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Ascensión al Toubkal: la cumbre más alta de Marruecos

El pico más alto de Marruecos, en el Alto Atlas, es todo un desafío para montañeros, sobre todo en invierno, cuando la nieve y el frío dificultan su ascensión

La ascensión al pico más alto de Marruecos puede hacerse realidad.
La ascensión al pico más alto de Marruecos puede hacerse realidad.Cheryl Ramalho / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)
Sara Andrade Abad

España no cuenta con ninguna cumbre, más allá de la del Teide (con sus 3.715 metros), que se acerque a los 4.000 metros de altitud. Por eso, muchos montañeros que quieren ponerse a prueba y vivir la experiencia de subir un cuatromil se dirigen a los Alpes, o a otras cordilleras más alejadas. Sin embargo, existe una cima mucho más cercana y accesible a poca distancia de España. Hablamos del Toubkal, el pico más alto de Marruecos y del norte de África, un destino desconocido para muchos aventureros que nada tiene que envidiar a otras montañas remotas, como las del Karakórum (Pakistán), con las que el Atlas guarda cierta similitud.

La cordillera del Atlas, cuya génesis se asocia a la aproximación y colisión de las placas euroasiática y africana durante la orogenia alpina (era terciaria), constituye un rotundo y elevado bastión montañoso que se extiende a lo largo de miles de kilómetros por buena parte del norte de África (Marruecos, Argelia y Túnez).

En Marruecos, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Marraquech, se sitúa el macizo del Jbel Toubkal, que corona a 4.167 metros de altitud, en lo que se denomina el Alto Atlas marroquí. Entre sus cumbres, 11, nada más y nada menos, superan los 4.000 metros de altitud. Valles de origen glaciar, morrenas, torrentes de deshielo, vegetación xerófila, cumbres escarpadas, rocas volcánicas, nieve —especialmente en la estación invernal—, lagos y pueblos bereberes conforman un paisaje de enorme belleza y carácter, aislado y poco alterado que no es fácil de encontrar en muchas otras partes del mundo.

Es aquí donde se plantean muchas ascensiones, expediciones que deben ir acompañadas de guías porque no se deben subestimar estas montañas, en ningún caso. El Toubkal es todo un desafío, y la aproximación hasta él, una forma muy atractiva de tomar contacto con los modos de vida de los diversos pueblos bereberes que se distribuyen por las laderas de la montaña, hasta hace unas decenas de años prácticamente olvidados. Todas estas montañas del Atlas fueron pobladas hace siglos por los bereberes o amaziges, que ocupan desde hace cientos de años muchos de los espacios montañosos entre Egipto y Marruecos (llegando incluso a Canarias, según estudios recientes). Estos pueblos se caracterizan por contar con unas tradiciones y cultura propias y por mostrarse muy hospitalarios con los visitantes, mostrando un estilo de vida muy diferente al que se observa en Marraquech u otros destinos conocidos de Marruecos.

El macizo de Jbel Toubkal en el parque nacional de Toubkal, Marruecos.
El macizo de Jbel Toubkal en el parque nacional de Toubkal, Marruecos.Hilary Morgan / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

El geógrafo Daniel Ferrer, aficionado al alpinismo y a los deportes de aventura desde hace muchos años, conoce a la perfección este macizo, ya que ha venido realizando asiduamente actividades por distintos valles y cumbres del Atlas desde el año 1989. Concretamente, ha ascendido al Toubkal en 14 ocasiones. “Subir al Toubkal es mucho más que una ascensión de montaña o una actividad deportiva, es adentrarte en el corazón de las montañas del Atlas y tomar contacto con la cultura de los pueblos bereberes que las habitan desde hace siglos, es un lugar genuinamente auténtico”, explica.

Daniel y EL PAÍS VIAJES ya han programado algunas expediciones geográficas, deportivas y culturales para, precisamente, tomar contacto con los territorios del parque nacional del Toubkal, conociendo de primera mano la vida de los pueblos y ascendiendo (si las condiciones climáticas lo permiten) a la cumbre más alta del norte de África, que constituye un mirador excepcional sobre el macizo y los territorios circundantes. Si bien es cierto que no se trata de la ascensión al Aconcagua o al Everest, sí es una actividad que requiere de cierta preparación previa, física y anímica, del material apropiado y de conocer algo la montaña, ya que en invierno las temperaturas son muy bajas y la nieve, el hielo y el viento hacen acto de presencia. Tal y como explica Daniel, el reto que se plantea “sería similar, salvando las distancias, a un pequeño trekking, completado con una ascensión a una cima, en las montañas del Karakórum, en Pakistán, o del Hindú Kush”.

La ascensión empieza en el pueblo de Imlil.
La ascensión empieza en el pueblo de Imlil.Dipak Pankhania / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

La ascensión al Toubkal

La subida al Toubkal empieza, en rigor, en el pueblo de Imlil (1.740 m), el “Benasque o el Chamonix del Atlas”. Es una actividad que se puede realizar todo el año, de hecho, la mayoría se decanta por hacerla en primavera, cuando el clima es algo más benigno. Realizarla en esta estación también tiene sus ventajas, como llevar menos ropa de abrigo o poder bañarse en alguno de los ríos o lagos que aparecen en las rutas. Sin embargo, el invierno supone un desafío y muestra una montaña mucho más solitaria y dura, haciendo necesario el uso de crampones y piolet.

En Imlil, muchos excursionistas y alpinistas establecen su campamento base, realizan las últimas compras o contratan guías y mulas que los ayuden en la subida. Este pequeño pueblo, ahora algo más boyante por el turismo, fue en su momento una aldea conocida por la producción de manzanas, nueces y cerezas. Además de Imlil, hay otro punto de recalada y acceso a la ruta de ascensión, la pequeña localidad de Armed, emplazada, eso sí, a una altitud considerable (1.900 metros) sobre una masiva morrena glaciar.

Uno de los refugios en la ruta hacia el Toubkal.
Uno de los refugios en la ruta hacia el Toubkal.Crevous / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

La zona cuenta con un par de refugios, ambos a más de 3.000 metros de altitud. Antes de llegar a estos se puede realizar una parada en la aldea de Sidi Chamharouch, situada a unos 2.300 metros (en ocasiones la nieve se sitúa a esta altitud y los burros dan paso a los porteadores). La mayoría de los montañeros y alpinistas pernoctan en alguno de los dos refugios. El más conocido es el del Club Alpino Francés (CAF), ampliado en 1999 y con capacidad para unas 80 personas. La otra alternativa es el refugio de Les Mouflons, pero en este caso sus instalaciones son privadas.

La ascensión desde los refugios a la cumbre salva un desnivel de casi 1.000 metros y puede suponer unas cuatro o cinco horas, aproximadamente, lo que puede variar en función del tiempo y otros factores. Se estiman entre cuatro y cinco horas hasta la cumbre y entre dos y tres horas para el descenso, es decir, la travesía puede durar entre siete u ocho horas en total. La ascensión que plantean Daniel Ferrer y EL PAÍS VIAJES se realiza preferiblemente por Ikhibi norte (ruta normal), pudiéndose plantear el ascenso adicional al Imouzzer (4.100 m), si las condiciones de la montaña y el perfil del grupo lo permiten.

Las vistas desde la cumbre del Toubkal son todo un regalo visual, algunos alpinistas aseguran haber reconocido el mar y el desierto en días con la atmósfera muy despejada. También se aprecian otras muchas cimas del macizo, así como la impronta de los antiguos glaciares en el paisaje de la alta montaña. Este viaje es una oportunidad no solo por realizar una expedición deportiva, sino porque permite conocer un entorno con mucha autenticidad. Desde Marraquech al Alto Atlas, los pueblos bereberes de Asni y Aroumd, Ouarzazate, la puerta de entrada al desierto del Sáhara o la casba de Ait Ben Hadu, la ciudad fortificada más famosa de Marruecos.

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