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El final de ETA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La principal causa pendiente de Josu Ternera

El etarra fue una pieza clave en el abandono del terrorismo y también en una de las épocas más sanguinarias de la banda

El etarra Josu Ternera (izquierda), a su llegada al Palacio de Justicia de París, el pasado 15 de junio.
El etarra Josu Ternera (izquierda), a su llegada al Palacio de Justicia de París, el pasado 15 de junio.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
Luis R. Aizpeolea

Cuando el pasado martes, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, declaró ante el tribunal francés que le juzga que en 2006 fue expulsado de ETA por discrepar con la línea oficial siguió una estrategia de defensa frente a la acusación de pertenencia a organización terrorista entre 2011 y 2013. Pero sus palabras, en apariencia sorprendentes, también eran verosímiles. Josu Ternera, el símbolo vivo de la historia del terrorismo etarra, apostó en 2004, con una ETA muy debilitada por la acción policial y judicial, por un final dialogado del terrorismo con el Gobierno. Encabezó la delegación que se reunió con el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero en Suiza y Noruega, amparado por el Centro de Diálogo Humanitario Henri Dunant, hasta que en septiembre de 2006, Javier López Peña Thierry, jefe del aparato político de ETA, le desplazó y asumió la dirección del proceso dialogado para romperlo.

Josu Ternera se retiró a su domicilio en Durban-sur-Ariege, en los Pirineos franceses, donde volvió a ser reclamado en 2011, justo al declarar ETA el final del terrorismo, para integrar la delegación etarra que preveía reunirse con el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy en Oslo (Noruega) a fin de negociar su desarme y la situación de sus presos. La izquierda abertzale, liderada por Arnaldo Otegi, se había hecho con el control de los restos de ETA, les había impuesto el cese del terrorismo y quiso recuperar la figura simbólica de Ternera para cerrar un acuerdo con el Gobierno que no se produjo por incomparecencia del Ejecutivo de Rajoy. En febrero de 2013, el Gobierno logró que Noruega expulsase a Ternera, quien regresó a su refugio francés.

No reaparecería hasta mayo de 2018, cuando fue encargado de poner voz al manifiesto de disolución de ETA. Ternera dejó claro que la banda se disolvía, pero sin autocrítica por un historial de 854 asesinatos, el 93% de ellos cometidos a la muerte el dictador, un factor de desestabilización para la incipiente democracia española. Ternera trató de encontrar una justificación patética diciendo que habían logrado la supervivencia de Euskadi y la introducción en la agenda política del derecho a la autodeterminación, cuando la realidad es que ETA fue derrotada militarmente sin conseguir sus proclamadas metas: ni el mentado derecho ni la unión de Navarra y Euskadi.

La biografía de Josu Ternera se identifica con la de ETA. Entró con 20 años y participó en el atentado contra Carrero Blanco con el robo de la dinamita que voló el coche del presidente del Gobierno franquista. Perteneció al aparato militar hasta que en 1977 se responsabilizó del área internacional y abrió ETA a los movimientos revolucionarios, especialmente latinoamericanos. En 1984 logró la jefatura política de ETA y en 1987, tras la muerte accidental de Txomin Iturbe y la deportación de Antxon Etxebeste, se le consideraba jefe máximo de ETA en una etapa especialmente sangrienta por el uso de los coches-bomba, con los atentados del Hipercor de Barcelona y del cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Ese pasado le persigue.

En 1989 fue encarcelado en Francia y trasladado a España en 1996. En octubre de 1998 fue elegido parlamentario en las elecciones al Parlamento vasco por la lista de Euskal Herritarrok y en 2000 el Tribunal Supremo archivó sus causas por estar ya juzgadas en Francia. Pero en 2002 huyó de España al abrirle la justicia un nuevo proceso. Fue detenido en territorio francés en 2019, un año después de la disolución de ETA.

Como jefe político de ETA defendió la ortodoxia terrorista e impidió la crítica interna. Cuando en 1987, tras la matanza de Hipercor, Txomin Ziluaga, dirigente del partido de izquierda abertzale HASI, trató de subordinar ETA a esa organización política, le expulsó con sus seguidores. Curiosamente, 20 años después sería Ternera el expulsado por ultradefensores del terrorismo como Thierry.

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Ternera, residente hoy en un convento en París, tiene dos causas judiciales pendientes en Francia y otras dos en España. Es posible que no tarden mucho en quedar zanjadas, como ha sucedido a otros dirigentes de ETA caso de su antecesor, Antxon Etxebeste, y su sucesor, Mikel Antza. Pero, como suele comentar Joseba Urrusolo, promotor de la vía Nanclares de reinserción y miembro del comando Madrid en la época de Ternera como jefe de ETA, le queda pendiente la principal causa ante la sociedad: el reconocimiento de que el terrorismo fue injustificable e injusto. Necesario para evitar su repetición.

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