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Sánchez tratará de recoser sus apoyos para terminar la legislatura tras el portazo de ERC al plan de ayudas

Ni el PSOE ni el PP salen victoriosos de forma rotunda de la votación del decreto de ayudas anticrisis. Esquerra desconcierta a todos con su voto en contra, incluso a algunos propios

La portavoz de EH BIldu, Mertxe Aizpurua, entrega su voto a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, durante la elección de los miembros de la comisión de secretos oficiales.Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

No había euforia este jueves en ninguna de las bancadas; no la hay hoy en ningún partido. Todos se han dejado algo en esta arriesgada jugada en la que nadie ha salido vencedor del todo, según admitían diputados veteranos de varias formaciones: el decreto de ayudas anticrisis sale adelante por los pelos, con los votos de los partidos del Gobierno y de Bildu, pero entre los noes figuran VOX, el PP y ERC. El que sufre más desgaste, aparentemente, es el Gobierno, que una vez más se ve obligado a sacar in extremis una votación que hace solo dos semanas veía completamente resuelta. Pero tampoco sale derrotado. Pedro Sánchez, como el día de la reforma laboral, cuando logró vencer de rebote por una carambola con un error del PP, salió este jueves al patio del Congreso a reivindicar su inagotable capacidad de resistencia. “El PP se apunta al cuanto peor mejor, pero ha ganado la política sana”, clamaba con una sonrisa.

El Gobierno ha resistido una vez más una ofensiva para derribarlo, la tercera importante, después de las prórrogas del estado de alarma y la reforma laboral. Y ha demostrado de nuevo que incluso sin los votos de ERC, aunque esta vez sí con los del PNV y Bildu, que compiten en el País Vasco para venderse como partidos que pactan con el Gobierno y tienen influencia en Madrid, es capaz de ganar votaciones. Pero se ha dejado muchas plumas en el camino. Y no consigue disipar la gran duda que se respira cada día con más claridad en el Congreso: ¿podrá Sánchez agotar la legislatura con este calvario permanente? Sus tradicionales aliados acusan al Ejecutivo y al PSOE de buscar sus apoyos solo cuando están con el agua al cuello, lo que deja una mayoría en constante equilibrio inestable. La Moncloa contesta que Félix Bolaños y el núcleo duro del Gobierno lleva desde el 25 de marzo trabajando este decreto con todos los grupos, incluido el PP, escuchando a todos y con múltiples reuniones y llamadas. Los socialistas asumen que en lo que queda de legislatura no pueden seguir acumulando votaciones agónicas. Pero a la vez Unidas Podemos está en una situación cada vez más difícil, y cada vez es más evidente que el apoyo de ERC es tremendamente volátil.

En el otro flanco, el PP tampoco es el vencedor claro. No solo no ha logrado, de nuevo, su objetivo de hacer perder una votación clave a Sánchez. Además, Alberto Núñez Feijóo ha perdido una ocasión para mostrar un giro claro que deje atrás el “no a todo” de Pablo Casado. Una abstención habría abierto un escenario inédito con el PP como partido de Estado frente al que los socialistas no tienen discurso construido. Sánchez se mueve más cómodo con un PP que vota en contra de bajar 20 céntimos la gasolina o dar 1.000 millones a los transportistas y otros tantos a pescadores y agricultores que con un Feijóo que hubiera jugado con la abstención.

Los socialistas creen que esta decisión del PP, que nadie esperaba, les dará réditos en la campaña andaluza, con mucho peso rural, como partido irresponsable que estaba dispuesto a tumbar las ayudas a los agricultores, pescadores y transportistas. La lectura del PP es diferente: Feijóo repite la misma estrategia de Casado y resalta el desgaste del Gobierno por pactar con Bildu, y ellos creen que esto erosiona al Ejecutivo, al que se percibe cada vez con más problemas.

El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, entrega su voto a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.
El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, entrega su voto a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.MARISCAL (EFE)

Aunque todos se declaran públicamente muy satisfechos, ni el PSOE ni el PP salen victoriosos de forma rotunda de una votación inimaginable hace dos semanas. Tampoco lo hace el gran protagonista, ERC. Hace solo una semana los republicanos decían que no podían castigar a los ciudadanos por un problema entre ellos y el Gobierno que es el espionaje. Como explicaron los portavoces vascos o del PDeCAT, tan indignados como ERC por el caso Pegasus, no se puede jugar con las cosas de comer y forzar que millones de personas pierdan sus ayudas por un conflicto entre partidos.

Una parte de ERC quería abstenerse, y Gabriel Rufián parecía estar entre los abstencionistas, pero ganaron los duros y se fueron al no. Y con ese “no” se quedaron sin margen de negociación con el Ejecutivo y con una gran pregunta que recorre la cámara: ¿quieren los republicanos forzar un adelanto electoral? Nadie le ve ninguna lógica a esa posibilidad. Varios diputados catalanes y vascos insisten en que con un adelanto electoral que podría traer una mayoría de PP y Vox solo ganaría Junts —que está en la agitación— y no ERC —que hizo una apuesta por el diálogo—. ERC desconcierta a todos, incluso a algunos propios. Nada es definitivo con ellos, tampoco este último giro. El Gobierno volverá a llamar a ERC para intentar resolver el caso Pegasus, cada vez más enmarañado, y recoser la mayoría para terminar la legislatura, imprescindible para gobernar sin continuos sobresaltos. Nadie está seguro de que pueda conseguirlo. Las elecciones andaluzas darán algunas pistas.

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