Consell: Afanados en la senda de la confrontación estéril
La izquierda valenciana gobernante empezó a escribir su larga nota de suicidio hace ya unos cuanto meses, y sigue sumando capítulos
Tomamos prestadas para el titular de este análisis algunas palabras pronunciadas el pasado jueves por Ximo Puig, presidente de la Generalitat, para glosar su opinión sobre la polémica posterior a la aglomeración de gentes que se produjo el pasado miércoles en la plaza del Ayuntamiento de València. Una improcedente recepción a los Reyes Magos celebrada en el consistorio capitalino atrajo a centenares de imprudentes ciudadanos hasta sus inmediaciones, cuando el Consell acababa de reconocer la gravedad del momento pandémico y de aprobar medidas más restrictivas para tratar de contener la ola de contagios. A buenas horas, mangas verdes, que decían los súbditos de los Reyes Católicos.
Mediante mensajes nada encriptados difundidos a través de la redes sociales —Twitter es ya el escenario de las más miserables batallas políticas contemporáneas— primeros espadas de las formaciones que cohabitan en los gobiernos de la Generalitat Valenciana y del ayuntamiento del cap i casal afilaron sus ingenios para echarse mierda a golpe de tuit unos a otros y sacudirse responsabilidades de encima.
El asunto sería motivo de chirigota y chascarrillo de café si apenas unas horas antes el sismógrafo covid-19 de la Comunidad Valenciana no hubiera registrado el seísmo de una realidad tenebrosa: cerca de 4.000 contagios nuevos y 85 fallecidos en una jornada.
En paralelo, el Ministerio de Trabajo y Economía Social nos informaba ese mismo día, 5 de enero, que la valenciana era la tercera autonomía con un mayor incremento del desempleo, por detrás de Cataluña y Castilla y León, con una cifra total de 437.701 parados, mientras más de 47.000 trabajadores permanecen sujetos a un ERTE que les garantiza el presente más inmediato pero les aboca a un futuro incierto.
Hemos reiniciado el curso político de este año que inaugura década —nada que ver con los felices años veinte del pasado siglo— en el mismo tono político que abandonamos el año ya caduco: bronco y estridente. Y no es desde las filas de la oposición de ambas instituciones desde donde se caldea el ambiente. Como dijimos semanas atrás, los dos principales socios del Gobierno del Botánico, PSPV-PSOE y Compromís, que gobiernan también en el ayuntamiento de la capital valenciana, se arrean estopa entre ellos sin disimulos.
Suponemos que cuando Ximo Puig sentenció que “no podemos estar en este permanente espacio de discusión y confrontación estéril”, se refería al intercambio de invectivas al que hemos aludido líneas arriba, protagonizadas, entre otros, por la vicepresidenta de su Gobierno, Mónica Oltra, su consellera de Sanidad, Ana Barceló, y la líder de la oposición socialista municipal, Sandra Gómez.
En 1983 los laboristas británicos presentaron un programa electoral para hacer frente a Margaret Thatcher que fue bautizado jocosamente por algunos observadores políticos como “la nota de suicidio más larga de la historia”. Acertaron en la insolente definición: La Dama de Hierro le sacó casi quince puntos de ventaja a su contrincante laborista.
La izquierda valenciana gobernante empezó a escribir su larga nota de suicidio hace ya unos cuanto meses, y sigue sumando capítulos.
Veremos qué sucede si los peores augurios respecto a la pandemia no solo se cumplen, como ya estamos viendo en tasa de contagios, número de hospitalizados y muertes, si no que se ven sobrepasados por la realidad. La fractura, entonces, entre los socios del Consell autonómico puede alcanzar niveles de máxima gravedad.
Desde Compromís, al coro de sus voces se sumarán las de Unidas Podemos, recordarán que no se hizo caso a las demandas de medidas más restrictivas para contener al virus, incluido el confinamiento total; desde el PSPV-PSOE se les responderá que hicieron mutis por el foro en los momentos álgidos del estado de alarma. Sobre la mesa, los miles de muertos y damnificados de una pandemia que reclama más coraje político y menos impostura en las redes sociales.
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