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“La igualdad genera siempre más paz social”

La teniente coronel Silvia Gil es una guardia civil todoterreno y se dispone a convertirse en la primera mujer al frente de una comandancia en España

Patricia Ortega Dolz
La teniente coronel Silvia Gil, el martes en Bogotá.
La teniente coronel Silvia Gil, el martes en Bogotá.IVAN VALENCIA (EL PAÍS)

La teniente coronel Silvia Gil (Madrid, 45 años) quiso ser guardia desde que tenía ocho años. “Las mujeres no pueden ser eso”, le recordaba su madre en aquellos primeros años ochenta. “Yo seré guardia civil”, respondía ella. En febrero se convertirá en la primera mujer al frente de una comandancia en España, la de Teruel. Hija de militar, es la octava de nueve hermanos (siete varones y dos féminas): “Nací rodeada de hombres, estoy entrenada”, advierte. Aparte de la vocación benemérita, su alma de mediadora la ha llevado desde la Franja de Gaza como oficial de enlace entre palestinos e israelíes en 2007 a la Colombia de las FARC, su última y actual misión, donde vela por que se cumplan los acuerdos de los guerrilleros con el Gobierno.

Su voz al otro lado del teléfono (y del océano) suena vital, risueña, feliz, agradecida a una institución que le ha permitido ser socorrista de montaña en Cangas de Onís (Asturias), jefa de tráfico en Gran Canaria y asesora en la Dirección General. Su clave, la que la convirtió en el motor del área de Igualdad del cuerpo en 2014 y en una guardia civil todo terreno, es “ser resiliente, insistir, aunque te digan que no”.

Pregunta. Es la primera mujer en dirigir una comandancia de la Guardia Civil, ¿qué aportará?

Respuesta. Puedo aportar mi experiencia, muy variada. En la Guardia Civil hay muchas especialidades y yo he pasado por algunas de ellas, también la Dirección General en el órgano de asesoramiento a la directora. Haber pasado por tantos sitios es muy positivo para una unidad territorial como una comandancia.

P. ¿Por qué pidió ese destino?

R. Porque mandar comandancia es lo que motiva más a cualquier oficial y esa es la que ha salido ahora. Cuando entramos en la Academia todos soñamos con ser jefes de comandancia, porque es muchísima responsabilidad, un reto muy grande, son muchísimos problemas, mucho personal y muchos frentes distintos. Se aprende mucho de seguridad pública, que es algo que nos motiva muchísimo en general. Profesionalmente, llevar una comandancia es lo más.

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P. ¿Qué le llevó a ingresar en el cuerpo?

R. Pues mis ganas de ayudar a las personas. Vocación de servicio, pura y dura. La Guardia Civil me ha permitido vivir muy intensamente. He aprendido mucho, me ha vuelto más comprensiva, más abierta de mente y aprecio mucho más todo lo que tengo.

P. ¿Qué aprendió como agente de enlace en la Franja de Gaza?

R. Era la primera misión internacional en la que estuve, trabajaba con policías y civiles de otros países y eso te hace darte cuenta de que las cosas no son monocromáticas, cada país cree que lo normal es lo suyo. Tratar de que llegaran a acuerdos los policías palestinos con los israelíes fue toda una experiencia.

P. ¿Y lo logró?

R. Tuve la suerte de que me llevaba muy bien con ambos. Tiré de mano izquierda y de galones cuando había que ponerse serios. Había que sacar también genio.

P. ¿Y se le da bien? ¿Lo de sacar genio?

R. Uy, sí, lo hago automáticamente. Soy la octava de nueve hermanos, siete chicos y dos chicas, si no saco genio me comen.

P. Y decidió ser guardia.

R. Con ocho años, mi madre pensó que se me pasaría. Corría el año 1983, “las mujeres no pueden”, me decía. Y yo respondía: “Yo voy a ser guardia, sí, sí”.

P. Y acabó en el área de Igualdad de la Guardia Civil.

R. Al principio, cuando empezamos a trabajar en 2014, lo alternábamos con más cosas. Pero a partir de 2018 trabajé de manera exclusiva en materia de igualdad porque se creó el área.

P. ¿Cree que ha podido influir en su nombramiento el hecho de que en los 176 años de historia del cuerpo haya por primera vez una directora, María Gámez, al frente de la Guardia Civil?

R. Sí, por supuesto que lo creo. Ha influido positivamente en romper estereotipos que nos complicaban la vida, porque al final son puestos de confianza, basados en “a quién conoces”, y los hombres se relacionan más con hombres y realizan [lo que en psicología se llama] una “reproducción homosocial”: tienden a elegir en cargos de confianza a quienes se parecen a ellos mismos. Una barrera interna se ha caído con el nombramiento de la directora. Y otra con el mío. Y con el de la primera guardia agregada en una embajada, la de EE UU. Nunca nos daban nada en el extranjero tampoco.

P. Han tardado 32 años, desde que se incorporó la mujer al cuerpo... ¡Vaya ritmo!

R. Tenga en cuenta que tenientes coroneles somos cuatro, y comandantes creo que ahora son 19. A mí, por ejemplo, irme a Teruel, me supone separarme de mi pareja. Cuando tienes hijos, que no es mi caso, es aún más complicado. Son muchas circunstancias que no hacen fácil —con el número de mujeres tan pequeño que somos (7%)— que esos nombramientos se produzcan. Las mujeres acompañamos más, renunciamos más a nuestra carrera profesional que ellos.

P. ¿Qué es lo más urgente ahora en materia de género?

R. Cumplir el Plan de Igualdad y mejorarlo. Porque así mejorará también la calidad del servicio a la ciudadanía, la igualdad genera siempre más paz social.

P. ¿Y qué diría que necesita la Guardia Civil, en general?

R. Hay tres retos, contando con la integración plena de las mujeres para que estemos representadas en todas las especialidades y rangos. La transformación digital de la institución: que todos los procesos internos que se hacen de manera analógica se automaticen (el personal, los destinos operativos y de gestión, cuántos hombres, cuántas mujeres, etcétera). Y, por último, todo lo que tiene que ver con la ciberseguridad, ese es el futuro y el presente ya.

P. ¿Qué le diría a una guardia civil que ingresa ahora?

R. Que no se ponga límites. Y que ponga todas sus cualidades a disposición de la institución, que aporte, que hacen mucha falta las aportaciones de las mujeres, la visión de las mujeres no está representada cuando muchos mandos son hombres y es importante que nos escuchen cuando estamos hablando de seguridad.

P. ¿Se ha encontrado muchas trabas por el camino?

R. Muchísimas. Pero la resiliencia es el arma: aunque te digan que no, volver a insistir.

P. ¿Cuáles son las cualidades del buen mando?

R. Mucha empatía, capacidad de entendimiento, liderazgo y saber trabajar en equipo. Las mujeres que llegamos a mandar tenemos además la responsabilidad de decir lo que otras no pueden y dar la oportunidad de que otros piensen.



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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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