Yolanda Díaz, ¿rival o aliada para el PSOE?
La vicepresidenta, mejor valorada que Sánchez, juega en el espacio socialdemócrata, pero los socialistas necesitan que Unidas Podemos resista para que el bloque de derechas no sume
Ya van dos. El segundo CIS en el que se preguntaba por Yolanda Díaz como líder de Unidas Podemos ha consolidado una tendencia: es la dirigente política mejor valorada, por encima incluso de Pedro Sánchez, aunque solo sea por una décima: 4,6 por 4,5. Díaz tiene excelentes valoraciones no solo entre los suyos, sino también entre los socialistas o los votantes de Más País. Y ni siquiera genera mucho rechazo en la derecha. Un fenómeno completamente diferente al de Pablo Iglesias, que solo era adorado por sus fieles, pero detestado por los conservadores y rechazado por buena parte de los socialistas. El último dato de Iglesias era un 3,1. La pregunta que se repite en el mundo político es sencilla: ¿Díaz puede ser un problema para el PSOE si juega en su espacio o es la solución para que no se hunda Unidas Podemos y se pueda repetir la coalición?
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo protagoniza un fenómeno político inusual. En la España del desgaste casi inmediato, en la que los ministros se queman en meses, ella no ha parado de crecer desde que llegó al Gobierno. Y ocupar el liderazgo tras la salida de Iglesias, lejos de desgastarla, parece haberla impulsado aún más. Su proyección genera algún recelo en el PSOE, sobre todo porque ella ocupa un espacio socialdemócrata limítrofe, pero los dirigentes mejor informados del núcleo duro del Gobierno y el partido lo tienen muy claro: Díaz no es un problema para el PSOE, al contrario, porque los socialistas necesitan que Unidas Podemos aguante como sea, o el bloque de derechas sumará en las próximas elecciones.
La gran preocupación de Sánchez y los suyos en este momento es que mientras los socialistas se están recuperando ligeramente después del bajón tras las elecciones de Madrid, Unidas Podemos no acaba de remontar en las encuestas. “Unidas Podemos dejó de ser un rival electoral para el PSOE desde el intento fallido de sorpasso de 2016 y la moción de censura en 2018”, señala una ministra. “Ya no hay ningún riesgo de que nos quite votos. El problema real es que pierda los que tiene, que por sus batallas internas caiga en Andalucía, en Galicia, en el País Vasco y no sumemos. Son votos que se quedan en casa, no van al PSOE”. “Ella está haciendo exactamente lo que tiene que hacer: tratar de arreglar su casa, reunificar el voto a la izquierda del PSOE y coser lo que se ha roto estos años”, añade otro miembro socialista del Gobierno. “El que crea que Díaz es un problema para el PSOE es que no entiende lo que está pasando. Solos no vamos a gobernar, necesitamos que Unidas Podemos aguante”.
Andrés Medina, director general de Metroscopia, analiza el fenómeno: “Díaz vive en el mejor de los mundos, porque está en una especie de limbo. No sufre el desgaste del Gobierno, porque ahí su función ha sido buscar acuerdos y ha conseguido resolverlo, y tampoco el partidista, porque de momento no es candidata. Por eso, incluso entre los votantes de la derecha tiene menos rechazo que Pedro Sánchez: la aprueban un 23%, por un 9% del presidente. Pero eso no se traduce en un aumento de las expectativas de Unidas Podemos, si acaso ha logrado detener esa gota malaya que le llevaba a perder una décima por mes. En el momento en que Díaz decidiese presentarse como candidata, sufriría un desgaste inevitablemente”, señala.
José Pablo Ferrándiz, de Elemental Research, no lo ve un problema para los socialistas: “No es inquietante para el PSOE, es una candidata transversal que gusta a los socialistas y a los de Más Madrid, pero también son transversales Sánchez y Errejón, por eso salen bien valorados. Díaz no araña al PSOE porque Sánchez no está desgastado como pasaba en Madrid con Ángel Gabilondo. Después de la caída en las elecciones madrileñas, el PSOE se está recuperando pero a los niveles de 2019, nada explosivo. El trabajo de Díaz es reunificar a toda la izquierda a la izquierda del PSOE, y el de Sánchez es movilizar a los suyos y que no se queden en casa como pasó en Madrid”, remata.
Aun así, los recelos son inevitables. Y de vez en cuando en Unidas Podemos tienen la sensación de que el PSOE trata de esconder a Díaz. Por ejemplo, el pasado 20 de septiembre en el Congreso. La Moncloa comunicó a Díaz que iba a traspasar a otros ministros dos preguntas parlamentarias dirigidas a ella sobre la subida de la luz y la demanda independentista de un referéndum en Cataluña. Era la primera vez que sucedía algo así. Díaz, cuyos duelos con el PP y Vox suelen tener mucho éxito en las redes, no tenía otros compromisos esa jornada, pero se quedó fuera. El protagonismo fue para su antagonista en el Ejecutivo, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, que además se empleó ante la oposición con un discurso mucho más político de lo habitual en ella.
Díaz se propone anunciar en breve los detalles de lo que define como “la apertura de un proceso”. Lo empezó a madurar antes del verano, se lo explicó a Iglesias y puso a su equipo más próximo a trabajar en la elaboración de tres documentos sobre los problemas de la España actual. Con ese bagaje quiere presentarse ahora a lo que en su entorno definen como “un diálogo con la ciudadanía”. La intención es desplazarse a distintos lugares de España, montar reuniones con gente ajena a la política, profesionales o trabajadores, y “escuchar”. Esas aportaciones cristalizarían el próximo año en un documento final, como una especie de programa. Y esa sería la base sobre la que intentar aglutinar una plataforma que vaya mucho más allá de una coalición de partidos, aunque tampoco sin prescindir de estos.
La vicepresidenta está muy escaldada de su experiencia gallega. Ella fue una de las promotoras de lo que desembocó en En Marea, un conglomerado de grupos de izquierda y nacionalistas que llegó a ser segunda fuerza en la comunidad antes de consumirse rápidamente en luchas internas. Por eso no quiere ni oír hablar de una coalición de pequeñas formaciones mal avenidas.
Lo que tienen claro tanto en el PSOE como en Unidas Podemos es que una de las claves de las próximas elecciones será con cuántas marcas se presenta cada bloque. La derecha se está reunificando por el hundimiento de Ciudadanos y es posible que solo tenga dos con verdaderas opciones: PP y Vox. La izquierda debe decidir con cuántas acude. A la derecha le perjudicó muchísimo ir con tres en 2019. Ahora se podría invertir eso. Díaz y los suyos parecen lanzados a impedirlo. Pero en el camino habrá muchos obstáculos y sobre todo tendrán que convencer a Íñigo Errejón, que de momento insiste en que Más País mantiene su vía propia. Al fenómeno Díaz aún le queda mucho antes de lograr sus objetivos.
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