Los barones vuelven a tener voz en la dirección del PSOE
Sánchez atendió las peticiones de los líderes territoriales para la nueva ejecutiva
La nueva dirección del PSOE se conoció rondando la medianoche del domingo, pero estaba resuelta desde la Fiesta Nacional, el 12 de Octubre. E incluso desde antes. Pedro Sánchez consensuó desde principios de la semana pasada la lista con los barones. El resultado fue un clima de unidad en el 40º Congreso no impostado, causado por el control absoluto que Sánchez tiene del partido desde su reelección como secretario general en 2017. El respaldo del 40º Congreso a la ejecutiva, que obtuvo una aprobación del 94,94%, casi 15 puntos más que en el anterior cónclave, reflejó la satisfacción de los líderes territoriales.
El presidente del Gobierno atendió, según varios presidentes autonómicos y cuadros orgánicos consultados, cada una de las propuestas de nombres que le hicieron para que se sintieran representados en el órgano. El pasado lunes habló con los responsables de cada federación. Al día siguiente, aprovechando la presencia de los presidentes en Madrid para asistir al desfile de la Fiesta Nacional, las negociaciones pendientes quedaron prácticamente resueltas. En algún caso se resolvieron tras la recepción en el Palacio Real. La vicesecretaria general, Adriana Lastra, y el secretario de Organización, Santos Cerdán, se coordinaron a lo largo de la semana atentos a los pormenores, para que la elaboración de la dirección fuese fluida y sin contratiempos. O al menos con los menos posibles: la designación de los componentes del comité federal –en esta ocasión se elegían 107-, el principal órgano de decisión del PSOE entre congresos, suele provocar situaciones igual de intensas o más que los nombres de la ejecutiva.
La consecuencia fue que todas las federaciones forman parte de la cúpula socialista. Lo mismo que en 2017, pero entonces Sánchez optó por la vía unilateral. No hubo diplomacia. El líder del PSOE se rodeó de perfiles que le apoyaron en cada comunidad en el pulso que mantuvo, a todo o nada, contra Susana Díaz y el establishment del partido. A los únicos que integró fue a Patxi López, que también se había presentado a las primarias, y al presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, como presidente del Consejo de Política Federal, el órgano que coordina a las baronías.
Algunos de los presidentes autonómicos que mantuvieron grandísimos desencuentros con Sánchez sostienen ahora que la relación es fluida y el líder es accesible y más empático. La satisfacción con la nueva cúpula de Ferraz de federaciones como las de Aragón y Castilla-La Mancha, que en un primer momento fueron las más recelosas con decisiones como la concesión de los indultos a los líderes independentistas condenados por el procés, lo dice todo. Los nombres que tanto Emiliano García-Page como Javier Lambán pusieron sobre la mesa lograron su espacio. “Todo ha ido como la seda. No tenemos nada que objetar”, asentía un secretario de organización autonómico. “Sin problemas”, era el titular de un barón. Sánchez reservó un asiento también a las federaciones que optaron por dejarle más margen de movimientos en el diseño de la lista.
Los retoques de última hora hicieron que la fumata blanca se retrasara unas horas, con algunas incorporaciones en la dirección que no estaban previstas, como marca la norma no escrita de cada congreso, y solicitaron algunas federaciones. Las nuevas entradas obligaron a algunos ajustes en un partido muy sensible a los equilibrios territoriales. El resultado fue una ejecutiva con 42 integrantes ―incluidos seis ministros― y una densidad de población parecida a la de 2017 (cuando eran 49 miembros). Y sin contar los miembros natos de las portavocías del Congreso, Senado y Parlamento Europeo y otros organismos. “Has hecho una síntesis del puzle de anteriores congresos encajando todas las piezas”, le dijo Ximo Puig a Sánchez en el acto final del congreso. El presidente de la Comunidad Valenciana es uno de los mejores exponentes de la balsa de aceite que ahora es el PSOE: el anfitrión del gran acto de reconciliación de los socialistas se quedó fuera de la lista de delegados del 39º Congreso.
La tan perseguida imagen de paz y unidad tuvo sus derivadas en la traca final del congreso de Valencia. Si el sábado el PSOE enterró el hacha de guerra con el abrazo entre Sánchez y Felipe González, este domingo dejó otra estampa de las que no se olvidan: la de Óscar López, César Luena y José Luis Ábalos, los últimos tres secretarios de Organización ―López es el actual jefe de gabinete de Sánchez―, juntos en primera fila.
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