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Portugal abrirá la frontera el sábado después de tres meses de aislamiento

El Gobiero luso pospuso la decisión hasta la víspera del fin del estado de emergencia a pesar de las protestas de los alcaldes y empresarios de la zona fronteriza

Letrero con el lema "Unión Europea, ayuda, abre la frontera", colocado por los ayuntamientos del Miño en el puente fronterizo de La Amistad, entre Salvaterra y Monçao.
Letrero con el lema "Unión Europea, ayuda, abre la frontera", colocado por los ayuntamientos del Miño en el puente fronterizo de La Amistad, entre Salvaterra y Monçao.AECT

El Consejo de Ministros del Gobierno portugués ha dado luz verde la tarde de este jueves a la apertura de la frontera con España, después de permanecer el país tres meses cerrado por vía terrestre, desde el 31 de enero pasado. La desescalada ha sido progresiva, pero el Ejecutivo luso ha dejado pendiente la decisión sobre las fronteras hasta última hora, en la víspera del fin del estado de emergencia en el país, y a pesar de la presión ejercida por los municipios fronterizos, que se declaraban en situación económica límite por el cierre. Finalmente será el sábado. A partir de la medianoche (la una de la madrugada del 1 de mayo en España), todos los pasos quedarán abiertos y se eliminarán los controles diarios de los agentes portugueses en los puntos que habían quedado expeditos solo para los servicios esenciales. Si no se toma otra decisión contraria en las próximas horas porque así lo piden los Gobiernos autónomos, España eliminará también sus controles en un escenario fronterizo con comunidades de momento perimetradas que, sin embargo, no tienen compentencias para cerrar los límites entre estados europeos.

Después de tres meses de colas kilométricas en los controles del principal paso entre España y Portugal, el de Tui-Valença, y cierre en los demás puentes, los comerciantes y hosteleros de los 26 municipios de la frontera del río Miño registran pérdidas multimillonarias y, ahora que los puntos habituales para cruzar al otro país están clausurados, muchos trabajadores transfronterizos se dejan buena parte de sus sueldos en largos trayectos diarios.

El lunes, el primer ministro luso, António Costa, fue recibido con protestas y abucheos durante la inauguración de las líneas de trenes eléctricos hasta Valença. Los empresarios quisieron hacerle entender que con la clausura de la raia [la frontera] han perdido “la mitad” de sus clientes, y que la situación de “ahogo” es insostenible e “injustificada” en una zona de Portugal con niveles epidemiológicos hoy equiparables a los de Galicia.

Públicamente, Costa evitó en todo momento poner fecha a la apertura, a pesar de que mañana viernes expiraba la última prórroga del estado de emergencia. Desde el 31 de enero, los principales pasos entre los dos países únicamente están abiertos para los servicios esenciales, el transporte de mercancías y los empleados transfronterizos. Solo en la eurorregión Galicia-Norte de Portugal hay 13.283 trabajadores de nacionalidad española o portuguesa que tienen su puesto al otro lado de la frontera.

Después de la visita de Costa, los 26 ayuntamientos que componen la Agrupación Europea de Cooperación Transfronteriza (AECT) Río Miño (10 lusos y 16 españoles) colocaron una enorme pancarta en el Puente de la Amistad, que une la localidad gallega de Tomiño con la portuguesa de Vila Nova de Cerveira. “EU, Help, open the border” (”UE, ayuda, abre la frontera”) es el lema que cuelga en letras azules en medio del Miño, ese río que marca el límite entre países hasta el Atlántico y que, en la práctica, desde que desaparecieron las fronteras europeas, funciona como un vaso comunicante. La última prórroga a la clausura decretada en Portugal fijaba su caducidad el próximo día tres. Sin embargo, aunque Costa no quiso comprometer una fecha en Valença, su Gobierno se había reunido este jueves, revisando los datos epidemiológicos, y la prensa portuguesa ya daba por hecho por la mañana que la apertura sería este sábado, primero de mayo.

“Llega tarde”

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La decisión “llega tarde” para los alcaldes del Miño. “El mal ya está hecho”, lamenta el teniente de alcalde de Tomiño (BNG) y vicedirector del AECT, Uxío Benítez. En el río que marca la frontera, las localidades nacieron y crecieron mirando una para otra. Cada pueblo gallego tiene su mellizo en Portugal y no solo las familias y los apellidos son compartidos. También las guarderías, los conservatorios o las piscinas municipales.

De todos los pasos posibles entre Galicia y el norte luso, tanto en el confinamiento como ahora solo permanecieron abiertos (pero con control de acceso) los de Tui-Valença y Verín (Ourense)-Chaves. Los demás estuvieron cerrados, salvo excepciones como Salvaterra-Monçao y Arbo-Melgaço, que en la desescalada empezaron a abrir algunas horas al día para permitir el tránsito de trabajadores. Se ha abierto un registro de damnificados por el cierre, y el perfil mayoritario son mujeres gallegas con salarios mínimos (de unos 600 euros) que para poder acudir a su puesto en factorías portuguesas se han visto obligadas a recorrer cientos de kilómetros cuando en circunstancias normales no tendrían que cruzar más que el puente de su pueblo.

Cecilia Puga reside en Arbo (Pontevedra) y regenta una peluquería en Melgaço, a seis minutos de casa. Con el cierre de su puente a Portugal debía recorrer 200 kilómetros al día para atender su negocio. Jorge, en cambio, vive en Monçao, pero trabaja en una farmacia de Salvaterra. Llegar a su puesto de boticario en España era cuestión de dos kilómetros, pero la pandemia y los cierres los convirtieron en 100. El gasto en dinero y tiempo es tal que un alcalde asegura que hay quienes intentan solventarlo “pasando en barca”. Y en la llamada Raia Seca, la que no viene marcada por el río, en Ourense, algunos vecinos han optado por dejar un coche de la familia aparcado en Portugal y otro en España: así solo tienen que cruzar unos metros andando, porque caminos hay muchos y algunos de ellos legendarios y discretos desde tiempos del estraperlo.

Paso entre Galicia y Portugal que une las localidades de Tui y Valença do Minho, cerrado excepto a mercancías y trabajadores transfronterizos.
Paso entre Galicia y Portugal que une las localidades de Tui y Valença do Minho, cerrado excepto a mercancías y trabajadores transfronterizos.OSCAR CORRAL

“De los siete pasos con más tráfico entre Portugal y España, cinco están en Galicia”, comenta el alcalde de Tui, el socialista Enrique Cabaleiro. Basta con ver la mancha luminosa y alargada del mapa tomada desde satélite para entender lo que explica el profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Vigo, Xavier Cobas, sobre la importancia del Eje Atlántico que va de A Coruña a Lisboa. “Aunque pertenece a dos países distintos, es el equivalente, al oeste de la península, del corredor mediterráneo”, desde Cataluña a Almería.

En este rosario interminable de poblaciones encadenadas del corredor Atlántico con epicentro en la provincia de Pontevedra y el distrito de Viana do Castelo, “viven 10 millones de habitantes”, dice el economista. Industrias de componentes de la automoción viguesa están en Portugal, y empresarios del sector de la pesca, la construcción naval, el granito o el textil son propietarios de factorías en los dos países o se reparten las fases de producción. “La moda gallega no se entendería sin las fábricas de confección portuguesas”, pone como ejemplo Cobas, al que la AECT encomendó el cálculo del impacto del cierre en los municipios del Miño.

92 millones de facturación perdida

Este informe, que de momento solo abarca los datos del confinamiento de 2020, cifra en 92 millones las pérdidas en la facturación del comercio y la hostelería en los 26 ayuntamientos de esta zona fronteriza. Y en 180.000 horas de trabajo el tiempo perdido por los empleados transfronterizos en los atascos sufridos en los controles diarios de Tui-Valença. A esto habría que sumar algo no calculado: el exceso de cientos de kilómetros en “rodeos” por el cierre de la mayoría de los pasos.

Lo que Cobas denomina el “efecto frontera” aumentó las pérdidas propias de la pandemia en todo el territorio en un 12% para el comercio y un 19% para la hostelería, “simplemente porque las personas consumidoras no podían acceder desde el otro lado de la raia”. El profesor cree que el actual cierre de tres meses afectará de forma “mucho más negativa”, ya que el efecto frontera pesa más ahora que la economía se mueve que durante el confinamiento obligatorio. Aunque el intercambio económico no es tan intenso, la dependencia de la clientela española en la hostelería y el comercio luso se repite a lo largo de toda la frontera hasta Ayamonte (Huelva), el segundo paso más importante entre ambos países. La última estadística de la Dirección General de Carreteras (2017) cifraba en 10.968 los vehículos ligeros que atravesaban al día este punto, y en 17.948 los de Tui, con un incremento anual del 11%.


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