Temporeros en un olivar esquivo
Los migrantes que llegan a la campaña de la aceituna se encuentran cerrados los albergues y se retrasan los test PCR
“No queremos que se repitan escenas de otros años que nos han abochornado”. Los representantes políticos y organizaciones sociales que integran el Foro de la Inmigración de Jaén coincidían hace algunas semanas en la necesidad de anticipar el dispositivo de atención a migrantes en la que va a ser primera campaña de recolección de la aceituna marcada por la pandemia. Sin embargo, varias decenas de temporeros deambulan ya por las calles y pueblos de la principal provincia olivarera del mundo y se han vuelto a encontrar los albergues cerrados. Además, de momento no se están haciendo las pruebas diagnósticas a los que llegan, lo que ha acrecentado el temor a que se repitan los brotes que se dieron en Huesca o Lleida entre los braceros agrícolas.
Ahmed y Rachid son dos marroquíes que han llegado a Jaén (una provincia en cierre perimetral desde la madrugada del viernes) atraídos por las noticias que hablan de una gran cosecha en el olivar. Según el aforo realizado por la Junta de Andalucía, se esperan 19 millones de jornales en toda la comunidad, más de la mitad en las tareas de recolección. Los dos aguardan a las puertas de la estación de autobuses de la capital un billete con un destino incierto, allá donde encuentren un empleo temporal cogiendo aceituna. “Nos vamos porque el albergue está cerrado”, señala Ahmed, una de las 70 personas que, según Cáritas, han hecho de la calle su hogar en los últimos días en Jaén. Como Yosuá, de Guinea, que ayer buscaba un billete de autobús hacia Alcalá la Real.
Los migrantes que llegan a los tajos olivareros son, mayoritariamente, originarios del Magreb y también del África subsahariana que cuentan con permiso de trabajo y que hacen su particular tour por otras campañas agrícolas en España. Aunque se esperan miles de temporeros por la alta expectativa de cosecha, la presión migratoria va a ser mucho menor este año por la ausencia de contingentes de países que habitualmente exportan buena parte de la mano de obra foránea, como Marruecos, Argelia o Rumanía. Además, el estado de alarma podría ralentizar la movilidad laboral de estos trabajadores.
El único dispositivo de acogida en la capital jiennense es, por el momento, el centro de transeúntes, que completó hace días su aforo máximo de 30 plazas. La veintena de albergues que se extienden por toda la provincia, una red creada en Jaén de forma pionera hace varios años, no abrirá hasta la segunda semana de noviembre, pero lo hará con las restricciones que marca la actual situación sanitaria. Solo se pondrán en servicio 200 de las 600 plazas, y algunos ayuntamientos han decidido no abrir porque la Junta de Andalucía ha recortado a la mitad la subvención que concede para su gestión. “No queremos que se repita lo que pasó durante el primer estado de alarma, donde solo hubo centros de acogida en la capital para las personas sin techo”, señaló el alcalde de Jaén, Julio Millán, cuyo mensaje intenta evitar el temible efecto llamada que la capital sufre en muchas campañas.
En todo caso, los albergues, con estancia limitada a cuatro noches, no son más que un lugar de tránsito mientras los migrantes encuentran trabajo en la aceituna. A partir de ahí, los temporeros deben procurarse un alojamiento por su cuenta pues no siempre se les facilita por sus empleadores. “Los empresarios y las cooperativas deben implicarse en la búsqueda y acondicionamiento de alojamientos dignos, tenemos que ser conscientes de que estos trabajadores se exponen al virus para dar riqueza a nuestra tierra y garantizar nuestras despensas de alimentos”, indica José Luis Sánchez, director de Jaén Acoge. Luali Mohamed, del Colectivo Sahara Jaén, subraya que, por lo general, los temporeros suelen juntarse en grupos y alquilan alguna vivienda. Y ello porque el convenio del campo de Jaén no estipula ninguna obligación legal para que los empresarios faciliten el alojamiento.
Protocolos sin ejecutar
Aunque en octubre ya se ha trabajado en muchos tajos por el auge que está tomando el aceite temprano, la campaña de recolección de la aceituna se va a generalizar la primera semana de noviembre entre los más de 300 pueblos olivareros y las 851 almazaras activas en Andalucía. “Va a ser una campaña dura y no vamos a dar abasto”, advierte Rafael López-Sidro, director de Cáritas Diocesana en Jaén, una organización que viene ofreciendo ya más de 200 comidas diarias a los temporeros en sus centros sociales. Las colas se dejan ver cada día en los comedores de Santa Clara y San Roque para recoger las bolsas de comida que preparan los voluntarios de Cáritas. Este año no hay comida caliente porque el espacio de estos centros asistenciales no permite habilitarlo como comedor con los aforos y distancias de seguridad exigidos.
El coronavirus también ha alterado los protocolos en la actual campaña oleícola. Al igual que ocurrió, por ejemplo, en Navarra o en el País Vasco, la Junta de Andalucía se comprometió a realizar test de antígenos a los temporeros al llegar a Jaén. Se harán en unidades móviles instaladas por la Consejería de Salud por toda la geografía olivarera. Pero también aquí parece que se ha llegado tarde: “Los test hay que hacerlos cuando los temporeros lleguen a Jaén, si se hacen cuando llevan aquí varios días no sirven para nada”, ha alertado el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, que se ha hecho eco de la preocupación que le están trasladando muchos alcaldes. Uno de ellos, Víctor Torres, de Martos (Jaén) ha pedido que esos test se hagan en la estación de autobuses cuando lleguen los temporeros.
El vicepresidente del gobierno andaluz, Elías Bendodo, señaló el pasado martes que ya se habían hecho “algunos” test a los temporeros (sin llegar a precisar cuántos ni dónde) y que “seguirán haciéndose en los próximos días”. Pero no fue hasta el miércoles cuando la Junta andaluza informó de la puesta en marcha de la aplicación informática, Trade, para que los empresarios agrícolas comuniquen los trabajadores que quieren contratar y así poder realizarles estos test con carácter previo a la contratación. La aplicación ya está operativa, pero los test siguen a la espera, y la inquietud se extiende a los lugares por donde pasan los migrantes en estos días: “Aquí cualquier día surge un brote, pero Salud no hace ningún test”, se lamenta Pedro Pajares, coordinador del centro de día y comedor social de Cáritas en Jaén.
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