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Baleares, “zona cero” de la crisis pospandemia

El Ejecutivo regional calcula para este año pérdidas de más de 9.000 millones

Imagen del aeropuerto de Palma de Mallorca, la pasada semana. EFE/ CATI CLADERA
Imagen del aeropuerto de Palma de Mallorca, la pasada semana. EFE/ CATI CLADERACATI CLADERA (EFE)

Baleares en una de las autonomías con mejor situación epidemiológica pero también una de las que peor perspectiva económica vislumbran. La condición insular, que permitió el cierre de puertos y aeropuertos, y las circunstancias climatológicas, con temperaturas relativamente altas y un elevado porcentaje de humedad, son algunos de los factores que han ayudado a controlar la incidencia de la enfermedad, según Jordi Reina, jefe de la unidad de Virología del Hospital de Son Espases de Palma. El segundo caso de coronavirus en España fue el de un residente inglés en Mallorca que se contagió en una estación suiza de esquí y dio paso a una escalada que llegó a su punto álgido a finales de marzo cuando se confirmaban más de cien casos al día en la comunidad, cifras por debajo de la media de regiones.

Las temperaturas, la orografía, la humedad y la radiación solar han influido en el comportamiento del coronavirus en las islas”, dice Reina, que indica que cada año los virus estacionales como la gripe tienen también una circulación mucho menor en los dos archipiélagos en relación con las comunidades peninsulares “algo que puede haberse repetido con este virus”.

El comportamiento de la epidemia ha sido desigual en las islas. Nueve municipios no han registrado contagios, Formentera tiene cuatro casos activos, Menorca alrededor de una veintena, y Mallorca acumula el grueso de los casos, con algo más de 500. “La menor incidencia no quiere decir que tengamos que abrirnos masivamente”, señala Reina, que apuesta por una incorporación progresiva para evitar rebrotes.

Ignorantes de lo que deparaba el futuro, hace exactamente un año las islas estaban a punto de arrancar una fructífera temporada alta turística. Con casi la totalidad de la planta hotelera abierta aprovechando el rebufo de la Semana Santa, los primeros turistas comenzaban a explorar arenales todavía vacíos como el de Es Trenc en Mallorca. Los más jóvenes se preparaban para la apertura de las discotecas en Ibiza con las fiestas de Sant Joan de Ciutadella en el horizonte. Pero la pandemia ha dado al traste con las dinámicas turísticas arrastrando consigo a una economía altamente dependiente del sector servicios y que según las estimaciones del Gobierno balear sufrirá una caída del 31% del PIB y la destrucción de 147.000 empleos en un escenario catastrófico.

“Baleares será una zona cero en materia económica”, afirma, contundente, el consejero de Turismo, Trabajo y Modelo Económico, Iago Negueruela, que vaticina unas pérdidas de 9.270 millones de euros para este año, o incluso más si no se recupera el flujo de viajeros a unos niveles que permitan mantener parte de la actividad. “El Gobierno central tendrá que hacer planes específicos para el turismo, que requerirán de inversiones y actuaciones. El Gobierno tiene que responder”, dice Negueruela, que no esconde su preocupación.

En tiempos corrientes el turismo nacional representa alrededor del 20% del total, un porcentaje “con el que no se puede contar” porque muchos visitantes nacionales descartarán coger un avión o un barco para llegar al archipiélago en los próximos meses.

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Para Antoni Alcover, economista y profesor en la Universidad de las Islas, uno de los puntos flacos es la alta dependencia de los touroperadores y aerolíneas internacionales, que canalizan la llegada de viajeros y que ahora mismo están muy tocadas. “El turismo está encauzado en una cadena logística que puede estar parcialmente quebrada y los receptores, que somos nosotros, si no tienen clientes no podrán permitirse seguir”, señala.

Para Alcover, los pronósticos de caída del PIB, que suscribe, son “de hecatombe, prácticamente una caída bélica”, porque el ecosistema turístico es “muy sensible” y no permite una recuperación rápida si los grandes logistas pasan por problemas y los viajeros no recuperan la confianza. “Si durante algunos meses se protegen los empleos con ERTE y a las empresas con bonificaciones, puede haber una recuperación mejor”, subraya el consejero Negueruela, que deja algo de espacio al optimismo porque el sector servicios, “de la misma forma que destruye empleo rápido, también lo crea rápido”.

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