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Mendaro, un pueblo pendiente de la crecida de un río

Los vecinos del municipio guipuzcoano recuperan la calma tras estar varias horas incomunicados por las crecidas del Deba y el Kilimon

Mikel Ormazabal
Un vecino de la calle Garagartza de Mendaro (Gipuzkoa) limpia su garaje donde el agua alcanzó una altura de 1,70 metros.
Un vecino de la calle Garagartza de Mendaro (Gipuzkoa) limpia su garaje donde el agua alcanzó una altura de 1,70 metros.Javier Hernández

Pepe Urra ha perdido la cuenta de las veces que se ha inundado su casa de Mendaro (Gipuzkoa. 2.010 habitantes). “A mí ya me han tocado más de 30 riadas, estamos acostumbrados”, dice sin perder el buen humor. Vive asomado al Kilimon, un afluente del río Deba que trae a los vecinos de Garagartza por la calle de la amargura. Este viernes pasado todo el pueblo quedó incomunicado durante varias horas tras desbordarse el río en varios puntos por el temporal que ha azotado principalmente al norte de España. La crecida fue tal que ni siquiera se podía acceder al hospital comarcal que da servicio a todo el área de Eibar. “Aún seguimos achicando agua de la riada, somos especialistas en limpiar los portales y nuestros garajes”, comenta este sábado otro vecino, Ibon Odriozola.

Urra tiene colocadas en la fachada de su casa unas placas que marcan el nivel que alcanzó el Kilimon en las históricas inundaciones de 1953, 1983 y 1988. “La del 83 fue terrible y el río nos entró hasta el primer piso. Esta vez no ha sido para tanto”, asegura, “pero en el garaje ha llegado a los 2,35 metros de altura”. Su hijo Iñigo, calzado con unas botas hasta la rodilla, saca con una carretilla los destrozos que les ha causado la última riada. Al lado viven Luis Mendikute y su familia. Su casa es la primera que suele inundarse en Mendaro: “Desde el jueves estábamos pendientes porque veíamos que el río traía mucho caudal, cada vez más, y decidimos vaciar la bajera porque el agua empezó a salir por las alcantarillas y a entrarnos dentro”. Pero el jueves, de madrugada, el Kilimon rebasó con creces su cauce y lo anegó todo a su paso. A partir de ese momento se formó “una gran bañera” que anegó por completo los bajos del inmueble: “El agua llegó hasta el techo de la planta baja y se quedó a solo cinco centímetros de entrar en el primer piso, donde tenemos las habitaciones”, relata Mendikute, quien reconoce que cuando compró esta casa hace 21 años “ya sabía a dónde venía a vivir”.

En la calle Garagartza, los vecinos echan mano de escobas, mangueras y cubos para tratar de limpiar las zonas más dañadas, principalmente garajes, bajos y portales, donde aún se aprecian las marcas de la humedad a 1,70 metros de altura. “La suerte, por decir algo”, afirma Mendikute, “es que de la misma forma que entró el agua, esta fue desapareciendo por sí sola. El río venía bastante limpio y ha dejado muy poco barro”. Aún así, la lavadora y la secadora que tiene en el sótano han quedado inutilizadas. Los chatarreros merodean la zona para tratar de sacar alguna ganancia con la desgracia ajena.

Durante el viernes no llegó el pan a Mendaro, ni los periódicos, comenta Bittor, del bar Aitz Beltz: “Nadie pudo salir a trabajar, así que todos vinieron la bar”. Solo se podía acceder por tren y no durante todo el día. La situación se complicó al quedar aislado el hospital de Mendaro. El Gobierno vasco tuvo que hacer un llamamiento a los pacientes para que evitaran acudir a este centro sanitario. Los sanitarios no pudieron acceder hasta las 11.00, y Osakidetza estableció un plan de contingencia para derivar las consultas al centro de salud de Eibar. La responsable del puesto de información del hospital necesitó “tres horas para venir desde Mutriku” a su puesto en el hospital. “Fue una odisea, una auténtica vuelta al País Vasco para llegar hasta el hospital. Hoy todo va con normalidad, aunque solo están funcionando las urgencias”, cuenta esta trabajadora.

Un vecino de la calle Garagartza de Mendaro (Gipuzkoa) limpia su garaje tras alcanzar el agua una altura de 1,70 metros.
Un vecino de la calle Garagartza de Mendaro (Gipuzkoa) limpia su garaje tras alcanzar el agua una altura de 1,70 metros.Javier Hernández

El pasado lunes, durante el puente festivo, el Kilimon ya dio un aviso. Ese día también hubo una crecida que afectó, en mucha menor medida, a la misma zona de Garagartza. A este afluente del Deba, que brota de una cueva del entorno, los lugareños lo conocen como “el río sifón”, explica Iñigo Urra. Gana o pierde caudal con mucha facilidad en función de los cambios atmosféricos. Hace muchos años, cuenta Urra, “se solía secar a menudo y entonces aprovechábamos para sacar las anguilas” que se quedaban en el cauce. Las últimas actuaciones para rectificar su curso han contribuido a que las batidas del agua se conviertan en inundaciones con bastante asiduidad.

Alaitz Vives lamenta que el Ayuntamiento y la Agencia del Agua “no se toman en serio el problema que tenemos en esta calle, declarada como zona inundable”. Pese a ello, se queja esta vecina que se afana en adecentar el portal número 7 de Garagartza, “el Ayuntamiento construyó en 2004 estas casas de promoción pública. Cada vez que llueve mucho tenemos mucha inseguridad. Urge una intervención real aquí”. La cuenca del Deba a su paso por Mendaro y el barrio de Altzola encuentra un obstáculo por el “bosque” que se ha formado durante su curso fluvial. La corriente también se ve frenada, argumenta Iñigo Urra, “desde que en los años 70 construyeron la autopista [AP-8 entre Bilbao y San Sebastián] y colocaron pilar gigantesco en medio del río Deba en el barrio de Sasiola”. Solo entre 2011 y 2016, recuerdan los vecinos, en Mendaro han padecido al menos cinco inundaciones importantes.

Ibon Gorrotxategi muestra la altura que cogió el agua en su portal durante las inundaciones en Mendaro (Gipuzkoa).
Ibon Gorrotxategi muestra la altura que cogió el agua en su portal durante las inundaciones en Mendaro (Gipuzkoa).Javier Hernández

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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