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Feijóo amaga con un cambio pero se mantiene en el no

El clima de opinión en el PP era favorable a una abstención al decreto anticrisis

Elsa García de Blas
Votacion plan anticrisis
Alberto Núñez Feijóo, durante su visita, este miércoles, a la empresa Forestal del Atlántico, en Mugardos (A Coruña).MONCHO FUENTES (EFE)

Hasta los suyos creían que lo más probable era una abstención. “Es muy difícil oponerse a la rebaja del precio de la gasolina, y lo que decimos es que las medidas nos parecen insuficientes, ¿cómo no vamos a facilitar que salga adelante?”, se escuchaba el martes entre las filas populares en el Senado. Opiniones similares esgrimían el miércoles diputados en el Congreso. “Estamos de acuerdo con algunas de las medidas, me sorprendería que votáramos no”, reconocía un parlamentario. También en el núcleo del barón gallego había dirigentes que veían ventajas estratégicas de una abstención al decreto para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania, sobre todo para debilitar al Gobierno profundizando la brecha con sus socios si se acercaba al PP. Sin embargo, Feijóo desconcertó a los suyos. Aunque amagó con transitar ese camino, acabó en el rechazo frontal.

La decisión fue personalísima del líder popular, y muy pocos en el PP la conocían. El diputado que defendió la postura de los populares en la tribuna, Jaime de Olano, llegó a las seis de la mañana al Congreso para esperar instrucciones sin saber si su discurso sería el de un rechazo o una abstención. Desde la noche anterior, un reducidísimo núcleo de confianza sabía que lo más probable era el voto en contra, una vez había fracasado la negociación con el Gobierno tras la última llamada del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, a la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, a última hora de la tarde. Pero incluso los que estaban en el ajo de la negociación, como Juan Bravo, vicesecretario de Economía, se enteraron a la mañana siguiente.

En la primera votación parlamentaria de calado, el nuevo PP de Feijóo ha terminado como el anterior, oponiéndose. Los populares —igual que ERC, Vox, y Ciudadanos— votaron en contra de medidas como la rebaja en 20 céntimos por litro de carburante, la reducción del IVA de la luz del 21% al 10%, o el límite de un 2% en las subidas del alquiler, así como de un paquete de 6.000 millones de euros en ayudas directas a la agricultura, la pesca o los transportistas. Lo hicieron sabiendo que su voto no era decisivo porque los votos de Bildu permitían la aprobación del decreto, pero la pregunta que queda en el aire es si el PP se habría abstenido para impedir que la norma decayera en caso de que los socios hubieran dado la espalda al Ejecutivo. En el entorno de Feijóo insistían el miércoles por la tarde en que no lo harían gratis. Si querían sus votos, necesitaban una contrapartida: “Salvar la vida al Gobierno tiene que ser a cambio de algo”.

El PP amagó con abstenerse hasta el último momento, sin confirmar el voto en contra, y en la dirección popular aseguran que esa opción estaba encima de la mesa si el Gobierno hubiera concedido alguna medida al PP de las que planteaba en materia económica. El Ejecutivo accedió la noche del miércoles a tramitar el decreto como proyecto de ley, una de las peticiones del PP, pero no a su exigencia de una bajada de impuestos por valor de 10.000 millones de euros porque necesitaba un estudio de su impacto económico y presupuestario. Según el PP, el Gobierno no quería en realidad un acuerdo con ellos porque prefería sacar el decreto con sus socios habituales, y por eso apenas negoció.

La negociación entre el Ejecutivo y PP se ha resumido en dos llamadas por teléfono —el martes por la tarde la primera, y el miércoles por la tarde la última— y un intercambio de cartas enviadas en tiempo real a los medios de comunicación. Para los populares, eso indica que el Gobierno no tenía intención real de conseguir su voto porque “jugaba con otra baraja”, dicen en la cúpula. Mientras que para La Moncloa, el PP solo amagó, y cuando olió sangre, con la posibilidad de que se produjera una derrota parlamentaria del Ejecutivo, quiso ayudar a dejarlo caer.

Con su decisión, Feijóo ha optado por no distanciarse de la etapa de Pablo Casado, ni de Vox, que votó lo mismo. En la dirección popular sostienen que lo importante es que se haya visto la mano tendida del líder popular al acuerdo, a diferencia de lo que ocurría en la etapa de Pablo Casado. “Los españoles han podido ver cómo estos 15 días el PP ha sido constructivo y leal”, aseguran fuentes de la cúpula popular. Más que un acuerdo con el Gobierno, a Feijóo le importaba sobre todo evidenciar un talante diferente. La vía abierta a pactos seguirá vigente para el resto de las materias, dicen en el PP, entre ellas la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

En el partido se quejan de que la votación de la comisión de secretos oficiales el mismo día con la inclusión de Bildu les hacía todavía más complicado aprobar el decreto. Feijóo utilizó después el apoyo de los abertzales a la norma para cargar contra el Gobierno y justificar su rechazo. “Una vez más, el Gobierno ha preferido antes a Bildu que al PP. Lo lamento profundamente como español, como demócrata y como político”, dijo desde Galicia. En la negativa a respaldar políticas del Gobierno, Feijóo encontró el apoyo de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de Madrid, que siempre marca el camino desde la derecha más beligerante, celebró el rechazo al decreto: “Donde esté ETA, es mejor no estar”.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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