fuentes cercanas a la investigación apuntan que pudo tener alguna avería en el sistema de refrigeración. Aun así, el fugitivo se llevó las llaves y el casco. La alcaldesa de Bernués, Ana Lacosta, vio la moto perfectamente aparcada a un lado de la carretera cuando se dirigía a trabajar a Jaca. “No dije nada porque en ese momento pensé que sería de algún turista que había parado ahí a ver la peña de Oroel, luego me enteré de que era la de este hombre”, explica, sentada en la puerta de su casa. La regidora y su marido, Luis Lasala, pasan los días de casa al trabajo y del trabajo a casa. “Lo que hay aquí es un agujero lleno de árboles, que si no te lo conoces, es como buscar una aguja en un pajar”, señala el hombre, que es cazador y conoce bien la zona. Tres cornamentas incrustadas en la pared lo constatan.
Los rumores y los bulos no dejan de correr por los grupos de Whatsapp de los habitantes de la zona. “Ya lo han pillado”, “estaba en un pajar”, son algunos de los mensajes que se leen en la pantalla del móvil. Nada de eso es cierto. Por ahora, a Cédric Tauleygne, lo buscan vivo o muerto, en la inmensidad de los Pirineos.
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