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Puro violín, pura Séptima, puro Beethoven

Versiones memorables del ‘Concierto para violín’ por María Dueñas y de la ‘Séptima sinfonía’ de Beethoven por Juanjo Mena y la Sinfónica

La violinista María Dueñas y el director Juanjo Mena, durante el concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia dentro del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.
La violinista María Dueñas y el director Juanjo Mena, durante el concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia dentro del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.miguel angel molina (EFE)

La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) celebró este jueves el primero de los dos conciertos previstos en su paso por el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. En el Palacio de Carlos V y bajo la dirección de Juanjo Mena (Vitoria, 1965), ha interpretado un programa monográfico Beethoven en conmemoración del 250º aniversario de su nacimiento. El concierto comenzó con la Obertura Egmont, op. 84, tras la que director y orquesta acompañaron a la violinista María Dueñas (Granada, 2002) en el Concierto para violín y orquesta en re mor, op. 61., se interpretó su Sinfonía nº 7 en la mayor, op 92.

El recinto presentaba una buena entrada -aunque no se han agotado las entradas para los conciertos- y recibió la interpretación de la obertura con algo de frialdad y un aplauso prácticamente de cortesía. La versión de Mena con la Sinfónica de Galicia tuvo el adecuado tono dramático, con la sucesión de los diferentes temas heroicos y amorosos que revela su origen de música incidental, como banda sonora de una obra teatral.

Todo cambió con María Dueñas, de gratísimo recuerdo para la afición gallega por su actuación con la OSG la pasada temporada. La intérprete granadina estuvo sobresaliente en el Concierto para violín desde todos los aspectos que se considere. Su dominio técnico fue impecable: afinación perfecta, incluso en agilidades con dobles cuerdas, articulaciones de libro y así en cualquier faceta técnicas.

Un dato aparte: el sonido, ya conocido en directo en su actuación arriba nombrada, presenta toda esa gran paleta de timbres que solo un grandísima violinista como María Dueñas es capaz de extraer del violin “Guarneri del Gesú Muntz” de 1736, cedido por la Nippon Music Foundation. En la transmisión radiofónica la presencia sonora del instrumento, resulto algo excesiva por momentos, como “de disco”. Enhorabuena a quienes pudieron apreciarla al natural.

Todo lo dicho lo pone Dueñas al servicio de la partitura, con una seriedad de concepto y un idóneo rigor estilístico desde el Allegro non troppo inicial al Rondó final. En el Larghetto central mostró su capacidad de transmitir sentimientos con una profundidad increíble en una intérprete de tan solo 18 años.

Esta versión memorable de la obra tuvo su parte más notable en las cadenzas de los movimientos rápidos. Y si en todo el concierto estuvo de nota, fue en estas secciones donde asombró por la gran dificultad técnica de las piezas, y su grandeza estilística e interpretativa. pero el dato que deja pasmado es que, como hemos podido saber a través de la OSG, “las cadencias son, como siempre, compuestas por María”. Solo cabe añadir que podemos calificar estas piezas como puro violín y puro Beethoven.

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Sin descanso, como es habitual para cumplir con las normas de aislamiento social en vigor, Mena y la Sinfónica tocaron la programada Séptima sinfonía de Beethoven. De principio a fin, la versión del maestro alavés y la orquesta gallega fue también puro Beethoven. La tensa calma creada en el Sostenuto inicial mantuvo la tensión expresiva, muy bien administrada según los diferentes tempi, hasta el Allegro con brio final.

En medio, un Vivace con ecos de la tensión dramática de la obertura Egmont y un hermosísimo fraseo (tremendos esos contrabajos finales como tormenta que se acerca); un Allegretto con el tempo muy bien medido, lleno de sensibilidad y con grandes solos de clarinete, oboe, trompa y fagot; un Presto en funciones de scherzo en el que destacó el Trio y su repetición; la sección de trompas, soberbia como es costumbre de la casa. Y rematando con un Allegro con brio atacado a velocidad de vértigo pero lleno de sentido y la adecuada multiplicidad de líneas melódicas.

Fuerza, sentimiento y ritmo. Pura Séptima, puro Beethoven. Qué bien suenan los aplausos en el Palacio de Carlos V -y qué bien los desvanecen, como si se hubieran agotado. los técnicos de Radio Clásica, justo a los 5 minutos de empezar-. Gran concierto que tendrá continuidad con el de este sábado 25, Día de Galicia. Atentos.

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