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La UE insta a España a apoyarse en Frontex para blindar la frontera

Bruselas apela al “incremento de la presión migratoria” sobre las costas españolas pero Interior rechaza la ayuda de los agentes europeos

Claudi Pérez
Un hombre arrodillado en una playa de Ceuta mientras el Ejército acordona la zona, el pasado martes.
Un hombre arrodillado en una playa de Ceuta mientras el Ejército acordona la zona, el pasado martes.Javier Bauluz

Se han construido 1.200 kilómetros de muros en Europa desde la caída del de Berlín; la valla de Ceuta mide apenas ocho. Pero la crisis en esa pequeña ciudad autónoma y amurallada puede tener consecuencias para la política migratoria europea. La UE insta a España a apoyarse en los agentes de Frontex (la agencia europea de guardia de fronteras) para blindar las fronteras españolas, a pesar de las reticencias del Ejecutivo español, que se niega sistemáticamente a esa posibilidad. En una carta enviada el pasado jueves al ministro Fernando Grande-Marlaska, Frontex considera que “el incremento de la presión migratoria sobre España” debería llevar a Madrid a permitir la ayuda de la agencia “ante esta situación desafiante”. Interior rechazó este viernes esa opción.

En Ceuta se juega con varias barajas. Hay una crisis diplomática entre Marruecos y España que se desencadenó tras la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, pero que viene de más atrás, con una pérdida progresiva de complicidades. Hay algo parecido a una crisis migratoria tras la reacción de Rabat, que no hizo nada para impedir la entrada en suelo español de unos 9.000 inmigrantes en apenas unas horas. Hay una potencial crisis social relacionada con las expulsiones exprés, las redadas para cazar migrantes y la situación de centenares de niños que han entrado en un extraño limbo jurídico. Y hay una dimensión política europea de primera magnitud: Bruselas ha cerrado filas con España, ha advertido a Rabat sobre las ayudas relacionadas con la migración si se repiten este tipo de episodios, pero las instituciones europeas quieren aprovechar ese episodio para volver a poner sobre la mesa el pacto migratorio, que le da a Frontex un papel fundamental en el blindaje de las fronteras europeas.

Bruselas ya presionó tras la crisis migratoria en Canarias, hace unos meses, para que España se apoyara en los agentes de Frontex en el control de las aguas de esa zona. España se negó. Esa tensión viene de lejos y es fiel reflejo de la disputa entre los cuerpos y fuerzas de seguridad nacionales y una agencia europea cada vez más potente, pero que al menos los grandes países no quieren ver ni en pintura. Tampoco esta vez Frontex ha desaprovechado la ocasión: el director ejecutivo de la agencia, el francés Fabrice Leggeri, envió el pasado jueves, en plena crisis ceutí, una misiva al ministro del Interior español para ofrecer ayuda. “Frontex ha seguido de cerca y ha analizado los acontecimientos en Ceuta”, escribe Leggeri, que inmediatamente después ofrece a los guardacostas europeos, “considerando el incremento de la presión migratoria sobre España”, “en esta desafiante situación”.

En el lenguaje de madera de la diplomacia europea, ese tipo de ofrecimientos se hacen cuando Bruselas considera que la situación es preocupante. Las instituciones europeas —y las principales cancillerías de Europa— han aplaudido la fulminante reacción española tras la entrada de miles de migrantes en Ceuta. Han lanzado una y otra vez mensajes de presión hacia Rabat. Pero tampoco parecen querer dejar pasar la ocasión de subrayar la importancia de renovar el pacto migratorio —varado a la espera de las elecciones alemanas, con la negativa del Este a asumir ningún tipo de solidaridad y las críticas del Sur, que cree que la solidaridad es insuficiente—, y de paso para poner en valor la fuerte inversión que Europa ha activado para reforzar Frontex.

La agencia —con sede en Varsovia— se declara en la carta “lista para abrir un debate con las autoridades nacionales, para identificar las necesidades operativas y la posibilidad de apoyo adicional”, siempre según esa misiva, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. España se niega de plano a abrir ese melón. “Frontex apenas estuvo en Canarias y no está en Ceuta, pero sí está masivamente en el Egeo, con cientos de agentes”, señalan fuentes europeas. Fuentes diplomáticas de uno de los grandes países europeos, sin embargo, apuntan que España “ha demostrado que sabe actuar con rapidez y firmeza” y prefiere “resolver ese asunto de forma bilateral, por sus propios medios, con una respuesta pragmática que quizá con Frontex puede ser algo más difícil”.

La presión migratoria va al alza en el Mediterráneo occidental, pero está muy, muy lejos de los guarismos de hace un lustro, con la crisis de los refugiados procedentes de Siria. En lo que va de año las entradas estaban por debajo de 10.000 a mediados de mayo, un 42% por encima del mismo periodo del año pasado, aunque el episodio ceutí disparará los números con toda seguridad. Canarias era hasta ahora el principal agujero de las costas españolas, precisamente porque el control de Marruecos en esas aguas es inferior al ejercido en el Estrecho y en Ceuta y Melilla. Europa ha ido danzando con sucesivas crisis desde el crash de Lehman Brothers, pero la migratoria dejó huella en el viejo continente, con varios partidos con altos niveles de testosterona populista que no han dudado en hablar de una “avalancha migratoria” que no se refleja en las estadísticas. Mucho menos aún en las costas españolas: ni siquiera después de Ceuta las entradas se acercan a las del Mediterráneo central o los Balcanes, y están en línea con los números del Egeo, en el Mediterráneo oriental.

Negativa española

Las relaciones entre Frontex y España siempre han sido tensas. A principios de año, la agencia europea amagó con suspender su actividad en el Estrecho y Canarias. Para 2021, Frontex reclamaba a España mayor control sobre la inteligencia y el acceso a los datos de carácter personal en las fronteras españolas, competencias en materia de investigaciones transfronterizas (como las mafias de narcotráfico internacional) o el despliegue sobre el terreno del nuevo cuerpo de agentes europeos, un personal armado de cuya profesionalidad recelan las policías españolas. Esa propuesta no gustaba en Madrid, que se resiste a entregar soberanía. El conflicto Frontex-España “estallará cuando haya una desgracia”, decía en febrero un mando de las fuerzas de seguridad española.

Puede que ese momento haya llegado o esté a punto de llegar. España sigue sin ver la necesidad de incorporar a efectivos de Frontex en los operativos que luchan contra las mafias de tráfico de personas, según las fuentes consultadas. Interior tenía previsto contestar a finales de la tarde de este viernes. Y considera que el marco legislativo impide a la agencia “desplegarse en suelo de terceros países para ejercer labores preventivas”, que es lo que España necesita. Además, el ministerio que dirige Grande-Marlaska añade que el despliegue de los agentes de Frontex en Ceuta “hubiera llegado cuando la situación está en vías de solución”, según las mismas fuentes.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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