Oxígeno político para Ciudadanos
¿Con qué autoridad va Compromís a seguir cuestionando posibles acuerdos presupuestarios con C’s para la Generalitat si Joan Ribó acaba de hacer lo mismo en el ámbito municipal?
El acuerdo suscrito esta semana entre el equipo del Gobierno municipal del ayuntamiento de Valencia -integrado por Compromís y el PSPV-PSOE- y Fernando Giner, portavoz de C’s en el consistorio capitalino, ofrece algunas lecturas políticas interesantes. El “papelito” -según la expresión desdeñosa empleada para referirse al pacto por María José Catalá, líder del PP en el ayuntamiento de Valencia- garantiza el apoyo de C’s, mediante la abstención, a las cuentas municipales para el próximo año. El compromiso rubricado por las tres fuerzas políticas era prescindible: sacar adelante el presupuesto municipal estaba garantizado con los votos de los concejales de Compromís y PSPV-PSOE. Aún así, ha existido la voluntad manifiesta de Joan Ribó y Sandra Gómez de escenificar el consenso con una tercera fuerza política, C’s, que durante la pasada legislatura municipal acusó a Ribó de haber convertido a Valencia en “una ciudad incómoda, atascada y sucia”.
La crisis pandémica ha precipitado en C’s el proceso de reinvención que se puso en marcha tras el descalabro electoral experimentado en las últimas elecciones generales, con la inmediata renuncia de Albert Rivera y su sustitución por Inés Arrimadas como principal referente de la formación naranja.
La pérdida de un elevado número de afiliados y la renuncia de algunos insignes dirigentes, disconformes unos y otros con las nóveles directrices prescritas por Arrimadas y su equipo, no han apeado a estos de su voluntad de situar a C’s en una nueva posición dentro del tablero político. Posición que, básicamente, responde al objetivo de que el electorado visualice a C’s como un partido de centro, liberal y progresista, azote de los populismos de cualquier signo y capaz de alcanzar acuerdos con las grandes fuerzas constitucionalistas. Adiós al veto al PSOE que Rivera esgrimió en sus últimos tiempos como principal bandera. Apoyar la ampliación de los estados de alarma durante el confinamiento y sentarse a negociar los presupuestos generales del Estado para 2021 con el ejecutivo de Pedro Sánchez, son los dos notables y recientes hitos del cambio de guion de C’s.
En el último informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dado a conocer hace unos días, Inés Arrimadas figura, por detrás de Pedro Sánchez, como la líder mejor valorada por los encuestados y C’s, junto con Vox, son las dos únicas formaciones que registran un cambio significativo en la intención de voto: cada uno crece siete décimas respecto al barómetro de octubre.
En la Comunidad Valenciana Toni Cantó, portavoz parlamentario y coordinador autonómico de C’s, ha alineado al cien por cien su estrategia con la de Inés Arrimadas, convencido de que es el camino para obtener el oxígeno político que la formación precisa para no hundirse en la irrelevancia política. El presidente de la Generalitat y líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, le ha facilitado el viraje. Ambos mantienen desde hace meses -no fue así en la pasada legislatura- una relación afable que va más allá de la cortesía política debida entre un presidente autonómico y un dirigente de la oposición. Ambos se sienten cómodos en presencia del otro, manejan un mismo lenguaje político, y entienden y aceptan que, a veces, la escenografía política obliga a gestos que no deben ser tenidos en cuenta. Perfectamente podrían protagonizar la bella escena final de la película “Casablanca”: “Louis (Ximo-Toni), presiento que este es el comienzo de una bonita amistad”.
Las urnas futuras sancionarán quién de los dos obtiene mayor provecho de esta relación. Para Puig y su partido las ventajas de la cercanía con C’s resultan obvias: ajustan su discurso frente a las posiciones más extremas de Compromís y Unidas Podemos, socios en el Gobierno del Botánico, y les acercan a un sector moderado del electorado que, llegado el momento, podrían ejercer el voto útil al PSPV-PSOE sin sentir remordimientos; además, cuanto más se aproxima C’s al PSPV-PSOE, más postergado queda el PP de Isabel Bonig, pese a ser el principal partido de la oposición. Por último, muy a tener en cuenta, aún queda suficiente legislatura como para que se alteren las alianzas en la Diputación y el ayuntamiento de Alicante, donde el PP gobierna gracias al apoyo de C’s, e instituciones ambas cuya gestión es anhelada por los socialistas valencianos.
Compromís observa con suspicacia el flirteo político entre el PSPV-PSOE y C’s, remisos sus dirigentes a permitir que los de Toni Cantó adquieran notoriedad política y sabedores de que nada gustaría más a sus compadres socialistas que poder prescindir de su colaboración para sellar un pacto de gobierno con C’s.
Escribimos la semana pasada que la demoscopia no proyecta tal escenario y que con la actual aritmética electoral se antoja imposible un Consell integrado por PSPV-PSOE y C’s. Pero ambas formaciones trabajan en esa clave.
Y volvemos al principio: ahora que empieza la tramitación parlamentaria de las cuentas autonómicas para el próximo ejercicio, ¿con qué autoridad va Compromís a seguir cuestionando posibles acuerdos presupuestarios con C’s, en los que el PSPV-PSOE viene trabajando, cuando el alcalde Joan Ribó, también de Compromís, acaba de hacer lo mismo en el ámbito municipal? Al relato de Fran Ferri, portavoz parlamentario de la coalición nacionalista, le han abierto una grieta.
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