Felipe VI cumple siete años de un reinado condicionado por los escándalos de su padre
El 66% aprueba la salida de España del rey emérito por su conducta, según una encuesta de Metroscopia
Este sábado se cumplen siete años de la proclamación de Felipe VI, cuando La Zarzuela creía que su peor problema reputacional se llamaba Iñaki Urdangarin, cuñado del Monarca finalmente condenado a cinco años y 10 meses de cárcel por el caso Nóos de corrupción. Los españoles suspendían (con una puntuación de 3,6 sobre 10 en el CIS de mayo de 2014) a una institución que tradicionalmente había ocupado el pódium de las mejor valoradas, y los problemas se han multiplicado desde entonces porque ya no afectan a incorporaciones a la familia real, sino a la matriz, al Borbón que devolvió la Monarquía a España tras la dictadura franquista.
El annus horribilis de la Corona empezó en abril de 2012, a 7.600 kilómetros de Palacio, en Botsuana, en una cacería con la empresaria Corinna Larsen y no ha terminado. El CIS no incluye preguntas sobre la Monarquía en sus barómetros desde 2015.
En marzo de 2020, don Felipe anunció que renunciaba a la herencia económica que pudiera corresponderle de su padre, al que retiraba también la asignación de los Presupuestos generales del Estado (194.232 euros anuales) para capear el escándalo de las fundaciones opacas y la donación de 100 millones de dólares de Arabia Saudí que investigaba la Fiscalía Anticorrupción. En agosto, don Juan Carlos comunicó que abandonaba el país en el que había reinado durante casi cuatro décadas para no seguir perjudicando a su hijo y a la institución después de un goteo de informaciones sobre testaferros y cuentas en paraísos fiscales y de la declaración de Larsen ante un fiscal suizo asegurando que el rey emérito le había donado 65 millones de euros “por gratitud”.
Una encuesta de Metroscopia con motivo de esos siete años de reinado de Felipe VI muestra que la mayoría (66%) considera que ha tomado medidas “acertadas” en relación con su padre. El sondeo, de 1.300 entrevistas, se realizó entre el 9 y el 10 de junio.
Pedro Sánchez no informó a su socio, Unidas Podemos, de aquellas conversaciones con La Zarzuela para planificar la salida del rey emérito del país hacia Emiratos Árabes, lo que provocó tensiones internas en el seno del Ejecutivo de coalición. También las hubo en la oposición. La decisión de abandonar España fue criticada por la entonces portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, que aseguró que don Juan Carlos “no debió marcharse” y apuntó a una “influencia nociva del Gobierno”. Esas palabras fueron uno de los argumentos esgrimidos por Pablo Casado para cesarla. En los últimos días, el líder de los populares también ha desautorizado a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por sugerir que el Rey podía negarse a firmar los indultos a los independentistas condenados por el procés, algo que no puede hacer en una monarquía parlamentaria. Pese a los enfrentamientos por algunas declaraciones hechas por ministros de Unidas Podemos, el PP y el PSOE han tratado en este tiempo de aislar a Felipe VI de los escándalos de su padre y se mostraron partidarios de impulsar una ley de la Corona cuyo contenido no ha sido perfilado aún. Todas las peticiones para crear comisiones de investigación en la Cámara baja sobre el rey emérito han sido rechazadas por el bipartidismo.
Referéndum sobre el modelo de Estado
En junio de 2014, tras la abdicación de Juan Carlos I, según una encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, la mayoría de españoles (62%) opinaba que debería convocarse “en algún momento” un referéndum sobre el modelo de Estado. Un 49% apoyaría en ese caso que siguiese la Monarquía y un 36%, que se instaurara la República. Por edades, la Monarquía ganaba a la República por cinco puntos en el tramo de los 18 a los 34 años; por cuatro en el de los 35 a los 54 y por 33 puntos en el de mayores de 55.
¿Cuál es la fotografía actual de la institución? La encuesta de Metroscopia señala que el 77% cree que estos años han sido “un periodo con muchas más complicaciones y dificultades de lo usual” para Felipe VI; El 74% cree que el Monarca “ha desempeñado adecuadamente sus funciones” frente a un 22% que opina que no lo ha hecho; Para el 89% don Felipe es “una persona capacitada para el cargo”; al 78% le inspira “confianza” frente al 20% que no; un 71% considera que “trata por igual a todos los líderes políticos independientemente de su ideología” frente al 24% que piensa lo contrario y para el 79% “encaja bien las críticas”. En el caso de doña Letizia, que fue proclamada reina el 19 de junio de 2014 en presencia de su abuelo taxista, el nivel de aprobación es alto (65%), pero inferior al de su marido.
La encuesta de Metroscopia incluye cuestiones sobre el futuro. Preguntados por la princesa Leonor, que tiene 15 años, el 65% cree que llegará a ser reina y el 27% que no. En febrero de 2020, los porcentajes eran muy similares: 66% frente a 29%. Por tramos de edad, el porcentaje que opina que la hija mayor de Felipe VI llegará a reinar sube hasta el 73% en el grupo de los 18 a los 34 años, 19 puntos porcentuales más que entre los mayores de 65, donde esa percepción baja hasta el 54%. Los que creen que no llegará a heredar el trono son el 24% entre los más jóvenes y el 31% entre los que ya han cumplido la edad de jubilación. La Princesa celebró el pasado marzo en el Instituto Cervantes su primer acto oficial en solitario. La Casa del Rey potencia su protagonismo para tratar de afianzar la imagen de continuidad de la Corona.
El 19 de junio de 2014, Felipe VI pronunció un discurso de proclamación muy distinto al que había hecho su padre 39 años antes. El hijo hablaba a un Parlamento elegido en las urnas, a un Estado plenamente democrático y aconfesional y a una sociedad desencantada por los escándalos de una institución cuya primera misión es ser ejemplar. El padre hablaba a un hemiciclo de procuradores y consejeros del reino cuya mayoría deseaba oír que todo había quedado atado y bien atado —a los que debía contener— y a una sociedad ansiosa de democracia que le escuchaba desde casa y quería ver en él al impulsor del cambio (a los que debía ilusionar). Felipe VI prometió encarnar “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, “íntegra, honesta y transparente” y ganarse “continuamente”, “día a día” el “aprecio, respeto y confianza” de los ciudadanos. No imaginaba entonces qué difícil iba a ponérselo el hombre que inventó y destruyó el juancarlismo.
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