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La Comunidad Valenciana, el objeto de deseo político del nuevo curso

La autonomía presidida por Ximo Puig marca la agenda con la reciente convención del PP y el próximo congreso del PSOE

Acto de clausura de la Convención Nacional del PP, en la Plaza de Toros de Valencia, el pasado 2 de octubre.
Acto de clausura de la Convención Nacional del PP, en la Plaza de Toros de Valencia, el pasado 2 de octubre.Mònica Torres

La Comunidad Valenciana vuelve a convertirse en el centro de la política en España. En un momento en el que el debate de la descentralización de las instituciones cobra fuerza, Valencia será sede del 40.º congreso federal del PSOE a partir de este viernes. El 3 de octubre, el líder del PP, Pablo Casado, Pablo Casado se dio un baño de multitudes en la plaza de toros de la ciudad en busca del esplendor perdido en el que fue un feudo popular inexpugnable durante 20 años, hasta que perdió las principales instituciones en 2015, acosado por la corrupción.

¿Por qué la Comunidad Valenciana? La primera respuesta es obvia: por los votos. Pero hay otros factores que tienen que ver con la coyuntura política. La principal federación socialista en afiliados es Andalucía, pero está en manos del PP, al igual que Madrid; y Cataluña sigue digiriendo el procés. Y la autonomía más poblada gobernada (en coalición) por los socialistas es la valenciana. Su presidente, Ximo Puig, además, se ha convertido en un fiel aliado de Pedro Sánchez, y ha logrado abrir debates sobre la necesidad de descentralizar España, de reformar el sistema de financiación caducado en 2014 o de estudiar compensaciones por el efecto capitalidad de Madrid.

“La Comunidad Valenciana se ve como un modelo que conjuga los tiempos políticos en España: justicia social, políticas progresistas y gobiernos de coalición”, aseguran fuentes del PSPV-PSOE. Puig ha sido uno de los primeros en salir en defensa de la futura ley de Vivienda pactada por el PSOE y Podemos —ya lo hizo con los indultos a los políticos condenados en el procés—. Y lo hace legitimado por un decreto ley aprobado hace más de un año que reguló la adquisición preferente de viviendas mediante los derechos de tanteo y retracto, que ha permitido ampliar el parque público en más de 450 inmuebles y que auspició Unides Podem, su socio en el Gobierno del Botànic, junto con Compromís.

Para el PP de Pablo Casado, la Comunidad Valenciana es una “espina clavada”. Los éxitos de los populares se han sustentado sobre las plazas madrileña y valenciana, necesarias para llegar a la Moncloa. Este fue el principal argumento que empleó la dirección valenciana recién elegida en julio, con Carlos Mazón y María José Catalá al frente, para convencer a la cúpula nacional de que llenarían la plaza de toros. Y la llenaron. Las expectativas del PP valenciano son positivas a tenor de los informes internos, con un hipotético empate entre el bloque de la derecha y el de la izquierda gobernante, según fuentes de los populares. Hay razones para “poner toda la carne en el asador”, afirma Catalá. La imagen de la plaza llena fue también un aviso por si Puig decide adelantar las elecciones autonómicas (intención que el presidente desmiente), pero también una llamada al voto útil dirigida a los simpatizantes de Vox y Ciudadanos y el impulso desde Génova a una federación dirigida por políticos leales a Casado.

En las filas socialistas no se creen los datos del PP e insisten en que su demoscopia les confirma que el Gobierno de coalición del Botànic aguanta sobradamente e incluso crece la intención de voto de los socialistas. Sin embargo, hay preocupación, sobre todo por el comportamiento electoral de Alicante, por donde no han dejado de desfilar ministros en los últimos tiempos. La ultraderecha coge aire en comarcas como la Vega Baja, más cercana a Murcia.

Los socialistas valencianos, no obstante, muestran firmeza y desmienten que el mitin con el que el PSOE cerrará su congreso federal el domingo en la Feria de Valencia se haya organizado en respuesta al lleno de la plaza de toros del PP, como apunta la formación conservadora. Recuerdan que el congreso de 2017 ya se clausuró con un mitin, “no es algo improvisado”, y quitan importancia a los chutes de autoestima organizados en las plazas. Aseguran que la realidad es otra.

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