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Monte Nemrut, una de las maravillas desconocidas de Turquía

Dicen que el monte Nemrut es la octava maravilla del mundo. Nos adentramos en la historia y misterios de este yacimiento de la Turquía antigua que hoy en día tú también puedes visitar

El monte Nemrut.
El monte Nemrut.Leonid Andronov / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)
Sara Andrade Abad

El monte Nemrut es uno de los grandes misterios de la Mesopotamia Turca, dicen que también la octava maravilla del mundo. Una alianza entre lo divino y lo terrenal, un yacimiento arqueológico como pocos que explica cómo funcionaba el mundo en el siglo I antes de Cristo. A una altura de 2.000 metros, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987; y la razón es que este mausoleo, mandado construir por Antíoco I, es una de las mayores construcciones (y de las más ambiciosas) del periodo helenístico.

Sobre el monte Nemrut, una montaña a 2.150 metros de altitud al suroeste de Turquía y a 40 kilómetros al norte de Kahta, cerca de la ciudad de Adiyaman, se ubica el túmulo funerario que mandó a construir para sí mismo el rey Antíoco I en el 62 antes de Cristo. Su ambición era tal, que estaba pensado como uno de los lugares de culto más importantes de la antigua Anatolia. Lo cierto es que estaba bendecido por los dioses, o por lo menos así se pensaba en aquella época, cuando era una tierra fértil llena de vida gracias al río Éufrates. Antíoco I de Comagene escogió este lugar para construir su gran mausoleo por su posición cercana al cielo, al reino de Zeus, ya que en este reino se practicaba el sincretismo, es decir, convivían ambas religiones, la griega y la persa. Esto explicaría por qué las estatuas que se conservan hacen referencia a los antepasados persas y griegos. El rey, perteneciente a la dinastía Comagene, que gobernó en Adiyaman quiso construirlo porque se sentía en deuda con los dioses, era su manera de agradecerles su ayuda.

El túmulo sagrado.
El túmulo sagrado. Vito Arcomano / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Nemrut Dağ —su nombre real— corona uno de los picos más altos de la cordillera oriental de Tauro, y es un Hierothesion (templo-tumba y casa de los dioses en griego), un diseño complejísimo para la época que contó con estatuas colosales, cuyo peso podía llegar hasta las nueve toneladas. El sucesor del imperio de Alejandro Magno tenía muy claro que este lugar se dedicaría al culto religioso y debía ser recordado para siempre. Su majestuosidad indica que fue un periodo de gloria y riqueza para los grandes reyes de Comagene y de Antioquía.

El monte Nemrut se encontraba en un valle en el que la ciudad de Samosata, de la que ya no queda nada, era una capital independiente hasta que fue conquistada por el emperador romano Tiberio. Finalmente, se incorporó al Imperio Romano en el año 72 después de Cristo por el emperador Vespasiano. Y siguió su historia, y se salvó de los iconoclastas, hasta ser descubierto en tiempos modernos por Karl Sester, un ingeniero de caminos alemán, que llegó hasta aquí en 1881. A partir de entonces, se organizaron diferentes expediciones, pero no fue hasta 1984 cuando un equipo turco-alemán, dirigido por el profesor Dorner, llevó a cabo trabajos de restauración que perduraron hasta 1989. En 1988 el monte Nemrut y sus alrededores fueron declarados parque nacional.

Algunas de las esculturas de Nemrut Dagi.
Algunas de las esculturas de Nemrut Dagi. Jan Wlodarczyk / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Las esculturas de Nemrut

En este mausoleo, de unos 49 metros de altura y 152 metros de diámetro, se colocaron unas 10 estatuas que simbolizan la unión entre la estética griega, persa y de Anatolia, la unión entre Oriente y Occidente. Lo demuestra la representación de Zeus fusionándose con Oromasdes (la deidad iraní Ahuramazda) y Heracles fusionándose con Artagnes (la deidad iraní Verathragna). Estas están colocadas en la tumba y en tres terrazas al este, oeste y norte, aunque parece ser que no se encuentran en su posición inicial. Repartidas entre la tumba y las tres terrazas se pueden encontrar las estatuas, de unos ocho o nueve metros de altura y de un peso de entre siete y nueve toneladas, de diferentes dioses como Zeus, Hércules, Tique, Apolo, Mitra, este último fue un dios persa cuyo culto se acabó difundiendo por la India y el Imperio Romano. Se cree que los huesos o cenizas del rey Antíoco podrían estar dentro de la habitación excavada en la roca principal, cubierta por el túmulo.

Las primeras estatuas que aparecen son las cinco deidades, cada una de ellas identificada con una inscripción, y flanqueadas por las estatuas de un león y un águila en cada extremo. La del león representa el poder terrenal, y la del águila, el celestial. A algunas de ellas les falta la nariz, una prueba del daño que inflingieron en ellas los iconoclastas. En las filas posteriores aparecen las esculturas en relieve de los antepasados persas paternos de Antíoco y los antepasados macedonios.

Así pues, en la terraza este lo que el visitante puede ver son la galería de los dioses, la de los ancestros y la tumba, todas ellas en el suelo. La terraza oeste, que se construyó de manera similar, se conserva mucho mejor. La norte se utiliza como paso entre la este y la oeste, y conserva un muro de arenisca. Detrás de los tronos de las estatuas aparece una inscripción de culto (una forma de entender cómo debía utilizarse el lugar) con 237 líneas escritas en griego. Esta inscripción fue la voluntad del rey Antíoco como información del santuario.

El rostro del rey de Comagene, Antíoco.
El rostro del rey de Comagene, Antíoco.Gavin Hellier / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Cómo llegar hasta aquí

Su valor incalculable, que haya perdurado tantos siglos en la historia y los atardeceres y amaneceres desde este lugar tan mágico han hecho que el monte Nemrut sea considerado como la octava maravilla del mundo junto con lugares sagrados como Chichén Itzá, en México, o el Taj Mahal en la India. Su valor es apreciado por creyentes y aficionados a la astronomía, y amantes de la historia que llegan hasta aquí esperando encontrar las respuestas a muchas incógnitas.

La mayor amenaza que puede experimentar hoy en día son los daños materiales causados por el cambio climático, el aumento drástico de las temperaturas y su exposición al sol, el deshielo, el viento y la nieve. Su altura se ha reducido con los años (en su origen contaba con unos 60 metros) debido a investigaciones previas no controladas y a la escalada de visitantes. Pero, además, este lugar es susceptible de terremotos, ya que se encuentra dentro de una zona sísmica de primer grado, muy cercana a la falla de Anatolia Oriental, actualmente activa.

El puente de Cendere en el parque nacional de Nemrut.
El puente de Cendere en el parque nacional de Nemrut.Naeblys / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Ahora bien, eso no impide que cientos de curiosos se acerquen hasta Nemrut para conocerlo de primera mano. Llegar hasta aquí no es para nada difícil. Desde las ciudades de Adiyaman y de Malatya hay autobuses turísticos (o “Dolmuşes”), así como también desde el aeropuerto de Gaziantep. Esto supone unas cuatro horas de camino. El parque nacional de Nemrut cuenta con este y otros lugares igualmente destacables, como el puente romano Cendere, Cendere Koprusu, que cruza el río, y habría sido construido en honor al emperador romano Severo (193-211 después de Cristo), su esposa e hijos. También el túmulo del Karakus, en el que fueron enterradas las mujeres de la familia real, y el pueblo de Kahta, donde se encuentra el campo sagrado de Mitrídates.

Una de las aventuras que propone EL PAÍS VIAJES también te llevará a este fascinante lugar y a otros de la Mesopotamia Turca de la mano de Álvaro Planchuelo, arquitecto y diseñador, escritor y fotógrafo de viajes, además de arqueólogo, restaurador de monumentos, técnico en energías renovables y cooperante. Con más de 100 países visitados durante su reconocida trayectoria profesional, es experto en actuaciones relacionadas con el patrimonio cultural y natural del mundo. Por ello, nadie mejor que él para conocer todos los secretos de la Turquía antigua.

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