Abascal ataca al Gobierno para tapar su anterior tibieza con Putin
El líder de Vox descartó “por prudencia” una cita en el Kremlin
Hace unos tres años, cuando el nombre de Vox empezaba a aparecer en las encuestas, su líder, Santiago Abascal, recibió una invitación para reunirse con Vladimir Putin. La invitación no le pilló por sorpresa, pues una de sus principales aliadas en esa época, la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, había viajado en marzo de 2017 a Moscú y había sido recibida por el mandatario ruso. Le Pen obtuvo algo más que buenas palabras: un banco próximo al Kremlin le prestó 9,6 millones de euros con los que afrontar las presidenciales francesas. Ella apoyó la anexión rusa de Crimea y prometió levantar las sanciones a Moscú si ganaba. Por su parte, el líder de La Liga italiana, Matteo Salvini, tampoco ocultaba su admiración por el presidente ruso y lucía camisetas con su imagen, aunque negó haber recibido un solo rublo de financiación de Moscú, en contra de lo que sospechaba la Fiscalía de Milán.
El encuentro entre Abascal y Putin empezó a prepararse, pero a última hora el político español se echó atrás, no por discrepancias con el líder ruso, sino “por prudencia”, según le dijo al escritor Fernando Sánchez Dragó. Eso sí, Abascal dejó claro que “no tenía manía” a Putin y que nunca “se había metido con él”, aunque este ya había intervenido militarmente en varias exrepúblicas soviéticas, como Ucrania y Georgia, y cometido numerosos atropellos a los derechos humanos en su propio país.
La primera vez que Abascal criticó a Putin fue el pasado 29 de enero, cuando los líderes de una docena de partidos europeos de ultraderecha reunidos en Madrid aprobaron un comunicado en el que señalaban: “Las acciones militares de Rusia en la frontera oriental de Europa nos han conducido al borde de una guerra”. Aunque en ese momento más de 100.000 soldados amenazaban a Ucrania desde el otro lado de su frontera con Rusia, no fue Abascal quien propuso incluir esta frase en el comunicado de la cumbre, sino el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. A la salida del hotel donde se celebraba la reunión, el dirigente del partido ultraconservador Ley y Justicia se mostró “muy agradecido” de que sus correligionarios —incluido el primer ministro húngaro Víktor Orbán, principal aliado en la UE de Putin, a quien visitaría días después en Moscú; o la propia Marine Le Pen— hubieran aceptado incluir el párrafo. Abascal, anfitrión de la cumbre, que estaba a su lado, fue preguntado por los periodistas si Putin era una amenaza para la seguridad de Europa, pero no quiso responder a la pregunta y se remitió al comunicado final.
Esa misma noche, en un mitin electoral en Ávila, Abascal reconoció que la iniciativa había partido de su invitado Morawiecki, al responder a las críticas del líder del PP: “El señor Casado dice que nosotros apoyamos los intereses de Rusia. No, nosotros hemos apoyado hoy mismo a nuestros socios polacos frente a esa agresión y hemos logrado que todos nuestros aliados internacionales tomen una posición muy clara”.
Este comunicado sirvió a Vox para asegurar, cuando se produjo la invasión, que ya había condenado “las maniobras rusas en la frontera”. Según el partido de Abascal, España debía exigir que “Rusia detenga los ataques”, buscar una “solución diplomática” y “evitar una escalada militar, que parece que algunos desean para encubrir su desastre interno”. No se sabe a quién se refería esta última alusión, pues Vox no citaba en ningún momento a Putin, pero en cambio sí atribuía la invasión de Ucrania al “fracaso y la irresponsabilidad de la Comisión Europea”.
Contra el Grupo de Puebla
En los últimos días, Vox ha lanzado mensajes más claros de condena de la invasión, pero el principal objetivo de sus críticas sigue sin ser Putin y ahora es Pedro Sánchez. Abascal asegura que este “no está capacitado para gobernar” porque “los aliados de Putin se encuentran dentro del Gobierno”.
El líder de Vox se basa en que el Grupo de Puebla difundió el día 24 un comunicado en el que pedía “el abandono de la vía de la intervención militar y de las sanciones económicas unilaterales contra Rusia”. Obviaba que el Grupo de Puebla es un foro de personalidades de izquierdas en el que hay varios políticos españoles a título individual —como la ministra Irene Montero, la portavoz del PSOE en el Congreso Adriana Lastra o el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero— pero ninguno de ellos firmaba ese comunicado. En cambio, Vox ha ignorado el comunicado del mismo Grupo de Puebla del día 26, que condenaba “el uso unilateral de la fuerza” por parte de Rusia y los ataques contra Kiev, aunque ese sí lo firmaba Zapatero.
Tras haber mantenido durante años una actitud de tibieza hacia Putin —de quien Abascal llegó a retuitear en 2015 la frase “os iremos a buscar al fin del mundo y allí os mataremos”, referida a los yihadistas— el líder de Vox se ha convertido ahora en el inquisidor que busca en otros partidos supuestas complicidades con el líder ruso.
La conexión rusa de los ultras españoles
No existen pruebas de que Rusia haya financiado a Vox, pero sí las hay de que Hazte Oír, el lobby ultracatólico próximo al partido de Abascal, ha buscado financiación de Moscú. En 2013, su presidente, Ignacio Arsuaga, remitió una carta al oligarca ruso Kostantin Malofeev en la que le pedía 100.000 euros para lanzar su brazo internacional, CitizenGO. La carta fue filtrada por Wikileaks, pero no la respuesta. Sí se sabe que un hombre de Malofeev, Alexey Komov, se sienta en el patronato de CitizenGO. Komov es el representante ruso en el Congreso Mundial de Familias, celebrado en 2012 en España; y Malofeev, fundador de la banca de inversión Marshal Capital, fue incluido en la lista negra de Washington por financiar a grupos militares prorrusos en Ucrania. Putin coincide con la ultraderecha europea en su antifeminismo y homofobia. El jefe de campaña de Trump, Steve Bannon, dijo de él que “es un cleptómano”, pero “fomenta los valores tradicionales”.
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