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Casado bendice el transfuguismo para reconstruir el centro derecha

El líder del PP celebra eufórico en Murcia la derrota de la moción de censura y dice que esa es la fórmula para “acabar con la pesadilla de Sánchez”

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado (segundo desde la izquierda), junto a la vicepresidenta del Gobierno de Murcia, Isabel Franco, al presidente de la comunidad, Fernando López Miras. A la derecha, al secretario general de la formación, Teodoro García Egea, el jueves tras la segunda sesión del pleno de la moción de censura. En vídeo, declaraciones de Casado.Vídeo: MARCIAL GUILLÉN / EFE
Xosé Hermida

Murcia, y su pacto con tránsfugas de Ciudadanos y disidentes de Vox, es ahora el modelo con que Pablo Casado pretende relanzar su proyecto. “Hoy comienza la reconstrucción del centroderecha”, proclamó el jueves el líder del PP en Cartagena, donde aterrizó de improviso para bendecir la maniobra que ha permitido a su partido neutralizar la moción de censura contra el Gobierno murciano. Allí, mientras la izquierda se desgañitaba acusando a los populares de actuar como “mafiosos y corruptos”, ha comenzado la batalla para librar a España de lo que Casado definió como “la pesadilla del Gobierno de Sánchez”.

Las filas de la derecha estallaron de júbilo nada más consumarse el fracaso de la moción de censura impulsada por PSOE y Ciudadanos. El salón de plenos de la Asamblea regional se convirtió de repente en una fiesta —sin distancia social, por supuesto— y al jolgorio se sumó Casado, siempre con la escolta de su secretario general, Teodoro García Egea, el murciano al que sus rivales atribuyen la paternidad de la maniobra. “Hoy gana la libertad”, se felicitaba el presidente regional, Fernando López Miras. “Comienza un maravilloso periodo de esperanza”, se unían al alborozo los tres diputados expulsados de Vox, a quienes Casado y García Egea acudieron raudos para agradecerles su apoyo. Una nueva etapa en la que los purgados por Santiago Abascal aspiran a hacerse con la Consejería de Educación e implantar de inmediato el veto parental en las escuelas.

“No todo vale en política”. Así, con estas palabras, pronunciadas con firmeza y convencimiento, habló Casado ante los periodistas. No se refería el líder del PP a las consejerías otorgadas a tres diputados de Ciudadanos para que retirasen su firma de la moción de censura ni a la previsible entrada de los disidentes de Vox en el Gobierno de López Miras. Casado hablaba de lo que considera una “conjura” urdida por Pedro Sánchez para “desestabilizar el centroderecha” derribando al Ejecutivo de esa región mediante una alianza con Ciudadanos. El dirigente del PP sostuvo que fue Sánchez quien “vino aquí a comprar voluntades”. Los cargos otorgados por el PP a los tránsfugas del partido de Arrimadas o los expulsados de Vox son una cosa muy diferente, según Casado: “Un punto de unión de todos los que quieren que el sanchismo no siga gobernando”. Los populares han logrado evitar que “Sánchez y sus cómplices le quiten la libertad a Murcia”, agregó el presidente regional. Y de ahí tanta euforia y tanta épica como le puso ante la Asamblea el portavoz del PP, Joaquín Segado: “En Murcia empieza la cruzada para echar a Sánchez de La Moncloa”

La moción fracasó por dos votos de diferencia, 23 a 21. La candidata de Ciudadanos, Ana Martínez Vidal, solo logró el apoyo de otro compañero suyo, además de los socialistas y de Unidas Podemos. Ni siquiera se sumó el tercer diputado de la formación liberal que aún no se ha ido, el presidente de la Asamblea regional, Alberto Castillo, que se abstuvo y dejó la duda de cuál va a ser su futuro político. La muralla levantada por el PP salió de un batiburrillo: sus propios diputados; los tránsfugas de Ciudadanos; los expulsados de Vox, pero que siguen ostentando la marca en el Parlamento regional, y un cuarto diputado de esta última formación que permanece fiel a Abascal. “Un Gobierno Frankenstein”, ironizaría después la portavoz de Unidas Podemos, María Marín.

El diputado samurái

Ahora falta por definir el futuro papel de los autodenominados “diputados libres de Vox”, con quienes el PP está negociando su incorporación al Ejecutivo. Estos tres parlamentarios fueron expulsados en junio del año pasado por un enfrentamiento con el secretario general, Javier Ortega Smith, al negarse a que este manejase sus cuentas. Pero como eran la mayoría en el grupo —solo uno se alineó con la dirección— conservan la marca en la Asamblea.

Los nuevos acompañantes en la “reconstrucción” de Casado tienen un líder muy definido, Juan José Liarte, un abogado cartagenero de 47 años que profesa y difunde el código bushido de los samuráis: el jueves comenzó su intervención contando una de sus conversaciones con su maestro, en torno a una copa de sake y una catana, en un monte de Japón. El tono de Liarte es bastante menos agresivo del habitual en Vox. En su intervención ante el pleno de la Asamblea, incluso habló de “violencia machista”, mientras desgranaba sentencias como “la victoria y la derrota son dos imposturas” o “el honor es un buen vino que se bebe a solas”. Pero, sobre todo, Liarte tiene una idea fija: lo que Vox llama pin parental, es decir, otorgar a los padres la potestad de impedir que sus hijos acudan a actividades fuera del horario lectivo con cuyo contenido estén en desacuerdo. “Para nosotros es un símbolo”, repitió tras la derrota de la moción. Y además, añadió, debe aprobarse cuanto antes.

En una comparecencia ante la prensa, Liarte empezó diciendo que él no tiene la menor intención de entrar en el Gobierno para acabar admitiendo que lo aceptaría si le insistiesen mucho. Y apuntó al interés de su grupo por Educación. Poco después, el diario La Verdad publicaba un borrador que están negociando el PP y estos diputados en el que se prevé ceder la Consejería de Educación a una de ellos, Mabel Campuzano. Fuentes del Gobierno regional precisaron que es un “documento más” de los que se están manejando. Liarte también apuntó a sus preferencias por Industria y eso sí que puede ser un problema: con esa cartera se ha premiado a uno de los tránsfugas de Cs. Por lo visto, para reconstruir el centroderecha habrá mucha gente a la que contentar.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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